Un negocio típico en los tiempos gauchescos
Repasando el libro de Don Pedro Inchauspe, “Voces y Costumbres del Campo Argentino” (1949), encontré una nota que me trajo recuerdos de mi niñez en Salliqueló, un pequeño pueblo que está situado a 40 leguas antes de llegar a la pampa, en la provincia de Buenos Aires.
La nota trata sobre “La Pulpería” y en mi pueblo, solamente a una cuadra de mi casa, había un viejo almacén que por sus características debía ser una vieja pulpería. Recuerdo que allí en el patio trasero se jugaba a la taba y también a los naipes, por lo general en días domingos. Lindos recuerdos de mi niñez, cuando recorría las calles de mi pequeño pueblo montado en mi petisa tobiana.
Bueno, ahora les cuento sobre la pulpería:
La pulpería, o casa de negocio del antiguo campo argentino, vendía todas aquellas cosas que los pobladores podían necesitar: telas, comestibles, remedios, ropas, artículos de talabartería, y los “vicios” como tabaco, papel para armar cigarrillos, yerba, caña, vino, etc.
Allí se reunían a beber y conversar los gauchos de los alrededores y los forasteros que iban de viaje; el pulpero los atendía desde atrás de una reja de hierro o madera, reja que le servía de protección de borrachos y los asaltos, cosa frecuente en aquellos tiempos en que el dinero andaba escaso.
En la pulpería había siempre una o dos guitarras para que hicieran sus habilidades los cantores; allí se daban y se recibían toda clase de noticias, se jugaba a los naipes, dados y taba, se realizaban riñas de gallos y se concertaban y corrían las carreras de caballos, las famosas “cuadreras.”
El distintivo de las pulperías era un banderín blanco, que se izaba bien alto para que los distinguieran desde lejos. En las pulperías en las que también se vendía carne, el banderín que la señalaba era colorado.
Qué lindo recuerdo, ¿verdad? ¤