El Pericón Nacional es un baile representativo típicamente argentino.
En mis tiempos de niño lo veía bailar a mis padres en El Círculo Criollo “El Rodeo”. Era una danza en la cual participaban todos, tanto bailarines jóvenes como así también los mayores de edad. Este baile tenía un bastonero que, aunque no bailaba, era el que iba marcando los distintos movimientos a seguir durante el baile. Por ejemplo, “balance”, “paseíto al campo”, “ella corona al gaucho”, “el gaucho corona a ella”, “cargadita al hombro”, “puentecito", o “vuelta redonda del paisanaje”.
El baile tenía también su parte de buen humor, en el momento de las llamadas relaciones, donde uno decía un verso con picardía criolla. Recuerdo una donde el paisano le dice a su pareja y va así: “Qué le digo yo a esta moza pa' que se ponga contenta, querés que vaya a tu casa y te revuelva la polenta?” Y la moza contestaba” “Me parece que a este mozo le gusta mucho mucho la polenta. Mejor revolvérsela a tu hermana pa' que se ponga contenta”.
Aquí les presento la historia del Pericón contada en el libro “Voces y Costumbres del Campo Argentino”, de Pedro Inchauspe, amigo de mi papá, e impreso en 1949:
EL PERICÓN
El Pericón no fue tan popular como el “gato”, pero eso se explica por ciertas dificultades naturales, dificultades que alcanzan también a otros bailes de la época y conspiraban contra su práctica frecuente: la música y el número de parejas necesarias.
El último de los gauchos sabía rasguear y cantar un gato; una mujer y un hombre bastan para bailarlo. En cambio, el pericón, danza grave, requería un músico y cantor con especial versación de una cantidad de figuras y movimientos que se ejecutan a medida que éste los ordena o, en su defecto, un director, al que se le llama “bastonero”.
El “bastonero,” aunque no bailaba, era elegido con sumo cuidado, pues de su ingenio, de su inventiva para matizar las órdenes y los momentos con ciertos truécanos picarescos, dependía, en gran parte el éxito de la danza.
Los gauchos llamaban al pericón “baile de cuatro”, por ser éste el mínimo de bailarines necesarios, aunque puede aumentarse la cantidad —siempre en número par—con lo que el baile gana en duración y en atractivos. Como es fácil comprender, no siempre en una reunión improvisada podía contarse con todos esos elementos y por ello es que el pericón no alcanzó la difusión de otros bailes de su época. ¤