En 1816 varias provincias del ex Virreinato del Río de la Plata se reúnen en Tucumán en un Congreso donde se declara la independencia de las provincias participantes del dominio del reino de España. Lo que la historia oficial no cuenta es que hubo una declaración de independencia previa de otras provincias que, salvo una de ellas, Córdoba, no participaron en el Congreso de Tucumán para declarar su independencia, ya que para ellas era innecesario: se habían declarado independientes un año antes.
¿Por qué este proceso de la independencia argentina se da por comenzado el 9 de julio de 1816 (Congreso de Tucumán) y no desde el 29 de junio de 1815 (Congreso de Oriente)? Como sabemos, “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, quien quiera oír que oiga”. Esta serie de notas no intenta descubrir ninguna verdad, sino echar un poco de luz a acontecimientos obscurecidos por la historia oficial.
La liga de los pueblos libres
El año 1815 fue un año complicado para las provincias del ex Virreinato del Río de la Plata. La situación internacional y los conflictos internos cambiaron drásticamente. El rey Fernando VII vuelve a la corona española, y Europa, vencido Napoleón, está gobernada nuevamente por el más extremo absolutismo. Internamente, la Buenos Aires unitaria, antigua sede del virrey del Río de la Plata, sigue con su idea de gobernar todos los territorios que antes gobernaba éste, y en cambio en las provincias internas se habla de una república federal, o de una confederación de provincias independientes y autónomas entre sí. Buenos aires tuvo un año 1815 complicado, ya que hubo un cambio violento de gobierno (sublevación de Fontesuelas, a raíz del cual cae el gobierno de Carlos María de Alvear), militarmente solo pudo recuperar Montevideo y perdió el Alto Perú en la batalla de Cipe – Cipe. En el resto de América, todos los movimientos afines a Buenos Aires habían sido sofocados. Montevideo estaba en manos realistas y allí se encontraba el virrey del río de la plata, Javier de Elío, y sería bueno acotar, que esta ciudad, desde la época colonial, aspiraba a ser el puerto principal de toda esta parte de América.
“En las provincias internas se hablaba de una república federal, o de una confederación de provincias independientes y autónomas entre sí”
Si bien la Asamblea del Año XIII promulga la necesidad de declarar la independencia, los delegados porteños y sus aliados provinciales se muestran reticentes a hacerlo e intentan apagar los focos de este naciente federalismo; por este motivo se produce la expulsión de los delegados orientales, quienes se mostraban muy ansiosos por declarar la independencia de España.
Desde 1810, en que la Junta sustituyó al virrey, los gobiernos de Buenos Aires subrogaban los poderes de éste, lo sustituían en la plenitud de sus poderes, atribuciones y competencias. En contraposición, las provincias y algunos juristas de Buenos Aires, adherían a la doctrina de la retroversión, que sostenía que en caso de que la autoridad legítima faltase por cualquier motivo, el pueblo tenía derecho a darse sus propias autoridades.
“En Artigas nace el primer grito federal e independentista; fue el primero en insuflar las ideas federales en el territorio rioplatense contra los ideales de la oligarquía librecambista de Buenos Aires y Montevideo, que quizá influidos por Gran Bretaña y la Logia Lautaro, postergaban la proclamación de la independencia”
En este contexto, va surgiendo la figura de quien será el héroe de esta nota: José Gervasio Artigas, hacendado oriental, quien representaba más cabalmente los sentimientos localistas de cada provincia, además de reaccionar contra el centralismo a veces abusivo de Buenos Aires. Artigas y su sentimiento federalista no solo influyeron en la banda Oriental, sino también en las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa fe, en las Misiones Orientales, y en algún momento, en Córdoba. Se convierte así en protector y líder de los pueblos libres. Su popularidad crece a partir de 1814 en estas provincias gracias a la política de libre comercio y puerto único, promovida por Buenos Aires, que arruinaba a los artesanos y campesinos del Interior. Como Protector de la Liga, Artigas luchó junto con los jefes litoraleños contra el centralismo del Directorio. La liga formó una especie de mercado común regional en el que se protegía a los productores locales y se fomentaba la agricultura a través del reparto de tierras, animales y semillas. No pagaban impuestos las máquinas, los libros, y las medicinas, y derivaba el comercio del Litoral al puerto de Montevideo.
Con Artigas nace el primer grito federal e independentista; fue el primero en insuflar las ideas federales en el territorio rioplatense contra los ideales de la oligarquía librecambista de Buenos Aires y Montevideo, que quizá influidos por Gran Bretaña y la Logia Lautaro, postergaban la proclamación de la independencia. Artigas, en esta etapa de nuestra historia, debería estar en el panteón de héroes de la independencia Argentina, ya que su intención no era escindir la banda oriental de la naciente Nación Argentina, sino crear un estado independiente con provincias autónomas y federales. Un proyecto federal, republicano, donde no haya ningún predominio de una provincia sobre las otras, inspirados en la naciente república de los Estados Unidos de Norteamérica. Es en Buenos Aires (y tal vez en Gran Bretaña) y no en el pensamiento de Artigas donde nace la creación de una República Oriental del Río Uruguay. Es así, que dos veces los gobiernos de Buenos aires (los directorios de Alvear y Álvarez Thomas) le ofrecen la independencia de la banda oriental, y las dos veces es rechazada por Artigas.
Desde 1810 se van formando dos bandos contrapuestos: por un lado, los federales con sus ideas libertarias, el reparto equitativo de los ingresos de Aduana, una reforma agraria, la reivindicación de los derechos de los pueblos originarios, ideas que eran inaceptables para el otro bando, centralista, unitario, liberal, anti popular y anti provincial. Será este segundo bando, con el trascurso de la historia, quien ganará las guerras civiles, y escribirá la historia oficial, ocupándose de oscurecer este período tan importante para la formación de nuestro país.
