Después de permanecer varada en un puerto de Ghana durante 77 días, la Fragata Libertad, buque insignia y símbolo de la armada de nuestro país, partió finalmente de regreso rumbo a Argentina. La nave había sido retenida a pedido del “fondo buitre” estadounidense NML Capital y su estadía le costó al país africano unos 7,6 millones de dólares. Nadie salió ganando en este entuerto, pero mucho menos el país africano, y muchísimo menos los inversionistas del fondo buitre a quienes ahora se les demanda que paguen por los mencionados gastos.
Decíamos que la Fragata Libertad es un símbolo de nuestra armada; en realidad es un símbolo argentino. Y de ahora en adelante, mucho más aun. A partir de ahora, en los ojos de millones de argentinos, se la verá como un rehén que logró escapar de un lejano puerto africano en donde había sido secuestrado por piratas sin apellidos ni bandera negra. Piratas modernos que no se visten como el Capitán Hook, no tienen patas de palo, poco saben de mares y tormentas y los identifica el símbolo $ en lugar de la tradicional calavera con dos huesos cruzados. “Ahora”, declaró la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tras conocer el fallo del Tribunal Internacional del Derecho del Mar, “la fragata será símbolo de la soberanía y la dignidad nacional contra los que quieren atropellar a la República Argentina”. El gobierno celebrará esto como una victoria internacional, y creemos que, hasta cierto punto, estará en todo su derecho. Después de todo, la oposición le pegó duro cuando decenas de marinos debieron abandonar la nave y regresar al país en avión. Sin embargo, qué bueno sería que el regreso de la Fragata se festeje como los marinos de la misma se merecen, con un cálido recibimiento del pueblo argentino y sin banderías políticas ni enconos y sin el oportunismo mediático que vemos venir. La discusión política que resulta de la detención de la Fragata pasa por otro lado y se podrá dar en otro momento.
Entre todas las ideas que nos vinieron a la mente a la hora de planear la editorial de enero, nos interesó compartir esto con todos nuestros lectores, otra vez, por lo que significa como símbolo, por la potencialidad de una nave de unir al pueblo detrás de un emblema respetado por todos.
Cerramos un año con la congoja que nos produce la masacre en la escuela Sandy Hook, de Newtown, Connecticut, todavía muy cerca en el tiempo como para dejar de mencionarla aquí. Pero abrimos el 2013 con la esperanza de que juntos encontremos la solución a la crisis de violencia que vive nuestro país adoptivo. Y con la ilusión y certeza de que Estados Unidos recuperará el respeto internacional y la prosperidad perdida hace ya más de una década.
Desde esta página le enviamos un gran abrazo a todos nuestros lectores, anunciantes y colaboradores, deseándoles a todos un feliz y próspero 2013. ¤