Es una historia de pasión malgastada. En el año 1933 David Alfaro Siqueiros, estando en Buenos Aires, recibió la propuesta insistente del escritor Alberto Girondo para que pintara algo en la Argentina. Luego, el director del diario Crítica, Natalio Botana, lo invitó a hacer un mural en el sótano de su casa, en Don Torcuato.
Siqueiros pidió cuatro colaboradores y ellos fueron: Antonio Berni, Lino Eneas Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro.
En el techo y las paredes del sótano pintaron el cuerpo de la mujer de Siqueiros, Blanca Luz. El muralista y su mujer se dedicaban a la bebida y peleaban a gritos, hasta que finalmente, ella rompió con él.
En 1941 en un accidente murió Natalio Botana y la casa fue pasando de mano en mano hasta llegar a la familia de Alvaro Alzogaray. Su esposa quiso borrar los desnudos con ácido. El sótano fue entones el depósito de cachivaches.
Parecía que se salvaba cuando Castagnino encaró, en 1962, su restauración, pero al pasar la casa en 1989 a la firma Seville S.A., ésta desmontó el mural seccionándolo en siete paneles y embalándolo en cinco contenedores. Más tarde, la empresa quebró y por medida cautelar, el mural fue a parar a un depósito de San Justo.
Inspeccionado en1998 la justicia halló agua en el piso de los contenedores y humedad en las paredes, llegando así, a un virtual estado de perjuicio irreparable.
El juez comercial Juan Manuel Gutiérrez Cabello, haciendo lugar al pedido de la Secretaría de Cultura de la Nación -a cargo de Teresa Anchorena-, ordenó el traslado del mural a la sala Alberto Williams del edificio de la ex-biblioteca nacional (México 564), exclusivamente a cargo de aquella Secretaría.
El 16 de junio del 2000 se firmó un convenio de cooperación cultural entre México y Argentina. Para el gobierno mexicano, asistir la obra de Siqueiros en cualquier lugar del mundo es una obligación, ya que el artista ha sido declarado héroe nacional.
Con eso, la Secretaría de Cultura de nuestro país se ha asegurado la colaboración de especialistas de la Fundación Siqueiros. Para Teresa Anchorena la situación del mural es una metáfora y para nosotros una paradoja de nuestro país. Semejante valor se estaba arruinando cuando en realidad se debería haber estado exhibiendo para todos. Ahora esa posibilidad está mas cerca. Ø