7ª. Nota de la Independencia: La declaración tan anhelada

indepen

El 9 de julio la República Argentina celebra el día de su independencia. Sin embargo, la declaración de la independencia que se realizó en Tucumán en 1816 no fue la de un país en particular, sino en nombre de las Provincias Unidas del Sud.

Como bien reza su acta, se declaraba la independencia de toda la región americana que estuvo bajo el dominio español y cuyos territorios la corona de España reclamaba como propios. Y fue el paso indispensable para que los ejércitos de los libertadores de América iniciaran su campaña. Era la idea de los héroes libertadores San Martín, Bolívar, Güemes y Artigas, que nunca hablaron de la independencia de un país en particular sino de la gran nación americana que soñaron.
   América Latina nacía como un solo espacio en la imaginación de estos héroes, pero lamentablemente estaba rota de antemano por las deformaciones básicas del sistema colonial. En el trascurso del siglo XVIII las oligarquías portuarias consolidaron a través del libre comercio esta estructura de la fragmentación, que era la fuente de sus ganancias: aquellos traficantes ilustrados no podían incubar la unidad nacional que la burguesía encarnó en Europa y en los Estados Unidos. Por su parte, el Reino Unido perfeccionó esa estructura colonial por medio de las intrigas de guante blanco de los diplomáticos, la fuerza de extorsión de los banqueros y la capacidad de seducción de los comerciantes. La independencia ganada en los campos de batalla fue vilmente vendida por las oligarquías portuarias.
   La proclama de Bolívar era “Para nosotros, la patria es América”. Así comenzó su campaña independizadora. Pero al final de su gesta, la Gran Colombia se dividió en cinco países y el Libertador murió derrotado. El General venezolano Urdaneta profetizó entonces: “Nunca seremos dichosos, ¡Nunca!”
   Traicionado por Buenos Aires, San Martín se despojó de las insignias del mando. Artigas, que llamaba americanos a sus soldados, se fue a morir al solitario exilio del Paraguay. Güemes se convirtió en el único general muerto en la guerra por la independencia, traicionado por la oligarquía salteña. El territorio del antiguo Virreinato del Río de la Plata se dividió en cuatro. Y por su parte, en Centroamérica, el creador de la República Federal, Francisco de Morazán, murió fusilado y la Centroamérica continental se dividió en cinco pedazos. El sueño de los héroes quedó pisoteado en la mesa diplomática donde se sentaron las oligarquías ávidas de poder.

"La proclama de Bolívar era ‘Para nosotros, la patria es América’. Así comenzó su campaña independizadora”

   Muy distinto fue el destino de los Estados Unidos de América, que sus padres fundadores propusieron y conquistaron. Siete años después de su independencia, las trece colonias iniciales habían duplicado su territorio, y cuatro años más tarde consagraron su unidad creando el mercado único. Su ejemplo no pudo seguirse en nuestras tierras, pese a estar en los sueños de Artigas (cuya Liga Federal que quería imitar a la norteamericana duró solo cinco años), Bolívar, San Martín y O'Higgins.

        Güemes y un tardío reconocimiento

  El pasado 17 de junio el Congreso Nacional de la República Argentina estableció esta fecha como feriado nacional en conmemoración de la muerte del General Don Martín Miguel de Güemes, héroe de la guerra gaucha librada en el norte de nuestro país. El artículo 2º del decreto 765/2016 de promulgación indicó que el Poder Ejecutivo “desarrollará acciones de difusión tendientes a promover la reflexión sobre la personalidad del prócer nacional y su gesta en defensa de la libertad e independencia de la patria”. Un reconocimiento que en la historia oficial le había sido esquiva por 195 años, pese a que su acción guerrera fue fundamental en las guerras por nuestra independencia. Güemes, con sus gauchos y su estrategia de guerra de guerrillas, lograron detener el avance realista por el Alto Perú, librando a San Martín de esta tarea, para que el general se abocara a la creación del ejército libertador que cruzaría Los Andes en busca de derrotar el poder español enquistado en Lima. Y mientras la ciudad de Buenos Aires, cuna del unitarismo, le dedicó dos importantes avenidas a dos traidores a la patria como Rivadavia y Alvear, Güemes, verdadero héroe nacional, solo tiene una pequeña calle en Palermo, barrio de esta ciudad, demostrando el pensamiento de los vencedores de la historia oficial.
   Su lucha está sintetizada en este fragmente de una carta que el general Güemes le envía a Belgrano: “Esta provincia no me representa más que un semblante de miseria, de lágrimas y de agonías. La nación sabe cuántos y cuán grandes sacrificios tienen hechos la provincia de Salta en defensa de su idolatrada libertad y que a costa de fatigas y de sangre ha logrado que los demás pueblos hermanos conserven el precio de su seguridad y sosiego; pues en premio de tanto heroísmo exige la gratitud que emulamos de unos sentimientos patrióticos contribuyan con sus auxilios a remediar su aflicción y su miseria”.
   Pero los auxilios no llegaron nunca y la situación se hacía insostenible porque las clases altas de Salta le retaceaban su apoyo por el temor de aumentar el poder de Güemes y por la desconfianza que le despertaban las partidas de gauchos armados a las que sólo toleraban ver en su rol de peones de sus haciendas.
   Estas mismas clases altas serán las que conspirarán contra Güemes aliándose con los españoles, al punto que el coronel salteño a las órdenes del ejército español José María Valdés, alias “Barbarucho”, buen conocedor del terreno, avanzó con sus hombres y ocupó Salta el 7 de junio de 1821. Valdés contó con el apoyo de los terratenientes salteños, a los que les garantizó el respeto a sus propiedades. Emboscado por esta alianza, Güemes es herido de muerte y luego de intentar reunir a su gente muere el 17 de junio de 1821 en la Cañada de la Horqueta.

