Después de haber establecido en mayo de 1812 su cuartel general en Jujuy, ubicada en la desembocadura meridional de la Quebrada de Humahuaca y que era por donde pasaba la ruta principal de las invasiones desde el norte, Manuel Belgrano se enteró del avance de un numeroso ejército realista. Reclamó entonces a Buenos Aires refuerzos para la resistencia, pero no logró mayores auxilios.
Por entonces, llegaban hasta allí las fuerzas patriotas derrotadas en Huaqui alrededor de 800 soldados, sin armas, afectados de paludismo y totalmente desmoralizados. Había que restablecer la disciplina, rearmarlos y dar ánimo a la población.
Para aumentar el fervor, hizo bendecir la bandera argentina en la Catedral, ignorando que el Primer Triunvirato la había rechazado, porque para el gobierno tener una bandera propia era un claro signo de independencia y los Triunviros no querían abandonar la máscara de Fernando VII.
Además, consideraban que era imposible resistir al ejército del brigadier Pío Tristán, que había recibido refuerzos. Por eso, por intermedio de su ministro Rivadavia, se ordenó retroceder hasta Córdoba donde a las fuerzas de Belgrano se unirían tropas de la región rioplatense.
El bando del general Belgrano del 29 de julio establecía que la retirada debía dejar solo campo raso para el enemigo, de modo de no facilitarle casa, alimentos, ganado, mercancías o cosa alguna que les fuese útil. Los cultivos fueron cosechados y quemados, las casas destruidas y los productos comerciales enviados a Tucumán.
El rigor de las medidas debió respaldarse con la amenaza de fusilar a quienes no cumplieran la orden. La población acató lo ordenado a partir de los primeros días de agosto, demorándose algo más los vecinos pudientes que demandaron para desplazarse. Siguiendo lo establecido, los habitantes de Jujuy abandonaron sus hogares y arrasaron con todo lo que dejaban atrás. El ejército también comenzó la retirada el 23 de agosto en horas de la tarde, se arreó el ganado y se prendió fuego a las cosechas para desguarnecer al enemigo.
El éxodo jujeño es recordado con gran estima por los habitantes de Jujuy, que cada 23 de agosto conmemoran el mismo. Se ha considerado que la acción de los jujeños de 1812 constituyó un gran acto de heroísmo colectivo que permitió las derrotas posteriores de los españoles.
En el presente año se celebra el bicentenario del éxodo. El 28 de octubre del 2002 se promulgó la ley 25664 por la cual, en conmemoración de la gesta del éxodo jujeño, se declaró a Jujuy como capital honorífica de la Nación Argentina. ¤