Un Piazzolla del acordeón de sangre chamamecera
Antonio Tarragó Ros, además de compositor y cantante, es un mago del acordeón -ese primo del bandoneón arrabalero del tango- instrumento que en las manos de un correntino de ley se inspira en las subidas del río Paraná y las fiestas a la luz de las estrellas en los ranchos y escenarios provincianos.
Nacido y criado en Curuzú Cuatiá, no fue sino hasta que se reencontró con su padre, homónimo y chamamecero de ley que por ese entonces vivía en Rosario, que Antonito se enamoró del acordeón y los ritmos litoraleños.
Su historia musical se asemeja, en cierta forma, a la del más grande del bandoneón tanguero; al igual que Astor Piazzolla, Antonito era un trasgresor, un revolucionario en la forma de tocar el instrumento, por lo que al comienzo era considerado como sapo de otro pozo y mirado de reojo por los chamameceros de entonces.
Virtuoso del instrumento litoraleño, nunca temió mezclarse con músicos de otros géneros, siendo venerado por muchos fanáticos del tango y el rock. Sus composiciones más famosas, Canción para Carito, María va (magistralmente interpretadas por Mercedes Sosa, entre otros), Por Santa Rosa me voy al río, El cielo del albañil y Jineteando la vida, pusieron al litoral y su música en el foco de millones de argentinos que anteriormente despreciaban el chamamé como forma musical vulgar y sin demasiado vuelo artístico.
En 1995, Tarragó Ros recibió el Premio Konex (Diploma al Mérito) como uno de los cinco mejores compositores de folclore argentino de la década.
Si discografía se compone de más de 40 discos y unas 800 canciones registradas.¤
BUEN DÍA FLOR DE NARANJO
de Antonio Tarragó Ros
Me gusta inventar la historia
de esa niña del retrato.
Que un día llegó a mis manos
y nunca supe quién es.
Tan dulcemente me mira
como pidiéndome algo
y a mi se me ocurre triste
y así no quiero que esté.
Su padre tal vez se ha ido
tempranito para el campo
y la madre le ha mandado
a vender rosquita y miel.
Del brazo de su canasto
con su muñeca de trapo
que se le parece tanto
me pregunto adónde fue.
Mirándola
le suelo hablar
que linda estás
mitá cuñá
Que tonto soy
se me hace a mí
que sonreirá
feliz, feliz
Carita de no me olvides
viene por la calle vieja
orillando la mañana
pichoncito de teteu.
Mis hijos también la miran
con ese amor solidario
que saben tener los niños
así enchamigándose.
Buen día, Flor de Naranjo
tengo ganas de decirle
y sacarla del retrato
y mimarla, yo no sé
Quizás ya olvidó el instante
que esa foto ha conservado...
Me pregunto qué habrá sido
de su infancia y de su miel.
Mirándola
le suelo hablar
qué linda estás
mitá cuñá.
Que tonto soy
se me hace a mí
que sonreirá
feliz, feliz.
Como a mitad de camino
la niñita se ha quedado.
Habrá encontrado la estrella
que perseguían sus pies?