“Para un misionero, su lugar es el mundo”
Argentinos, ya lo sabemos, hay en todos lados. Pero cuando a uno le llegan noticias de que hay un cordobés afincado en la ciudad de Murmansk, en la Siberia rusa, al menos afina el oído para enterarse qué hace por allá. Y cuando le dicen que está por inaugurar la primera iglesia católica dentro del Círculo Polar Artico, no puede menos que intentar hablar con él.
Aunque parezca increíble y gracias a los avances de esa nueva tecnología que a veces uno tanto aborrece, fue más fácil ubicar al padre Juan Sarmiento en una de las regiones más inhóspitas de la Federación Rusa que a muchos personajes porteños del barrio de Palermo o Barracas. Ubicada dentro del paralelo 68 dentro del Círculo Polar, la ciudad de Murmansk está rodeada al norte y al este por las aguas del Mar de Barents y linda al oeste con los extremos meridionales de Finlandia y Noruega; a 1422 km al sur se encuentra la histórica ciudad de San Petersburgo. Su gente vive de lo que llega o sale del puerto, fundado en 1915, y que fue por muchos años la conexión principal del norte de Rusia con el mundo occidental. Hoy el puerto es el punto neurálgico de la ciudad, la fuente principal de trabajo para los habitantes de la zona, en donde se encuentra una importante base naval y por donde cada día ingresan toneladas de pescado.
Luego de estudiar en Córdoba y de misionar en Florencio Varela, el padre Sarmiento recaló en España para estudiar Teología Pastoral durante tres años. Cuando se solicitó un sacerdote para trabajar en Rusia, allí fue él.
El pasado 11 de noviembre acaba de consagrarse la Iglesia San Miguel Arcángel, luego de una laboriosa construcción en la que, dado el aislamiento de la ciudad y su escasa población, participaron obreros exiliados de distintos países nórdicos y hasta convictos locales.
“No se es cristiano por decreto” dice el padre Sarmiento, “sino por convencimiento y una decisión personal. Llega un momento en el que la fe te llama a poner en práctica ese convencimiento”. A este argentino la fe lo llamó desde bien, bien lejos, y le habló con muy pocas palabras y en un idioma extraño que él, sin embargo, supo entender como si lo conociera desde siempre.
¿Cuándo y en qué circunstancias llegó a Rusia?
A Rusia llegué en el año 1997. Inicialmente me establecí en la ciudad de Krasnoyarsk, en Siberia, en donde hay una comunidad claretiana y me dediqué a estudiar el idioma, y después de dos años me fui a San Petersburgo. Allí el obispo católico con residencia en Moscú pidió la presencia permanente de un sacerdote en Murmansk para atender la parroquia San Miguel Arcángel, así que ahí fui yo.
¿Se imaginó alguna vez que iba a terminar en la Península de Kola, un lugar tan alejado de su Córdoba natal y uno de los rincones más inhóspitos del planeta?
No, pero cuando un misionero entra al seminario tiene bien en claro que su misión no es para un lugar determinado; su lugar es el mundo. Siempre aspiramos a estar en los lugares en donde más se nos necesita, y por eso estamos aquí, en donde había una comunidad católica sin sacerdote. Aquí en Murmansk hay católicos provenientes de Bielorrusia, Ucrania, Polonia, más algunos descendientes de alemanes que llegaron aquí hace 90 años para trabajar en la construcción de la ciudad, el puerto y las líneas férreas. Hasta la fecha no habían tenido la oportunidad de contar con un sacerdote católico permanente en la zona, ya que el sacerdote debía llegarse desde San Petersburgo, pero sólo podía hacerlo una o dos veces al año.
¿Quiénes son los Misioneros Claretianos y qué los diferencia de otras denominaciones católicas?
Bueno, nosotros somos una congregación misionera fundada por San Antonio María Claret en 1849 y desde entonces es una congregación que ha crecido mucho. Estamos presentes en todos los continentes; recientemente hemos recuperado nuestra presencia en China y aquí en Rusia estamos presentes desde que se dio la “perestroika”, al igual que otras congregaciones religiosas como los franciscanos, los jesuitas, etc. En estos momentos somos un grupo de cinco misioneros, de los cuales dos estamos en Murmansk y tres en San Petersburgo.
