La palabra "corso" viene del italiano y significa carrera o desplazamiento veloz. Se refería a la velocidad de las naves que se empleaban y que les servían tanto para sorprender en el ataque como para huir cuando no convenía presentar batalla. La historia del corso argentino, desde 1815 a 1821, es una brillante odisea marítima. La presente es una de ellas.
El 9 de julio de 1817 zarpó de la Ensenada de Barragán la fragata "Argentina" en misión de corso. La comandaba el sargento mayor de marina y ex capitán de Granaderos de San Martin: Hipólito Bouchard, francés naturalizado argentino, comenzaba una increíble vuelta al mundo que duraría exactamente dos años. Tras haber realizado hazañas militares, diplomáticas y humanas, el corsario a su llegada a Valparaíso sería puesto en prisión.
El 1º de febrero de 1811, el joven francés recibe el mando del bergantín 25 de mayo, con 108 hombres y 18 cañones. El barco forma parte de la primera escuadrilla patria que va a atacar a la poderosa flota española comandada por el capitán de navío Jacinto de Romarate quién está estacionado cerca de Buenos Aires y representa un inminente peligro para el primer gobierno patrio. El día 2 de marzo en el combate de San Nicolás las fuerzas patriotas son derrotadas completamente. Al poco tiempo se arma otra escuadrilla y Bouchard recibe el mando de una nave más pequeña, que consta de 60 tripulantes, doce cañones y es bautizada Santo Domingo, quién no entra en acción puesto que poco tiempo después se firma un armisticio y se desmantela la recién formada fuerza naval. En tanto José de San Martín, está preparando en el Retiro, su Regimiento de Granaderos a Caballo. Bouchard decide enrolarse y es aceptado de inmediato. Semanas después se le promueve a teniente. En el combate de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, Bouchard se destaca por su arrojo y es quién arrebata el pabellón al enemigo. Asciende a capitán y es premiado por la Asamblea Constituyente concediéndole la ciudadanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Por entonces se casa con una joven porteña, Norberta Merlo. Buenos Aires decide emplear la legislación vigente sobre patentes de corso heredada de España, armando una flotilla compuesta por la Hércules, al mando de Guillermo Brown, la Halcón con Bouchard y la Constitución, debiendo reunirse en un puerto del Pacífico y recorrer ese océano en misión corsaria. La Constitución se hundió en el Cabo de Hornos. Las dos restantes atacan el 21 de enero la mayor fortificación española en Sudamérica: El Callao, en el Perú. Allí hunden la fragata Fuente Hermosa y capturan La Consecuencia. Suben hacia el Norte y atacan Guayaquil donde Brown cae prisionero, pero Bouchard con hábiles negociaciones consigue rescatarlo. En las cercanías de Las Galápagos se reparten el botin: a Bouchard le corresponden la Consecuencia y una goleta. En noviembre se le declara corso en forma oficial y la Consecuencia se convierte en la Argentina. Tres meses más tarde Bouchard zarpa de la Ensenada hacia el Este, dobla el Cabo de Buena Esperanza y en Tamatava, frente a las costas de Madagascar se encuentra con traficantes de esclavos que están cargando negros. Aplica la doctrina de la libertad consagrada por la Asamblea del año 1813 y no sólo libera a los cautivos, sino que consigue hacer pasar de bando a varios marinos que pasan a formar parte de su tripulación. Tras unos encuentros con chinos y malayos pone proa hacia las Filipinas. El 13 de enero de 1818 bloquea Manila por dos meses y destruye 16 buques españoles.
De allí piensa marchar a Cantón, en China pero cambia de idea y pone proa hacia Hawai. En Honolulu se encuentra con la corbeta Santa Rosa de Chacabuco, que enarbola pabellón argentino. Esta nave había sido armada en corso, pero la tripulación se amotinó y luego de haber pirateado por costas chilenas y peruanas, habían vendido la nave al rey Kameha Meha I, soberano de las Sandwich. Bouchard recupera la nave devolviendo lo pagado y cubriendo los gastos ocasionados por los desertores, algunos de los cuales fusila. Pero, atribuyéndose facultades que no tiene, firma un tratado de amistad y colaboración permanente con el rey. Hawai es el primer país fuera del continente que reconoce así la soberanía de las Provincias Unidas. Bouchard ha hablado en público de su intención de atacar las posesiones españolas en California, pero un norteamericano que lo oye sale antes que él y da aviso. Cuando en Noviembre de 1818 ataca San Carlos de Monterrey, capital de la Alta California, la plaza fuerte más artillada de Norteamérica, lo están esperando. Capturan la Santa Rosa que Bouchard lleva consigo, pero mientras los españoles festejan su triunfo, el corsario argentino vuelve a atacar por tierra. Toma el fuerte y toda la ciudad, manteniéndola en su poder durante seis días. Uno de sus pelotones de ataque es comandado por un muchacho de 18 años llamado Tomás Espora. Luego se va y ataca con éxito y sucesivamente: El Refugio y Santa Bárbara. Repone fuerzas en la isla Cedros y el 25 de Mayo de 1819 sigue atacando San Blas, Acapulco, Sonsonate y Realejo, este puerto en la actual Nicaragua. Agrega dos naves capturadas a su flota y decide regresar. El 9 de julio de 1819 entra en el puerto de Valparaíso, en la recién liberada República de Chile, donde San Martín prepara su expedición al Perú. Allí el marino inglés Tomás Cochrane encargado de preparar el transporte naval, decomisa sus buques y tiene preso a Bouchard con excusas durante cinco meses. Un camarada de Granaderos, quién sería después el general Mariano Necochea, lo libera por la fuerza y le devuelve su barco, que ha sido desmantelado y desarmado. Con él, convertido en carguero, acompañará a San Martín hasta el Perú, donde establecerá su residencia dedicándose el resto de su vida a manejar su propia hacienda. Morirá trágicamente en enero de 1837. Ø