PIERO DELLA FRANCESCA (Parte segunda)

PIERO DELLA FRANCESCA (Parte segunda) Con solamente tres pinturas: “El Bautismo de Jesús”, “La Flagelación de Cristo” y “La Resurrección de Jesús”, Piero Della Francesca, tras un intervalo de olvido, llega a la posteridad como uno de los más grandes pintores del Renacimiento.
En “La Resurrección de Jesús”, para acentuar el carácter simbólico y sagrado de la representación, Piero hace coincidir el eje horizontal con el borde del sarcófago y hace que el eje central divida por la mitad la figura de Cristo en un esquema perspectivista elemental.
Esta pintura la realizó en su ciudad natal, y eso fue una obra profundamente nueva en cada uno de sus detalles, porque reabsorbe los datos tradicionales, como la simbología que se refiere al paso del invierno a la primavera (paisaje desnudo a la izquierda, verdoso a la derecha) y de la noche al día (abajo los durmientes, sobre el cielo la luz del alba). Es propia de todas las civilizaciones agrícolas, es la simbología antiquísima, que con la perspectiva misma que está empleada acentúa la grandiosidad de la figura del Cristo resucitado.
El horizonte está relativamente bajo (a la altura del borde del sarcófago) y el eje central coincide exactamente con la figura de Jesús, convirtiéndolo en una pilastra sobre la que se organizan todos los demás elementos de la composición.
Y así en la pintura vemos, mucho más que al hijo de Dios capaz de resurrección, a un símbolo de la dignidad humana.
Porque en la actitud de Jesús, serena, vemos al triunfador que obtiene justicia sobre fuerzas que parecerían superiores.
Sostiene la bandera cruzada con el brazo derecho, y con la izquierda recoge la toga y descansa sobre la pierna que se apoya en el borde del sepulcro. Su cabeza se yergue y sus ojos nos miran de frente, sin hacernos reproche alguno, sublimando a un solo hombre en actitud de descanso, simplemente de triunfo.
Adquiere la obra una esencia poética divina, por la armonía de la construcción, porque la geometría es la verdadera divinidad de la obra, como ocurre en todas las pinturas de Piero.
Pero además la geometría y la ausencia del gesto desmesurado, de acción, la diferenciarán en la representación de iguales temas de lo que más tarde caracterizarían el manierismo y el barroco.
En la obra “El Bautismo de Jesús”, nos presenta el solemne momento del bautismo, con una misteriosa quietud, y logra plasmar, toda la austeridad, el equilibrio y la perfección de un cuerpo geométrico o una actuación matemática.
La meticulosa atención del artista por la naturaleza se manifiesta con el cuidado con que pinta los elementos secundarios, como las hojas de los árboles y el reflejo de las montañas en el agua. Ilustra el preciso momento del Bautismo. San Juan vertiendo agua sobre la cabeza de Cristo y el Espíritu Santo descendiendo en forma de paloma. Los ángeles a la izquierda asombran por su naturalidad; véase como uno apoya la mano en el hombro de otro lo que humaniza su traza estatutaria. Invitaba el ángel de la derecha a unirse al sacro acontecimiento y las resplandecientes alas del de la izquierda se equilibran con los vivos colores de las ropas de los prelados reflejados en el río Jordán.
Trasladó Piero la escena del bautismo de Palestina a Italia, para acercar la historia a sus paisanos. El río serpenteando se pierde en la lejanía. Tropieza empero también como otros artistas de su época con el paisaje. Es capaz de dominar el primer plano y los fondos pero tiene dificultades para encadenarlos con la media distancia. Si bien los meandros del río consiguen en parte esta unión, debe enmascarar hábilmente el problema agrupando las figuras que tapan la media distancia.
La figura de Cristo ocupa el centro del cuadro, y la línea central recorre sus manos unidas, el hilo de agua que cae del cuenco y la paloma, para morir en el ápice del arco que remata el panel. San Juan precursor y mensajero de Cristo vivía en el desierto bautizando a cuantos acudían al río Jordán, siempre se lo pintó desaliñado y cubierto de pieles.
Las colinas del fondo sirven de contrapunto a la línea formada por las cabezas del primer plano. Ambas líneas se juntan hábilmente para formar una cadena rítmica que recorre el cuadro. La composición es un cuadrado y un círculo. El cuadrado representa la tierra y el círculo el cielo.
El Bautismo es el momento en que el espíritu de Dios penetra en el cuerpo terrenal de su Hijo.
Algunas opiniones de Giovanni Privitali.

PIERO DELLA FRANCESCALA DIVINA COMPOSICION
La composición se basa en un cuadrado y un círculo. El cuadrado representa la tierra y el círculo el cielo. El bautismo es el momento en que el espíritu de Dios penetra en el cuerpo terrenal de su hijo. Ø

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