Cuéntenos qué lo sorprendió del clima y de la geografía de la tundra, una vez que llegó a la zona...
Lo que nos sorprende a todos es la noche polar, que comienza a finales de octubre. Ya en estos últimos días de noviembre recién se empieza a ver un poco de luz al mediodía, pero dura nomás hasta eso de las 2 de la tarde, cuando comienza a anochecer. También sorprende cuando en junio y julio tenemos sol permanente a lo largo de todo el día y de lo que sería la noche. En cuanto a lo cultural y religioso, nos sorprende la alegría de la gente que a pesar de tantos años de persecución, de dolor y marginación, no ha perdido la fe. Por el contrario, la “llama de la fe”, como solemos llamarla, nunca se apagó, sobre todo en las abuelas, que en tiempos de persecución seguían bautizando a sus hijos y nietos en sus casas, dando catecismo en lituano, en polaco, etc.
Tengo entendido que usted llegó a Murmansk cuando aún no existía siquiera una humilde capilla.
No... no había absolutamente nada. Cuando llegamos a Murmansk nos instalamos con otro compañero en un hotel, mientras tratábamos de ubicar a dos católicos que vivían en la zona. Recuerdo como si fuera el día de hoy que en la primera misa éramos cuatro personas, y de a poquito fuimos encontrándonos entre todos. Yo calculo que debemos ser unos 300 los católicos de por aquí. Dos veces al mes, cuando el tiempo lo permite y no hay nevadas ni hielo en el camino, recorremos entre 200 y 400 km para encontrarnos con pequeños grupos de católicos dispersos por la región. Lo que pasa es que la parroquia es inmensa; para darte un ejemplo, puede ser grande como toda la provincia de Córdoba, y los únicos sacerdotes somos nosotros: quien te habla y el hermano Joseph, un alemán que ha trabajado durante ocho años en Siberia y aún está en la misión.
¿Cuándo han comenzado con la construcción de la iglesia y para cuándo planean terminarla?
La iglesia se comenzó a construir en agosto del año pasado y está casi finalizada. Aún faltan algunos retoques, pero ha sido consagrada el pasado 11 de noviembre. Estuvieron presentes gente de la gobernación, de la administración, los cónsules de Polonia, de Bielorrusia y el de Lituania, y representantes del Ministerio del Interior de la Federación Rusa con sede en Moscú. Todo esto ayudó a dar a conocer a nuestra comunidad, ya que aún necesitamos mucha ayuda para poder seguir.
¿Adónde se juntan por el momento?
Seguimos juntándonos en un piso que tenemos para uso litúrgico, aunque calculo que para finales de diciembre, para la época de Navidad, la iglesia ya va a estar totalmente habilitada y equipada.
Me imagino que el clima y el aislamiento deben ser factores que dificultan la construcción...
Sí, la construcción inicialmente tropezó con un gran obstáculo que es el hielo. A más de doce metros de profundidad ya nos encontramos con duras capas de hielo, por lo que es muy difícil poner los fundamentos del edificio. Aprovechamos para construir fuerte durante el mes de agosto, cuando el clima es más benigno. Otro problema es la temperatura, ya que especialmente desde diciembre hasta febrero, las temperaturas llegan hasta 28º bajo cero y se hace imposible que el cemento adhiera, y cosas así. Por otra parte, el viento, que en esta época sopla desde el norte y trae un frío tremendo desde el Mar de Barents, también complica mucho las cosas.
¿Quién es San Miguel Arcángel y por qué eligieron su nombre para la iglesia?
San Miguel es uno de los arcángeles que aparecen en La Biblia; San Miguel es el defensor, el que custodia la entrada al Paraíso, aquel que nos resguarda de todo peligro y todo mal. Y creo que ya hace rato que nos defiende muy bien a todos por aquí. Cerca de Murmansk hay una región que se llama Arcángel, por lo que nos pareció que San Miguel Arcángel era el nombre más adecuado para la iglesia, ya que nos recuerda que sólo Dios es el absoluto y lo que debe primar en nuestra parroquia. La iglesia ya tiene su icono, un icono inmenso pintado por un pintor ruso de San Petersburgo, que ya tiene su lugar dentro de la iglesia y allí nos custodia y es el centro de devoción de muchísima gente.
