Llenas de tradición y cultura
Hacerse sonar las paletas
El abrazo de los amigos que se encuentran después de una separación más o menos prolongada, va acompañado de efusivas y sonoras palmadas que cada uno da en la espalda del otro, en las “paletas” -omoplatos- según el decir campero.
Luego “hacerse sonar las paletas” es abrazarse dándoles fuertes palmadas en la espalda, como expresión de una alegría desbordante.
Tomo y obligo
El “tomo y obligo” que se usaba en las reuniones de pulpería, era invitación cordial y nunca rehusada cuando se estaba en rueda de amigos; tenía carácter particular si se empleaba con una o más personas determinadas y general si comprendía, indistintamente, a todos lo presentes, conocidos y desconocidos.
“Tomo y obligo” significaba: “Bebo y pago, pero impongo a ustedes la obligación de tomar conmigo”.
La frase dió lugar, muchas veces, a entredichos desagradables, pues el que quería imponer una “generala” podía tropezarse con un desconocido medio arisco a las confianzas u otro individuo que le tuviese inquina por algún motivo particular, y que despreciase el convite diciendo:
“¡Yo sólo bebo con mis amigos!” -o más agresivamente aún- “¡Yo no tomo más que con la gente!”
Y ya estaba en puerta la inevitable pelea.
Otras veces los “tomo y obligo” menudeaban impuestos por unos y otros ya que ninguno quería ser menos en aquella contienda de generosidad y camaradería.
Hacerle la cruz
Al que muere, se le entierra; ya no cuenta entre los vivos; se ha ido para siempre; lo postrero que se hace por él es la cruz que se coloca en su tumba; eso significa que ya no ha de volver, puesto que nadie vuelve del otro mundo.
Así, para el gaucho, “hacerle la cruz” a una cosa cualquiera: una amistad rota, un caballo extraviado o robado, una esperanza frustrada, era considerarla definitivamente perdida, tan perdida como si estuviera muerta. Por eso, “le hacía la cruz”.
Compilado por Carlos Avilas del libro “Voces y Costumbres del Campo Argentino”, de Pedro Inchauspe, publicado en 1949.¤