Hace unos días vino el especialista en redes a conectar una nueva netbook a la red hogareña. Mientras hacía su trabajo, le pregunté cómo podría yo leer los archivos que almacené hace unos años en diskettes de 5 ¼. El joven me observó más asombrado que si le hubiera confesando que yo era un extraterrestre. Y ahí nomás empezó a recitar, sarcásticamente, las habituales frases tecnológicas: "Eso no existe más. ¿Leer diskettes tamaño 5 ¼? Imposible. Son cosa del pasado. Eso lo usaban los dinosaurios".
Obviamente, para ese joven yo era un dinosaurio…todavía vivo.
Cuando se fue recordé con nostalgia todo lo que almacené en esos diskettes, que según mi escala de tiempo, no era tan antiguo. Después de todo, era información de mediados de la década de 1980, hace aproximadamente 25 años, cuando esos diskettes eran de uso habitual en la Argentina. Por esa época, tecnología de punta.
No puedo dejar de admitir que si bien estoy bastante adaptado a estos tiempos, las nuevas tecnologías avanzan tan rápido que no dejan de asombrarme. Como la cultura del cambio por el cambio mismo es la regla, todo lo que se puede comprar hoy día ya es obsoleto aún antes de ser colocado en exhibición.
Otro día, caminando por una avenida céntrica de la Ciudad de Buenos Aires, pude ver que los empleados salían de sus lugares de trabajo colocando tarjetas magnéticas en los molinetes, del mismo tipo de las que actualmente utilizamos para viajar en subte, tren o colectivo. Y recordé que cuando yo usaba los diskettes de 5 ¼ en la empresa donde trabajaba, los empleados fichaban tarjetas de cartón, como las que se pueden ver en las viejas películas.
La vieja tecnología exigía que hubiera decenas de empleados trabajando en el sistema de control de ingresos y egresos del personal. Los que fabricaban las tarjetas, los técnicos de las máquinas para fichar, los empleados que controlaban las horas y minutos de sus compañeros, la oficina de personal, etc. etc. Con las nuevas tarjetas magnéticas todo ese engranaje de decenas o cientos de empleados desapareció. Cada tarjeta envía la información directamente a una computadora que analiza todos los movimientos del día en segundos. Una sola persona puede llevar el control de cientos.
Estos hechos me hicieron reflexionar sobre cómo las nuevas tecnologías afectan directamente la vida de todos nosotros, los seres humanos. De todo el mundo, porque en la actualidad sólo es posible pensar globalmente. Ahora, y por primera vez en la historia de la humanidad, en verdad el mundo es un pañuelo. Si la tecnología sigue manteniendo el ritmo actual de cambio permanente ¿qué les espera a las nuevas generaciones?
Veamos:
Nunca hubo tantas personas vivas sobre el Planeta Tierra. Pero a la vez nunca se necesitaron menos personas para hacer todo lo necesario.
Primera conclusión: sobra gente, mucha gente. Actualmente son millones, cientos de millones las personas que no pueden ingresar al sistema de producción y consumo. Pero lo peor es que cada día miles son expulsados debido a los nuevos avances tecnológicos.
Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) de 2007 hasta comienzos de 2009 el número de pobres se incrementó en 113 millones de personas en todo el mundo. De esta manera, de 850 millones pasaron a 963 millones de personas. Si tomamos en cuenta que estas cifras son las “oficiales” de cada gobierno, la realidad debe ser mucho más terrible. Por lo menos, el doble o el triple. Es muy probable que al menos 3.000 mil millones de personas sean pobres en estos momentos. Y unos cuantos millones más lo serán antes de que termine el año, gracias a que la tecnología sigue avanzando.
Un pequeño ejemplo: acabo de recibir un mail de una gran empresa europea de aviación donde me informan que despidieron a todos sus empleados dado que decidieron cerrar todas las oficinas de atención al público en Buenos Aires. Sin embargo, los clientes "no deben preocuparse" porque podrán continuar comprando sus pasajes…por Internet.
Si a esta continua expulsión de empleados le sumamos que las peores pasiones humanas son las que mandan en el sistema productivo y de comercialización internacional (ambición, egoísmo, avaricia, etc.) el panorama se complica. Y mucho.
Recientemente, miles de obreros chinos empezaron a exigir aumentos de sueldos, porque ya no están dispuestos a trabajar jornadas de 12 a 15 horas por día por salarios misérrimos. La consecuencia es que China, la actual “fábrica del mundo”, está dejando de ser vista con buenos ojos por las compañías multinacionales, debido al aumento del costo de la mano de obra.
Por las dudas, ya hay especialistas recorriendo otros países más pobres en donde, literalmente, se puedan trasplantar las fábricas que todavía están produciendo en el gigante asiático. Vietnam y Camboya aparecen como los más apetecibles.
Por otra parte, el aumento de las expectativas de vida de la población ya está alterando el sistema de jubilaciones en varios países desarrollados. En Alemania, los Países Bajos y Dinamarca ya están preparándose para que las personas se jubilen a los 67 años y el Reino Unido es un poco más audaz: a los 68 años. Mientras, el resto de los países de la Unión Europea avanza en el mismo sentido. Y el resto del mundo los seguirá.
Nada halagüeño.
Lo único bueno que le pude encontrar a este análisis de la relación entre la tecnología y la humanidad es lo que le espera al joven técnico que me miró como un dinosaurio: dentro de unas cuantas décadas quizás podrá ver en pantallas de 500 pulgadas y 5D mundiales de futbol organizados por la FIFA: “Sub-40” o “Sub-50”.
Eso sí… es más que probable que los partidos sólo duren unos 20 minutos.©