Comienza entre estos dos bandos una guerra diplomática, de espionaje y de desconfianza mutua. Mientras Artigas hablaba de la necesidad urgente de independizar de España a las provincias del Río de la Plata, Gervasio de Posadas, director supremo, envía una embajada a España a felicitar al rey Fernando VII por su regreso al trono. También ambos bandos envían delegaciones al Brasil, donde se encuentra la princesa Carlota Joaquina, esposa del rey de Portugal Pedro I y hermana del rey Fernando VII de España, y donde también se encuentra el embajador británico Lord Stragford. Pronto la princesa descubre las verdaderas intenciones de cada bando, a quiénes se puede sobornar y quiénes son insobornables. ¿Hace falta aclararlo? Por las dudas aclaremos: Artigas y sus seguidores, que primero son patriotas, pasan a ser poco más que forajidos, y los porteños pasan de contrabandistas y ladrones a patriotas.
Los tiempos se aceleran ante el temor de una inminente campaña de recuperación de las colonias por parte del rey de España. Ambos bandos saben que separados no podrán enfrentar al enemigo común. Embajadas desde Brasil y Europa tratan de simpatizar con ambos bandos para atacar al contrario. Carlos de Alvear propone que las Provincias Unidas del Río de la Plata se constituyan en colonia formal de Gran Bretaña. Artigas cree que el tiempo ha llegado, hay que cumplir con el gran mandato que se le había encargado a la Asamblea del año 13, es decir, declarar la independencia. Se dirige a las provincias no sujetas al poder porteño –las ya nombradas Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Misiones, y la Banda Oriental, quienes voluntariamente se habían sujeto a su protectorado- a fin de que enviaran sus representantes a la actual ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay -llamada por entonces Villa del Arroyo de la China- para que reunidos en un gran Congreso, declararan la Independencia de España y enviando un mensaje a Buenos Aires: de todo otro poder extranjero.
El Congreso de Oriente
Sabido es que no se han conservado actas, manifiestos, ni declaraciones resultantes del Congreso de Oriente, y a falta de documentos oficiales, solo quedan conjeturas. Lo curioso es que tampoco se han conservado actas del Congreso de Tucumán; sin embargo la historia oficial da cuenta que en él se declaró la independencia. El Congreso de Oriente o Congreso de los Pueblos Libres, su nombre nos indica que las provincias que se acercan a él, ya son independientes del poder central. También una carta de Artigas a Pueyrredón en 1816 nos da cuenta de que cada provincia de la liga federal es autónoma; Artigas le habla de la Banda Oriental como una provincia más, que no está por sobre ninguna, y solo habla de la independencia de la misma, ya que las otras son sus aliadas. Dice Artigas en esta misiva: “Ha más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor (igual que la bandera argentina, pero cruzada con una banda roja, símbolo del federalismo) y juró su independencia absoluta y respectiva. Lo hará V.E. presente al Soberano Congreso (el de Tucumán) para su Superior conocimiento”. Además, la carta dice otra cosa muy significativa al asociar dos actos: “Enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia”. Esta asociación permite interpretar que el juramento de Independencia fue simultáneo con el enarbolamiento del estandarte tricolor, lo cual sitúa esas proclamaciones de independencia particulares de cada provincia (no sólo de la Banda Oriental) en fechas anteriores al Congreso de Oriente, que se conocen con precisión.
“No se han conservado actas, manifiestos, ni declaraciones resultantes del Congreso de Oriente, y a falta de documentos oficiales, solo quedan conjeturas”
¿Hubo entonces una declaración previa al 9 de julio o varias, en que cada provincia en forma particular proclamó su independencia? Esto estaría más de acuerdo con la celebración del bicentenario de la provincia de Santa Fe en el 2015, más precisamente el 24 de marzo de 1815. Con la declaración de autonomía, Santa Fe se incorporó al movimiento independentista liderado por Artigas, el “jefe de los orientales”. Solo declarando su autonomía se entiende el ingreso de esta provincia a una liga o confederación de pueblo libres. Es de suponer que las otras provincias que integraron la liga hicieran lo mismo. El 17 de abril de 1815, el gobernador de Córdoba, José Javier Díaz, publica una proclama considerando que los cordobeses son “libres e independientes de toda otra autoridad que no sea la de esta capital”.
Las provincias liberadas del dominio español y del centralismo porteño, ya en pleno ejercicio de su soberanía particular, libertad republicana e independencia absoluta, se reúnen en Arroyo de la China el día 29 de junio. Del acta surge con claridad que las provincias eran soberanas, pretendían seguir siéndolo, y querían avanzar en la constitución de un gobierno superior de la Confederación que velara por el bien general, “sin que por eso los Pueblos unidos pierdan la más mínima prerrogativa de sus derechos”.
Llegado a este punto sería razonable admitir que quienes participaban en el Congreso de Oriente ya habían declarado su independencia, con lo que el primer paso para la constitución de una confederación estaba dado. Lo que se propusieron fue avanzar en la Constitución de las Provincias Unidas del Río de la Plata, lo cual suponía una negociación con Buenos Aires. Pero a su vez, como afirman Julio César Rondina (Presidente del Instituto Artiguista de Santa Fe) y Alberto Umpierrez (Historiador de nuestra hermana República Oriental del Uruguay) está indicando que estas provincias eran quienes habían enarbolado, con mayor fidelidad, los principios emergentes del proceso de Mayo. ¤
Textos Consultados:
Breve historia de los argentinos, de Feliz Luna
1815, la primera declaración de independencia argentina, de Pacho O'Donell
Biografía de José Gervasio Artigas, en El Historiador, de Felipe Pigna.