"Ola de memoria: El Gobierno cree que un solo día no alcanza para recordar a los 30 mil desaparecidos. Y Apuesta a un fin de semana largo para no olvidar. ¿Soplan vientos de cambio en la arena política?" Tal es el título de tapa del primer ejemplar de marzo de la revista Barcelona, una genial publicación humorística argentina en formato de periódico.
No tan mordaces y con mucha menos ironía nos planteábamos lo mismo aquí nosotros, cuando comentábamos el aluvión de feriados que se registraron en nuestro país durante las últimas semanas.
Primero, y luego de 35 años, se instituyó el feriado por carnaval para los días 7 y 8 de marzo; un par de semanas más tarde, el feriado para conmemorar el 24 de marzo de 1976, que en este caso se hizo "puente": el 24 cayó domingo, por lo que se agregó el lunes 25 como día no laborable. Claro que la gente, como se dice por ahí, "se rajó" el viernes. Por supuesto, no hay que olvidar el tradicional feriado de Semana Santa en abril, otra ocasión para mini-vacacionar cuando no se ha borrado aún el color tostado en la piel de los veraneantes de enero o febrero.
Los feriados de Carnaval llegaron apenas una semana después del inicio de clases; en algunos establecimientos las clases comenzaron recién el miércoles 9. En ambos casos, por lo tanto, los chicos perdieron dos días de educación. Dos días en un año parece no ser mucho, pero al hacer el balance de cada fin de año, cuando se le agregan los días de paro de maestros, de transportes, otros feriados y hasta las huelgas promovidas por los mismos estudiantes, el número se hace más considerable.
De hecho, como mencionamos antes, unos pocos días después llegó el feriado que se dio en llamar "Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia" para supuestamente conmemorar el 24 de marzo, una fecha trágica en la historia argentina. Sin embargo, solo una marcada minoría de la población utilizó este fin de semana largo para recordar y reflexionar sobre lo acontecido en el 76, sumarse a marchas de repudio o participar de debates al respecto; la gran mayoría se lanzó a las rutas y atestó los centros turísticos para aprovechar los últimos días de sol de la temporada en las playas, lagos y montañas de la Argentina y países vecinos. La verdad es que nos cuesta imaginar a un estudiante de psicología, por ejemplo, reflexionando sobre el golpe, los crímenes de lesa humanidad y el robo de bebés mientras surfea en Pinamar. O a una maestra haciendo lo mismo mientras relaja sus músculos en las Termas de Río Hondo. Y lo que es peor, el mismo Gobierno aclara que el propósito de estos feriados es puramente económico, argumentando que los feriados "puente" incrementan el turismo y activan las economías regionales.
Desde este lado nos preguntamos si no será posible idear otro tipo de medidas para favorecer a la economía respetando al mismo tiempo la memoria de las víctimas de las dictaduras o la de los próceres cuyo nacimiento o muerte se conmemora, y, sobre todo, sin afectar a la ya conflictiva situación educativa argentina.
Ahora que se nos ocurre -y sin intención de competir con la sagacidad de la Barcelona- ¿no será hora de renovar aquel viejo dicho por un más moderno y playero: "Ojotas sí; libros no"? ©