La pionera del tango femenino
En el rico crisol del tango argentino, donde las notas se entrelazan con historias de pasión y melancolía arrabalera, emerge la figura inmortal de Rosita Quiroga, con un legado que perdura, recordándonos que fue una de las primeras mujeres en dar voz al género que define el espíritu de Argentina.
Proveniente de una familia humilde, había nacido el 16 de enero de 1896 en Buenos Aires y su nombre de origen era Rosa Rodríguez Quiroga de Cappiello. Fue criada en el pintoresco barrio de La Boca, en donde absorbió el lenguaje del lunfardo canyengue, entrelazando su destino con los compases musicales desde su más tierna infancia. Allí, en esas calles empedradas, vestidas de conventillos y con el bullicio del puerto, encontró su musa, hilvanando con maestría las palabras y los acordes que darían vida a sus canciones, las que supo fusionar con la influencia de los primitivos payadores.
Rosita Quiroga es considerada una cantante y compositora pionera de las grabaciones de disco con sistema eléctrico. Fue el arquetipo femenino de lo arrabalero, pero con una cadencia especial distinta a todas. Sus primeros pasos en el mundo del tango fueron atrevidos y decididos, siendo única en su estilo.
El periodista Jorge Göttling la llamó “La Piaf del arrabal porteño”. A la edad de siete años, comenzó a estudiar guitarra bajo la tutela del maestro Juan de Dios Filiberto, un vecino cuya sabiduría musical sería fundamental en su formación. Desde entonces, el instrumento se convirtió en una extensión de su ser, una herramienta para expresar las emociones más profundas de su alma. Con el correr de los años, Rosita encontró en el tango su verdadera vocación. En los inicios de la década de 1920 comenzó interpretando canciones criollas, cantando a dúo con Rosita del Carril (Rosa Pérez) con quien grabó discos.
Su talento no pasó desapercibido, y pronto cautivó a los directivos de la discográfica RCA Víctor, quienes le brindaron la oportunidad de grabar “Siempre Criolla”, su primer tema en 1923, una grabación que marcaría el inicio de su carrera. Pero fue en 1924 cuando Rosita Quiroga dejó una huella imborrable en la historia del tango al convertirse en una de las primeras mujeres en grabar en este género musical, con su interpretación magistral de “La Tipa”, del guitarrista Enrique Maciel, con letra de Enrique Maroni, que resonó en los corazones de los aficionados al tango, y la estableció como una figura destacada en la escena musical.
La musa mistonga del tango
Quiroga fue la primera mujer que cantó tangos en LOX, luego en LR10 - Radio Cultura, tras lo cual el diario La Nación del 27 de octubre de 1924, la situaba en el segundo lugar entre los cinco números principales de la radio.
El éxito y la popularidad llegaron rápidamente para Rosita Quiroga; su voz única y su estilo inconfundible la llevaron a ser la estrella del sello Víctor, convirtiéndola en la cantora de tangos con mayor cantidad de grabaciones después de Libertad Lamarque.
El 1 de marzo de 1926 alcanzó un hito importante al convertirse en la primera artista argentina en realizar cuatro grabaciones eléctricas, que por el orden y número de matriz, el primero y exitoso fue “La Musa Mistonga”, del pianista Antonio Polito y el poeta Celedonio Flores, quien a su vez le creó 24 temas exclusivos para ella, entre ellos “Beba”, y “Muchacho”, con música de Edgardo Donato, “Audacia”, de Hugo La Rocca , “Contundencia”, de Mario Micchelini, y “Carta Brava”, con música de ella misma.
A lo largo de su carrera, Rosita deslumbró con su talento en los escenarios de Argentina y en el exterior.
El 9 de junio de 1930, la revista anunciaba sus últimas novedades para el sello Víctor: el tango “El cantar de aquel malevo”, de Rodolfo Sciammarella y Andrés González Pulido, y la habanera “Alma de novia”, de Antonio Polito. También registró en la Biblioteca Nacional “¡Desencanto a volar!”, las comedias breves, “Se necesita un marido” y “El casamiento de Gregorio”, firmadas como Rosa Rodríguez Quiroga y Héctor Vozza.
El 10 de febrero de 1931, en la cúspide de su éxito, decide retirarse de la vida artística continuando con algunas esporádicas presentaciones en radio. En 1938, viajó a Osaka, Japón como la primera representante del tango que actuó en ese país, dejando una impresión imborrable en la audiencia japonesa, donde nuevamente regresó en 1970 para asistir a la inauguración de una peña tanguera que lleva su nombre.
Luego de aquel impasse, Quiroga retornó a la escena discográfica en marzo de 1952 e hizo cuatro temas. En 1976 participó de la película “El canto cuenta su historia”, donde canta uno de sus más grandes éxitos, “Puente Alsina”, de Benjamín Tagle Lara.
A principios de la década del 80 trabajó para el Canal 11 de Buenos Aires, en los programas conducidos por Eduardo Vergara Leuman, en el ciclo “La botica del tango”.
Su despedida final se produce en 1984, 32 días antes de su fallecimiento a los 88 años, ocurrido el 16 de octubre de 1984, cuando graba a pedido del poeta Luis Alposta el tema de su autoría “Campaneando mi pasado”, canción que marcó el final de una era. ¤
Fotografía – Restauración: FQ.
Colaboración: @facundoQuiroga