Oscar Kuperman tiene 60 años, es ingeniero electrónico y respondió para nosotros estas y otras preguntas.
¿Por qué los piqueteros no trabajan?
Bueno, eso no es tan así, porque hay organizaciones como la nuestra, CUBa-MTR, donde todo aquel compañero que recibe un plan tiene que dar una “contraprestación”, porque así lo determina el ministerio de Trabajo y así lo preveemos nosotros, como norma interna de la organización.
¿Para usted los piqueteros de CUBa-MTR trabajan?
No, ya que hace falta aclarar que esa contraprestación no es un trabajo genuino. Cada compañero puede trabajar en nuestra fábrica de zapatillas, en nuestra fábrica de toallas, puede trabajar en la huerta o en la limpieza del barrio. También puede trabajar en la reconstrucción de alguna casa a la que se le volaron las chapas después de una tormenta, etc., pero esto, reitero, no es en absoluto trabajo genuino.
¿La llamada contraprestación es uno de los requisitos legales para recibir los subsidios?
Sí, sí, y como nosotros cumplimos con ese requisito aprobamos todos los controles y auditorias que envía el ministerio de Trabajo. Los inspectores vienen cada tres o cuatro meses para ver si se efectúan realmente las contraprestaciones. Pero sobre este tema aclaro que sólo estoy mencionando lo que sucede puntualmente en nuestra organización CUBa-MTR, en la que los compañeros reciben mensualmente 150 pesos (50 dólares), más bolsas con alimentos. Hay otras organizaciones de piqueteros pro-gubernamentales u oficialistas a las que no se las controla para nada.
¿Todos los que reciben un subsidio trabajan?
En nuestra organización, sí. Y eso no sólo lo decimos nosotros, es una realidad objetiva, ya que somos permanentemente controlados. De hecho, en las provincias donde estamos, nos mandan a controlar si cuidamos las huertas, si colocamos alambrados, si mantenemos las acequias en condiciones, si los árboles frutales están fumigados. Pero los planes que manejan los intendentes, gobernadores, diputados, y punteros políticos no son controlados por nadie. Y mucho menos los administrados por los comisarios o el ejército.
(Nota: Más de la mitad de los beneficiarios del plan Jefas y Jefes de Hogar son afiliados a algún partido político. En abril de 2004 se denunció que 1.148 policías de todo el país tenían un plan social para desocupados, además de otros 152 casos en la Policía Federal, 587 casos en el Ejército, 147 en la Gendarmería, 142 en la Prefectura, 95 en el Servicio Penitenciario Federal, 60 en la Fuerza Aérea y 179 en la Armada. Clarín 11/09/2005)
¿Las mujeres también cumplen con la contraprestación?
Por supuesto. Aunque generalmente las compañeras trabajan en las cocinas comunitarias, en el comedor o en el merendero (lugar donde meriendan los que no tienen nada para comer). Pero también tenemos 19 compañeros de entre 18 y 56 años que han aprendido a leer y escribir con un curso de alfabetización que hemos traído de Cuba. Estos compañeros que eran analfabetos tuvieron 66 clases dadas por instructores que trabajan en las villas miseria o en los barrios pobres o marginados. Cabe aclarar que los instructores también son desempleados que reciben subsidios de 150 pesos. Para ellos la contraprestación es su trabajo de enseñanza.
¿Qué cantidad de planes manejan los piqueteros opositores o “duros”?
Los piqueteros organizados solamente recibimos el 0.6% sobre un millón novecientos mil planes que hay.
El sistema de contraprestación me parece que es mucho más fácil y sencillo que el de un trabajo clásico, en el que hay que cumplir horarios, producir, recibir órdenes de un jefe y trabajar ocho o más horas.
Pero trabajos con esas características son lo que estamos reclamando desde hace años. Nosotros estamos dispuestos a devolver los 6.286 planes que recibimos a cambio de trabajo genuino. Porque nuestro objetivo es que la gente vuelva a ser proletaria: que marque su ficha de entrada al trabajo, que tenga sus ocho horas de trabajo, que comparta con otros compañeros una actividad, que cobre su salario, que tenga su seguro, su obra social, vacaciones y, con el tiempo, su jubilación.
¿Entonces por qué no lo hacen?
Porque el Estado no quiere que los desocupados hagan ese tipo de trabajo.
¿Me puede aclarar eso? Porque en octubre pasado la Iglesia consideró que los subsidios que no exigen una contraprestación laboral o educativa "fomentan la vagancia" y hasta el mismo presidente Kirchner dijo que los planes "indignifican".
