Desde hace algunos meses el gobierno de Kirchner está enfrentado a un grupo de dirigentes piqueteros al que muchos medios de comunicación denominan “duros”. Como era de esperar, el presidente cosechó el apoyo de trabajadores ocupados, empresarios, profesionales, comerciantes y gran parte de la dirigencia política; es decir, del selecto y afortunado grupo de argentinos que todavía tiene trabajo. Este sector es el que más protesta por los cotidianos cortes de calles y rutas. Curiosamente varios dirigentes piqueteros (¿blandos?) también se pusieron del lado del presidente brindándole su colaboración. ¿Cómo se entiende entonces que dirigentes piqueteros apoyen a un presidente que desea terminar con el “problema piquetero”?
Para intentar aclarar esta aparente contradicción, es necesario analizar el fenómeno “piquetero”, que es único y exclusivo de Argentina, porque fue creado, desarrollado y fomentado intencionalmente por nuestros dirigentes políticos. Del pasado y del presente. Mas allá que ideológicamente se ubiquen a la derecha, al centro o a la izquierda, muchos gobernantes de turno colaboran y fortalecen el poder de estos dirigentes, porque detrás de cada organización se encolumnan miles de militantes disciplinados, obedientes y sumisos. Estos piqueteros “simples” o “de base” son jefes y jefas de hogar desocupados que sólo pueden mantener a sus familias gracias a subsidios de $150. Lo cruel de este sistema es que esos subsidios son otorgados a discreción y pueden ser suspendidos en cualquier momento, y como se trata de un asunto de vida o muerte, los desamparados se convierten en rehenes de los dirigentes que tienen el poder de otorgarlos y mantenerlos: deben obedecerlos ciegamente sin hacer preguntas.
Es por eso que los pobres piqueteros “de base” muchas veces no saben a dónde van, ni por qué. Debido a su débil situación, deben aplaudir o insultar a quienes les indican. Para ellos da lo mismo que se trate de un simple dirigente municipal o de un alto funcionario del FMI. Cuando los obligan a ocupar ministerios, cortar puentes o marchar por la ciudad, en realidad están cumpliendo con su “verdadero trabajo”
La única certeza de un piquetero común es simple: si no obedecen las órdenes de sus punteros políticos o dirigentes, son expulsados de su mísera comunidad. Otros serán los que reciban su dinero, sus remedios y sus alimentos.
¿Cómo se llegó a esto? Los piqueteros aparecieron cuando una enorme ola de desocupación, miseria y hambre cubrió el país. Surgieron en Neuquén y Salta durante la segunda presidencia de Menem; y no fue por casualidad. En esas provincias, miles de personas perdieron sus empleos luego de la privatización de la petrolera YPF. A pesar de vivir en provincias marginales, eran desocupados especiales porque estaban altamente calificados y conocían la importancia estratégica del petróleo. Por eso comenzaron a reclamar con inteligencia, cortando las rutas de acceso a refinerías y pozos petroleros. Sabían que tarde o temprano iban a ser escuchados. Los políticos que negociaron con los primeros piqueteros estaban acostumbrados a prácticas feudales y es por eso que no se dieron cuenta de que estaban desactivando los cortes de ruta a través de un mecanismo que afectaría, quizás para siempre, a la sociedad argentina. En vez de resolver el problema generando trabajo genuino, otorgaron falsos subsidios de desempleo. Por primera vez se empezó a “cobrar por no trabajar”. Se originó una cultura parasitaria en donde políticos y dirigentes de todo tipo controlan la vida de millones de marginados. Debido a los réditos que brindaba esta nefasta política clientelista y prebendaria, se expandió como reguero de pólvora por todo el país.
Actualmente millones de argentinos creen que los piqueteros cobran subsidios por no trabajar. No se dan cuenta de que en realidad, muchos cobran para trabajar de “piqueteros”.
Aunque con el tiempo adquirieron distintos nombres (planes trabajar, planes jefes y jefas de hogar, manos a la obra, etc.) la idea rectora de este sistema siempre es la misma: permitir que punteros políticos vecinales, municipales, provinciales, nacionales y dirigentes piqueteros puedan controlar, literalmente, la vida de millones de personas. Como los políticos saben que las organizaciones piqueteras crecen día a día (cada vez hay más desocupados y bocas que alimentar) necesitan saber qué organizaciones están a su favor y cuáles en contra. Así se comprende por qué cada gobierno que asume (nacional, provincial o municipal) inmediatamente encuadra a las distintas organizaciones piqueteras de acuerdo a sus propios intereses. De un lado siempre habrá “blandos” -que son los buenos, conciliadores y dialoguistas- léase “oficialistas” y mientras apoyen, a nadie les importará que sean de Boca o de River. En la vereda de enfrente están los “duros”, que son los malos de la película: irracionales, violentos, viciosos y casi diabólicos. Curiosamente, estos aparecerán en los medios oficialistas como los únicos piqueteros influenciados por “intereses partidarios y sectarios”.
¿Por qué será que lo primero que hacen los nuevos funcionarios en la Argentina es calificar a los piqueteros?
Primero porque los líderes pueden movilizar a miles de manifestantes, que aparecen con caras cubiertas y armados de palos con el poder de interrumpir el transito provocando un caos fenomenal. Los piqueteros tienen prensa gratis, por lo tanto su poder es real y visible en las pantallas de televisión del país y del mundo. El segundo motivo se aplica, desde siempre, y en todo el mundo: normalmente los países en guerra incrementan sus ataques cuando empiezan a negociar la paz y esto se debe a que todas las partes quieren imponer sus términos desde una posición de fuerza. Este es el método de negociación que utilizan los dirigentes piqueteros en Argentina cuando detectan que un gobierno o funcionario está por dejar el poder o muestra signos de debilidad. Saben que un funcionario debilitado está en condiciones de ofrecer subsidios, medicamentos, alimentos y dinero para no tener problemas al final de su gestión. Ese es el verdadero motivo por el cual se incrementan los cortes y movilizaciones al final de los mandatos. Es la mejor oportunidad para tener más poder. Es por eso que los nuevos gobiernos encuentran organizaciones piqueteras fortalecidas y poderosas. En un ciclo perverso e interminable, cada administración saliente se encarga de cebar, estimular y enriquecer a estas organizaciones. Mientras tanto el ciudadano común, ajeno a este juego perverso de dobles discursos e intereses ocultos, es el que padece las consecuencias.
Kirchner es un político muy hábil que necesita debilitar a sus opositores para tener más poder y siendo un político de raza, sabe en dónde y cómo atacar. Los colonizadores norteamericanos mataban búfalos para quitarle el alimento a los indios. Kirchner hizo lo mismo con los planes jefas y jefes de hogar al eliminar 250.000 subsidios mató dos pájaros de un tiro. Inteligentemente le quitó poder a los dirigentes piqueteros y… a los punteros duhaldistas.Ø