Descubre su significado y uso en la cultura gaucha argentina
Potrillo
La palabra “gurí” no tuvo en la pampa mayor aplicación; los genéricos fueron muchacho y chico o chicuelo, pero cuando se quería hacer resaltar la diferencia con los mayores, se le llamaba “potrillo”, “pollo”, pichón” y “cachorro”, es decir, lo que recién se está criando, lo que no ha llegado todavía a su completo desarrollo y que, en consecuencia, carece de los conocimientos, la experiencia y la autoridad de los mayores.
Sillón
Se le llama “sillón” al caballo que tiene la columna vertebral arqueada en forma cóncava; la cruz y la grupa quedan así a mayor altura.
Este defecto es muy común en los animales que son ensillados demasiado jóvenes, cuando las vértebras no tienen todavía la resistencia necesaria para aguantar pesos de cierta consideración.
Voraciar
“Voraciar” o voracear —ya que debe derivarse de voraz— es, por su sentido en ciertos casos, un verdadero vocablo argentino. Se lo usa para significar los esfuerzos de alguien que trata de destacarse, superando los hechos o acciones de los demás y sirve, otras veces, para ridiculizar todo aquello que, por presentarse muy abultado en sus proporciones, hace pensar en su falsedad.
Así, cuando alguno cuenta un acto de valor, de habilidad, de generosidad, etc., que excede lo natural, o se presenta a sí mismo como capaz de realizar ciertas cosas que los demás saben difíciles, la incredulidad se manifiesta en este comentario lleno de ironía: ¡voraciador el hombre! o ¡Qué modo de voraciar!, que es lo mismo que decirle mentiroso, exagerado, angurriento, atropellador, etc.
Generala
En las pulperías, especialmente después de una jugada, el gaucho que andaba “chalado” —con plata— se congraciaba y se daba tono haciendo servir “una generala”, o sea, una vuelta de copas para todos los presentes, conocidos o no.
Las “generalas” eran aprovechadas por los que habían perdido hasta el último centavo y por algunos negros y gauchos pobres que se pasaban las horas muertas en el boliche, esperando una de esas oportunidades que les permitiera “matar un gusano” o “despuntar el vicio” con una copa de alcohol: caña, ginebra, etc., y a veces, agregar también algo sólido: sardinas, queso y dulce, nueces, pasas, etc., “para no marearse con la bebida”, según decían ellos para justificar la “voraciada”.
Compilado por Carlos Avilas del libro “Voces y Costumbres del Campo Argentino”, de Pedro Inchauspe, publicado en 1949. ¤