¿Se ha detenido en alguno de los momentos de esta, su vida, y se ha puesto a pensar qué sería lo que pudiese enseñar?
En uno de los libros que he escrito, llamado: “Herramientas para el éxito personal”, hablo, entre otros conceptos, de compartir la riqueza. Porque una vez descubrí que el hombre más fracasado del mundo podría tener el mismo poder de enseñanza que el hombre más exitoso del mundo. ¡Sí!, el hombre más fracasado del mundo podría enseñarnos mucho. El “exitoso” sabe lo que hay que hacer para ser exitoso, mientras que el “que ha fracasado” sabe lo que hay que hacer para evitar el fracaso.
Los dos conocen a estos dos impostores (el éxito y el fracaso) y ambos darían cátedras en cada tema. Entonces, descubrí que mi riqueza estaba a la vuelta de la esquina, porque, quizás al igual que usted, conozco a los dos. Simplemente tenía que ir a buscar mi propia riqueza y compartirla.
Lo que en realidad estaba descubriendo, era la riqueza de la experiencia.
Seguramente usted se preguntará... ¿Por qué llamo al éxito y al fracaso dos impostores? Y la respuesta sencillamente es: porque no tienen que ver con la felicidad verdadera. La felicidad, la plenitud y la paz vienen de adentro de uno. De lo que realmente somos. De lo que sentimos, de lo que elegimos, del poder que tenemos para perdonar y del coraje que encontremos en nosotros para pedir perdón. De la fuerza que tenemos para aceptar nuestro destino y de la que tenemos para arrepentirnos. De la capacidad de disfrutar los logros, pero también de aceptar nuestras derrotas, porque, en la vida, no todo siempre sale bien…
Supongamos que usted tiene una vida común, como cualquier persona, como cualquier vecino, como cualquiera de muchos de nosotros. O quizás tenga una vida más complicada, con más o menos recursos económicos, con más o menos educación. Sea como fuere, lo que sí le aseguro que posee es un universo dentro suyo para enseñar. Y ese universo puede ser el principio para encontrar el poder de la enseñanza.
Enseñar para sentirnos vivos
¿Sabe lo que significa que usted pueda enseñar algunos de sus conocimientos o de sus experiencias? Es ahí cuando nuestra vida toma realmente sentido. Es ahí cuando nos sentimos vivos. Estamos enseñando. Estamos haciendo la diferencia en la vida de otra persona, o de muchas a la vez.
Simplemente inténtelo. ¿Acaba de leer un libro interesante de motivación? Enséñelo. ¿Tiene una profesión o conocimientos que ayudan a la gente? Enséñelos. ¿Tiene experiencias personales que lo han ayudado a cambiar algunas de sus formas de pensar? Enséñelas.
Será entonces cuando sentirá el poder de la enseñanza. Será entonces cuando usted se sentirá proactivo, generoso, sabio, inteligente, y hasta quizás único o única, porque lo enseñará a su estilo y con toda la intención de haber sido lo mejor que le haya pasado a la persona o la audiencia que lo escucha en ese momento.
Es también, otra manera de sentirnos más vivos.
Hace muchos años, una maestra inolvidable me dijo: “Enseñar ayuda a vivir y enriquece el alma”, y ahí entendí por qué cada vez que enseñaba me sentía tan pleno. De pronto, me sentí rico, porque me di cuenta de que estaba compartiendo toda mi riqueza, que hasta ese momento, pensaba que era muy poca.
No hay duda que usted tiene esa riqueza, la de enseñar.
¡Inténtelo con lo que sabe, con sus conocimientos, con sus consejos, con sus buenos recuerdos, con sus mejores intenciones, con sus experiencias, con sus fracasos y con sus éxitos! Encontrará el inmenso poder y satisfacción personal que aparecerán cuando esté enseñando lo que sabe que tiene para enseñar.
Y cuánto disfrutará de su verdadero poder de la enseñanza, que hace mucho tiempo está llevando consigo, posiblemente sin darse cuenta. ¤