El problema de no darse cuenta

Es un hecho que la Argentina se encuentra a punto de padecer los efectos de la crisis económica mundial. Curiosamente, una legión de optimistas y fundamentalistas aseguran que el país está “blindado”. Según este particular enfoque de todos los funcionarios y de muchos ciudadanos comunes, la nación se encuentra ubicada en una especie de isla: aislada, autónoma y autosuficiente, capaz de continuar su curso habitual sin ser afectada por la acción de los mercados y de las crisis que afectan a los países desarrollados.
Cualquier individuo medianamente informado sabe que esta visión sesgada de la realidad es, por lo menos, irracional, y que sin dudas es producto de la ignorancia, obsecuencia o que implica una negación de la realidad. Es sabido que en el mundo híper globalizado actual, todos los países se encuentran íntimamente relacionados y lo que sucede en una región afecta a todo el planeta.
Sin dudas, los argentinos en el 2012 estaremos económicamente peor, como casi todos los habitantes de la tierra. Esa no es una novedad ni un augurio apocalíptico; solo datos de la realidad.
Pero lo más preocupante no es esta crisis puntual, porque en poco tiempo pasará a la historia. El verdadero problema de la Argentina subyace en lo cotidiano, en la realidad de todos los días.
El no darse cuenta es el principal flagelo del país. Por ejemplo, que durante décadas y décadas el país ha ido involucionando. De hecho, no hay progresos visibles en algún aspecto relevante de la nación. Los gobernantes de cualquier signo político, así como los ciudadanos de a pie, se han ido conformando a la más degradante mediocridad. Y esta actitud conlleva un deterioro permanente y constante de la calidad de vida y el desarrollo nacional.
En el plano general, es abrumador no darse cuenta de que no existen proyectos de desarrollo industrial. Ni política ni planes de estado. El largo plazo es mañana, o como máximo el 2015 (cuando habrá elecciones presidenciales). Nadie quiere darse cuenta de que vivimos en paz gracias a que ningún país quiere conquistarnos, porque la capacidad de defensa nacional es nula. Con suerte el total del potencial de las fuerzas armadas podría defender el país unas cinco o seis horas. Hace pocos meses se difundió que gran parte de los aviones y armamento pesado no puede utilizarse por obsolescencia. Dejaron de fabricarse hace más de treinta años y ya no se encuentran repuestos en ningún lugar del mundo.
En lo cotidiano, el no darse cuenta reviste la misma gravedad. Por ejemplo, millones de usuarios de los servicios públicos de transporte viajan a la buena de Dios. Pareciera que todos los funcionarios de todos los distritos de la actualidad o anteriores fueran ciegos. No se dan cuenta de que no existen protecciones para los pasajeros. Los días de lluvia, muchas avenidas y calles están intransitables, faltan carteles de señalización... A su vez, los medios de transporte no se actualizan ni reparan sus unidades. Año tras año y a pesar de los millonarios subsidios se prorroga su vida útil. Vehículos cada vez más viejos, obsoletos e inseguros transportan a millones de ciudadanos en condiciones escalofriantes.
Ni hablar de la salud, de la pobreza o la desigualdad social.
Este verano, como en los que lo precedieron, a diario cientos de personas mueren o quedan inválidas en accidentes de tránsito absolutamente evitables. El gran problema es que en la Argentina no existe una red de autopistas modernas, iluminadas y señalizadas. Si las hubiera, seguramente se minimizarían las muertes y lesiones provocadas por la deficiente red vial en temporada de vacaciones.
Y esto son solo algunos pocos aspectos que produce el no darse cuenta.
Más allá de las cegueras por conveniencia o ignorancia hay hechos que desnudan la realidad. Guillermo Moreno, el actual Secretario de Comercio Interior y Exterior, amo y señor de las importaciones y exportaciones del país, tiene la misión de obtener un superávit comercial de al menos 10.000 millones de dólares en el 2012. Y para lograrlo comenzó a demorar y/o impedir casi todo tipo de importaciones. Merced a esas medidas, los argentinos nos hemos dado cuenta, por ejemplo, de que no existen “fabricas” de autos en el país: lo que tenemos son “ensambladoras”, ya que casi el 80% (o más) de las piezas de cada auto supuestamente “fabricado” en Argentina son importadas.
Gracias a Moreno también nos hemos enterado de que en Tierra del Fuego pocos operarios “fabrican” millones de notebooks, celulares, tablets o televisores por año, lo que indica que en la provincia más austral están los trabajadores más productivos del sistema solar. Una buena noticia.
Otra buena es que del Lic. Moreno se dicen muchas cosas: que es autoritario, irracional y violento. Que maltrata a las personas sin importar el cargo, poder o influencia que tengan y que al final siempre impone su decisión en bien del país. Lo más notable es que todos, absolutamente todos, obsecuentes, arrepentidos y enemigos afirman que el Secretario de Comercio es una persona absolutamente honesta, que jamás recibió una coima.
Hay, por lo tanto, luz al final del túnel. Ojalá que todos se den cuenta de que la Argentina necesita más funcionarios como Moreno. Honestos y que velan por el bienestar del país. ©