Demoras y controversias en la producción y entrega de la vacuna que picó en punta para luego terminar relegada
Antes de empezar esta nota, aclaremos algo. Desde que aparecieron los primeros problemas, las personas que están supervisando lo que sucede con esta vacuna mostraron una total falta de transparencia. Hoy -a veces con la complicidad del gobierno británico- siguen guardando silencio sobre muchas cosas. Por eso, la verdadera historia de cómo este gran proyecto de vacuna buena y barata pasó de ser la esperanza del mundo a un serio problema que complicó los planes de muchos, será escrita con exactitud dentro de algunos años. Hoy solo podemos contar una historia parcial, pero que debería servir para explicar un poco lo que está sucediendo.
¿Un negocio demasiado bueno para creer?
Volvamos a mayo del año pasado. El proyecto de vacuna de la Universidad de Oxford/AstraZeneca está por empezar las pruebas de Fase 3, y es la favorita para ser la primera autorizada unos meses después en todo el mundo. Sus voceros argumentan su ventaja en la carrera señalando que “la Universidad de Oxford viene trabajando en los países de Asia desde hace bastante tiempo”. Parece una buena explicación. Pero hay más, mucho más… AstraZeneca estaba dispuesta a vender cada dosis a U$S 4, una fracción del precio de los competidores, y el grupo se muestra dispuesto a compartir su tecnología para fabricarla en distintas partes del mundo. Pero hoy uno se pregunta, contratos no le iban a faltar… ¿Era necesario ofrecer tanto, tan temprano? Porque lo que terminó sucediendo es que la oferta irresistible enganchó a muchos países que luego se encontraron en problemas para superar las graves demoras en la producción de esta vacuna. Y aunque AstraZeneca no está dando información, se sabe como teoría de producción que si uno vende algo al costo, tiene menos posibilidad de maniobrar si se complican las cosas.
Pruebas con resultados confusos
El momento clave para AstraZeneca llegó el 8 de setiembre de 2020. Algunos de los participantes de las pruebas tuvieron reacciones potencialmente graves, y el laboratorio fue lento en informarle al gobierno norteamericano, que ya tenía contrato firmado por 300 millones de dosis y estaba financiando las pruebas que se hacían en Estados Unidos. Mientras que en otros países, desesperados por contar con una vacuna, autorizaron la vuelta a las pruebas unos días después, en Estados Unidos la demora fue más larga y la Federal Drug Agency (FDA) comenzó una investigación separada cuyos resultados no conocemos hasta el día de hoy. El gran sueño de ser los primeros en ser autorizados por la FDA empezó a desvanecerse, junto con la gigantesca ventaja comercial que eso podía traer. En noviembre, los primeros resultados de las pruebas fueron anunciados, y eran confusos. Increíblemente, una dosis más pequeña daba una mayor efectividad. Una vez más, problemas en la comunicación notadas por el gobierno norteamericano. AstraZeneca finalmente anunció que iban a repetir ciertas pruebas, generando una demora crucial, ya que en diciembre llegó el gran momento. Las vacunas competidoras de Pfizer y Moderna fueron presentadas a la FDA para uso de emergencia, y con su casi inmediata aprobación formaron la base de las campañas de vacunación que se lanzaron en Estados Unidos, Europa y otros países.
Iba a ser primera, pero llegó tarde
La historia dice que la vacuna de AstraZeneca, ya sin confianza para presentarse ante el gobierno norteamericano, sin embargo, fue aprobada por el ente regulador de Gran Bretaña y se sumó a la campaña de vacunación de la isla el 4 de enero de 2021. Dos semanas después, la agencia reguladora europea autoriza la vacuna para su uso en la Unión Europea, y otros países alrededor del mundo la empiezan a autorizar. Si bien la demanda -salvo en Estados Unidos- parecía intacta, haber llegado al mercado tarde y después de las dos vacunas norteamericanas tuvo un efecto importante en la producción. No está claro exactamente qué pasó, pero los “culpables de siempre” serían Pfizer y Moderna, que aprovecharon su ventaja para comprometer el suministro de insumos. El tema es que ahora era más difícil para las vacunas que entraron al mercado después, como AstraZeneca y la rusa Sputnik, conseguir las materias primas y otros elementos claves para la producción en masa. Esto generó una disputa con la Unión Europea, que acusó al laboratorio de no cumplir el contrato y darle prioridad a Gran Bretaña. En realidad, las demoras se convirtieron una constante para AstraZeneca en todo el mundo, y un buen ejemplo es lo que pasó en Argentina y México.
La controversia sobre los envíos todavía estaba en los principales medios cuando apareció otro problema con la vacuna… eran casos raros, pero la vacuna podía generar coágulos en la sangre, en algunos casos llevando a la muerte. Empezaron a reportarse casos en distintos países europeos, y casi inmediatamente algunos países suspendieron o limitaron el uso de la vacuna. En un contexto mundial de escases de vacunas, los distintos gobiernos están tratando de minimizar la cuestión, argumentando con bastante lógica que los beneficios de la vacuna superan ampliamente los riesgos.
Éxito en Gran Bretaña, desconfianza en Estados Unidos
Cuando se escriben estas líneas a mediados de mayo, Gran Bretaña está festejando lo que parecería ser el fin de su crisis sanitaria, y la vacuna de AstraZeneca tiene mucho que ver con el éxito británico. Hoy, a pesar de los problemas mencionados, muchos países del mundo siguen interesados en la vacuna de AstraZeneca. Pero en el mundo industrializado, esta vacuna parece ya no estar en los planes. ¿El motivo? No solo están los riesgos y problemas logísticos que dejó la marca, sino principalmente el buen resultado hasta ahora de las vacunas de Pfizer y Moderna. En Estados Unidos nunca se aprobó, y la Unión Europea ya anunció que no piensa renovar contrato con AstraZeneca y acto seguido llegó a un acuerdo multimillonario con Pfizer.
En fin, no cumplir en un momento clave tuvo sus consecuencias…¤