El pibe de La Paternal
En la historia del género, emerge la destacada figura del compositor y director de orquesta Osvaldo Fresedo, un hombre que con su música trascendió las fronteras del tiempo y el espacio. Nació en el ámbito de una familia de buena posición económica. Cuando tenía diez años de edad y después de varias mudanzas, su padre, Nicolás Fresedo, decide trasladarse con su hogar a los suburbios de La Paternal, un barrio apartado del centro, algo humilde y característico en su bullicio popular, que hizo descubrir a Fresedo que su corazón latía con el tango al compás del bandoneón.
Con el bandoneón en las venas
De adolescente abandonó el colegio para aprender a ejecutar el fuelle. Para ese entonces, ya había recibido las primeras lecciones de música por parte de su madre Clotilde García, una profesora de piano.
Desde sus inicios, Fresedo supo forjar una trayectoria marcada con su sello, dejando en su legado artístico un extenso repertorio con más de 1.250 grabaciones que hoy dan fe en el acervo cultural tanguero. Su estilo innovador y su capacidad para fusionar con otros géneros musicales lo convirtieron en un referente primordial, con una herencia que continúa influyendo en la música popular argentina. Su obra, que sigue siendo interpretada y grabada por músicos de todo el mundo, simboliza su prodigioso talento.
De La Paternal a Europa
En su recorrido, Fresedo se unió a las orquestas más célebres de la época de la Guardia Vieja. En 1913, comenzó a tocar en público integrando un terceto juvenil, del que también formaba parte su hermano, el compositor y letrista Emilio Fresedo, en violín. Con esta orquesta se presentaba en bares y bodegones, y lo identificaban como “El pibe de La Paternal”. En este mismo año, sucede la creación del tango “El espiante”, de título original “La ronda”, del cual realizó cinco versiones instrumentales.
Actuó también en el Cabaret Montmartre, invitado por su amigo Eduardo Arolas, y después en el Royal Pigall. En 1916, conformó un dúo de bandoneones con Vicente Loduca, grabando en 1917 para el sello Victor. A posterior, formó un trío con el pianista Juan Carlos Cobián y el violinista Tito Roccatagliata, y un encuentro de Fresedo con Cobián, que marcaría el éxito con las composiciones “Los mareados”, “Nostalgias” y otras piezas destacadas.
Cabe mencionar que también en 1917 había grabado para el sello Telephone como ejecutante en la orquesta dirigida por Roberto Firpo y Francisco Canaro.
A posterior, Osvaldo Fresedo formó su primer conjunto, que integraron, entre otros, José María Rizzuti y el violinista Julio De Caro.
Un artista multiorquesta y de fama internacional
Su viaje a Estados Unidos en 1921, marcaría el inicio de una carrera que elevaría al tango a nuevas alturas. Contratado por la Victor, se presenta junto con el pianista Enrique Delfino, artífice del tango “Romanza”. Dirige su propia orquesta, y registra numerosos discos para el sello Victor. Entre 1922 y 1925 continuó grabando en Victor y luego, al pasar al Sello Odeón, culminaría un hecho histórico: acompaña a Carlos Gardel en dos registros: “Perdón Viejita” y “Fea”, ambas composiciones de Fresedo.
En 1927, el éxito de Fresedo es tan culminante que mantiene a cinco orquestas a la vez, siendo la principal de ellas en el Cabaret Tabaris de la calle Corrientes. Su estilo innovador y su capacidad para fusionar el tango con otros géneros musicales lo convirtieron en un referente primordial. En su extensa trayectoria, se destacaron los vocalistas Armando Garrido, Oscar Serpa, Osvaldo Cordó, Roberto Ray y Héctor Pacheco.
Como compositor fue muy prolífico y exitoso. Entre sus tangos más reconocidos figuran “Vida mía”, “Arrabalero”, “Tango mío”, “Sollozos”, “El espiante”, “Ronda de Ases” y “Si de mí te has olvidado”.
Osvaldo Nicolás Fresedo había nacido el 5 de mayo de 1897 y fallecido el 18 de noviembre de 1984. Su contribución al tango argentino es innegable, recordándonos que en las notas del bandoneón reside la esencia misma del alma argentina.¤
Restauración Fotografía Cortesía de FQ
Fuente: Todo Tango