Proclamación de la Independencia

   Luego que Belgrano contara su experiencia diplomática en Europa, en la sesión secreta del 6 de julio de 1816, y en donde el creador de nuestro pabellón nacional exhortara a los diputados a declarar la Independencia  en nombre de los pueblos, el Congreso se dispuso a declarar la Independencia de las Provincias Unidas del Sud.
   Belgrano insistía en adoptar la forma de gobierno monárquica en vista del cambio que se había producido en Europa, y también porque sostenía que la declinación en el desorden y la anarquía de las provincias del antiguo virreinato había vuelto impopular la causa rioplatense (única que quedaba en pie en 1816) entre las potencias europeas. La Santa Alianza no toleraría una república. Para ellos, república era igual a jacobismo.
   También Belgrano mostró a España débil por los embates franceses, pero aun amenazantes para la causa americana y sugirió fortalecer a las fuerzas locales. Tres días después de esta reunión secreta, el 9 de julio de 1816, los diputados reunidos en el Congreso de Tucumán declaran la Independencia, complaciendo a Belgrano en este punto, pero dejando en suspenso la forma de gobierno que regiría a las Provincias Unidas. Su plan de coronar a un príncipe europeo o un descendiente inca, (que según pensaban San Martín y Belgrano, debería fijar su trono en Lima), no tuvo éxito pese a que la dirigencia tenía un sesgo conservador al tratar de seguir con la monarquía. El lema de los diputados reunidos en el congreso de Tucumán era “fin de la revolución, principio del orden”. Pese a ello, hubo vastos sectores de la opinión pública que no parecían dispuestos a aceptar una forma  monárquica de gobierno.
   La opción del monarquismo constitucional de algunos líderes como San Martín, O'Higgins, Pueyrredón o Belgrano era consecuencia del temor que significaba un cambio abrupto por la situación europea, de la dificultad para lograr un reconocimiento si el país elegía ser republicano, y del miedo a la intervención de la Santa Alianza. A la fuerza, o por falta de apoyo externo, el país terminó caminando hacia el republicanismo.  

"Mientras la ciudad de Buenos Aires, cuna del unitarismo, le dedicó dos importantes avenidas a dos traidores a la patria como Rivadavia y Alvear, Güemes, verdadero héroe nacional, solo tiene una pequeña calle en Palermo, barrio de esta ciudad, demostrando el pensamiento de los vencedores de la historia oficial”

   Para llegar a este republicanismo habría que tener en cuenta que el iluminismo francés en contraposición al absolutismo español que dominaba la región, inspiró el ansia independentista de nuestro continente. La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano que surgió de la revolución francesa fue la pieza que marcó con claridad a los patriotas de 1810 y 1816: todos los hombres son libres e iguales ante la ley. Mariano Moreno tradujo al castellano el Contrato Social de Rousseau y permitió así que se expandiera por nuestras tierras las ideas de libertad e igualdad.
   Se declaraba así la independencia política, aunque para concretarla en los hechos, aún faltaban los triunfos en los campos de batalla para consolidarla. Sin embrago, la independencia económica de la región no se logró como ya hemos visto, por la mezquindad y el egoísmo de los sectores privilegiados, que antepusieron su interés personal al interés común de la nación naciente.

Textos consultados:
Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano.
Breve historia de los argentinos, de Félix Luna
El Historiador, de Felipe Pigna.
Belgrano, La revolución de las ideas, de Diego Valenzuela y Mercedes Sanguineti. ¤

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