Amuleto mágico del litoral argentino
Vamos a referirnos hoy a un elemento mágico dentro de las creencias del litoral. Tal vez ninguna otra costumbre o creencia haya trascendido al resto del país dentro de lo que es el repertorio folclórico del litoral como el payé.
En tiempos prehispánicos, se denominaba payé al curandero de la tribu. Poco después, este nombre pasó a designar el objeto que se elaboraba para hacer el bien o el mal, significado que tiene en nuestros días.
La persona que confecciona un payé, por lo menos en nuestro litoral, es curandera, o al menos médica, dando a esta palabra no el significado al que estamos acostumbrados en la ciudad, sino al de la persona que tiene la facultad de curar.
Si tuviéramos que definir al payé con palabras de general comprensión, diríamos que se trata de un amuleto o talismán. Pero no se trata de objetos que de por sí tengan la virtud de ser payés, como podría ser, dentro de la superstición ciudadana, la pata de cabra que da suerte o la herradura de siete clavos. El payé, para tener tal condición y poder, debe ser consagrado. Este es un acto complejo que debe reunir determinados requisitos según el fin para el que se lo confeccione. Es, además, personal. Es decir, tal amuleto ejercerá todo su poder en posesión de la persona para la que fue elaborado. La tenencia de un payé implica una serie de obligaciones. Periódicamente se debe rezar o velar al payé, según su destino. Ello refuerza su acción y lo mantiene siempre eficiente.
Asimismo, oportunamente hay que darle un reparador descanso. Una vez que el amuleto ha ejercido su acción -ya sea de defensa, ofensa o logro de algún amor-, debe ser sometido a un descanso de unos siete días, según estiman los entendidos. Cuando no se cumple esta elemental obligación, el poseedor comienza a sentir molestias corporales, mentales o espirituales. Es que el payé se está enojando por el esfuerzo excesivo a que se le somete.
Precisamente, un dicho lo confirma: “payé malo si descansa no falla”.
El día viernes -y si es Santo mucho mejor- es un día clave para los payés. Generalmente en ese día se realizan los complejos trámites de su preparación, y también debe aprovecharse ese día si se lo quiere quebrar. Aclaremos esto: muchas veces el payé ejerce su acción maléfica contra su poseedor. Ese problema se soluciona, muchas veces, dejando de lado el amuleto, pero en oportunidades el desasosiego, la nerviosidad que produce tal desgracia continúa, por lo que es necesario recurrir al payesero a fin de que lo quiebre. En estos casos se aconseja que el payé enojado se debe destruir en las primeras luces de un día viernes e inmediatamente beber la infusión que el payesero le prepara utilizando la contrayerba que crece entre los pastos y que no es fácil de encontrar.
Notable es la influencia que tiene el payé en los campos correntinos y del litoral en general. Pocos son los asuntos que se encaran sin el auxilio del payé adecuado. Ninguna gestión de amores se inicia si antes no se logró el apoyo del payé específico. Todas las situaciones de la vida necesitan y tienen sus payés: para andar bien en el trabajo y ganar dinero, para realizar las tareas del campo con maestría, para andar bien en amores, para salir airosos en las peleas, etc. ¤