¿Usted ha tomado parte activa en lo que se refiere a la construcción de la iglesia?
Todo ha sido organizado, proyectado y ejecutado por una compañía y obreros rusos con la ayuda de católicos de otros países, especialmente de España. También de la gente local, que a pesar de sus estrechos salarios nunca han dudado en colaborar. En todo esto yo he sido el director, por así decirlo, pero un director sin orquesta no es nada; esto ha sido un esfuerzo conjunto.
La famosa burocracia rusa seguramente ha sido un factor tan importante como las inclemencias del tiempo para sacar adelante este proyecto...
Sí; primero tuvimos que lograr que nos dieran un espacio en donde construir y después conseguir los permisos; esto que te digo ahora de una manera tan rápida nos costó mucho tiempo, muchos dolores de cabeza, muchos momentos de soledad y de dudas. La construcción en sí ha sido rápida, pero todo lo que ha llevado a ella fue un proceso burocrático muy largo, porque necesitábamos también que se reconocieran los derechos de los ciudadanos rusos, de una comunidad católica que estaba sin un templo en donde profesar su fe.
¿Y ya ha pensado de qué va a hablar durante su primera misa?
Sí, tengo pensado expresar mi agradecimiento a la comunidad católica por la paciencia y por las ganas que tuvieron de seguir adelante a pesar de todas las dificultades. Todo esto lo dije durante la misa de consagración y lo pienso repetir.
¿A qué se dedican los habitantes de Murmansk?
El 90% se dedica a todo lo relacionado con la industria pesquera; las aguas del mar de Barents, que bañan las costas de Murmansk, no se congelan, porque hay una corriente cálida que permite que el puerto trabaje durante todo el año.
¿Qué etnias habitan la zona y qué religión profesan en su mayoría?
La gente es de raza eslava y una gran mayoría son bautizados en la Iglesia Ortodoxa Rusa, aunque diría que los que realmente practican activamente la religión serán más o menos un 40% de ellos.
¿Cómo calificaría las relaciones con otros grupos religiosos, en particular con los ortodoxos, teniendo en cuenta que son la gran mayoría?
Gracias a Dios la relaciones son muy buenas, relaciones fraternales, de entendimiento, e incluso estamos buscando caminos para lograr esta tan anhelada unión de todos los cristianos, al igual que con la Iglesia Luterana, la Bautista y la Pentecostal, que también están presentes en Murmansk.
De otros argentinos que vivan por allí, ni hablar...
En Murmansk no; en San Petersburgo sé de otros argentinos, como una chica de Córdoba que es profesora de idioma español en la Universidad, más la gente que trabaja en la embajada y el consulado... pero por acá no.
¿Qué es lo que más extraña de Córdoba? Más allá del clima, supongo...
Lo que más extraño, más allá del clima, son las comidas, especialmente las carnes argentinas que son tan ricas...
¿Qué se come por allí?
La comida base es el pescado, como no podría ser de otra manera. Pero volviendo a lo anterior, también se extraña la forma de expresar la fe que la gente tiene en toda América Latina. Claro que esto aquí también tiene su riqueza: aquí la gente es mucho más sencilla a la hora de expresarse, mucho más callada, más silenciosa. Nosotros somos más de fiesta, un poco italianos, un poco españoles... la sangre eslava es muy distinta a la latina y eso se ve en todas sus manifestaciones.
¿Tiene planeado establecerse definitivamente allí en Murmansk o se imagina viviendo en algún otro lado?
No, ya he iniciado los trámites en Rusia para lograr la residencia permanente. Primero, porque es mi deseo seguir trabajando aquí; segundo, porque se agilizan muchas cosas a nivel legal. Pero, por otro lado, al formar parte de una congregación misionera tengo que tener presente que el misionero no está para establecerse en ningún lado en particular, sino para ir allí donde se lo necesite.
Para colaborar con el Padre Sarmiento y la parroquia de San Miguel Arcángel de Murmansk, Rusia, ingresar a:
http://smiguelarcmurmansk.blogspot.com