Es simple: el Estado no quiere que los desocupados trabajen para no hacerse cargo del problema del seguro, obra social, aportes jubilatorios, salario familiar, vacaciones, etc. Además ni Vialidad Nacional ni la Cámara Argentina de la Construcción y mucho menos los sindicatos como UOCRA (Unión Obreros de la Construcción Argentina) y similares, permiten que los piqueteros que reciben planes sociales trabajen en obras públicas o en la construcción. Primero porque con los bajos montos de los subsidios bajarían los salarios de toda la actividad, y segundo porque como los piqueteros no tienen salario familiar, seguro, obra social, vacaciones y jubilaciones, el estado no se anima a afrontar esos costos.
¿Usted conoció el trabajo genuino?
Afortunadamente sí, ya que trabajé durante 42 años. Fue una época muy buena, donde pude estudiar en una universidad pública y en la que me recibí de ingeniero, e incluso tuve la posibilidad de guardar un peso, criar a mis cuatro hijos y costearles sus estudios. Pero las cosas ahora son totalmente distintas. Actualmente tengo un hijo que vive en Brasil y está bien, pero mis otros tres hijos que viven en Argentina tienen los mismos problemas que tienen los argentinos de clase media actual. Y por eso no pueden cumplir con todo lo que les piden sus hijos (mis nietos). Por eso sé en carne propia que el tema de trabajo genuino es muy delicado. La mayor ambición de los que somos coordinadores de estas organizaciones es conseguir trabajo genuino. Nos preocupa la falta de experiencia de los muchachos jóvenes, los que tienen menos de 35 años, porque muchos no conocieron jamás un trabajo genuino. Porque el menenismo con su liquidación del puerto, de la industria, del campo y otras actividades productivas no les permitió conocer un trabajo. Estos chicos en 1989 tenían entre 15 y 18 años.
¿Cómo se sale de esta situación?
Primero, obviamente, con trabajo genuino y también con la posibilidad de que los jóvenes aprendan un oficio. Cuando nosotros éramos jóvenes estaba la escuela industrial y la escuela de artes y oficios. Estaban los talleres mecánicos, carpinterías o tornerías a donde uno iba a aprender un oficio. Pero eso ya no existe, y lo peor es que no hay voluntad gubernamental para reflotarlo. También hay que comprender que el problema de la desocupación no es estrictamente argentino, es un problema mundial. Tampoco digo que tenemos que volver a la época de la costura a mano, porque hay máquinas automatizadas que hacen ese trabajo, lo que digo es que tenemos que ver cómo insertamos a estos muchachos, en qué se pueden especializar dentro de las posibilidades que brinda el mercado. La construcción es una gran posibilidad porque moviliza veinticuatro oficios. Por eso cualquier país que se jacta de que su gente está bien, desarrolla la construcción. Es la base de todo. La construcción es muy importante para cualquier país, porque mantiene en funcionamiento la rueda del progreso.
¿Creen que van a lograr algo cortando el tránsito y haciendo marchas?
Nosotros nos movilizamos en las calles para que se sepa que existe la miseria, que se mueren 103 pibes por día de los cuales 55 son menores de cinco años, que los hospitales no tienen insumos, que la deserción escolar aumenta por la falta de calzado, por falta de útiles, por falta de alimentos… algo que se ve mucho más en el interior que en Capital y alrededores. Pero las movilizaciones piqueteras también traen otras consecuencias: gracias a que traemos a la gente a manifestar, hay gente que conoce por primera vez la Capital Federal, porque es gente que por razones económicas y de exclusión no tiene ninguna posibilidad de conocerla, y ojo que estoy hablando de gente que vive a sólo 15 ó 20 kilómetros del centro de la ciudad, no hablo de gente que vive en La Quiaca.
Eso me resulta realmente sorprendente...
Y eso no es todo: hay mucha gente del Gran Buenos Aires que no conocía el subterráneo. Y mucha gente que conoció el mar con nosotros, cuando hicimos congresos en Mar del Plata o San Clemente del Tuyú. Esa función social antes la llevaban a cabo los gobiernos; cuando yo fui chico (durante el gobierno de Perón) me llevaron a las colonias de vacaciones. Ahora varias organizaciones piqueteras y de desocupados cumplen con las funciones sociales que el Estado ha olvidado: en CUBa-MTR fomentamos la inclusión social y damos contención en los comedores o a través del montaje de obras de teatro en los barrios, campeonatos de fútbol, o cuando hacemos un bingo donde el primer premio es un paquete de fideos.
¿Por qué entonces la sociedad argentina piensa que los piqueteros son vagos que no quieren trabajar?
Porque es más fuerte la propaganda del estado que la que podemos hacer nosotros. Ø