Relatos fascinantes
Amovindo
Nos cuenta Félix Coluccio que este personaje de las costas del río Salado, en Santiago del Estero, debió vivir alrededor de 1785.
Este shalaco tenía campos y gran fortuna, con tesoros guardados en tinajones y ataúdes, los cuales, enterrados, ocultaban oro, plata y demás bienes de valor incalculable. Se cuenta que lo visitaba un ser que vivía en la selva con varias formas, a veces como hombre, otras como toro con crines brillosas y astas doradas, y que se paseaba por todo el pago que formaba parte de Bandera Vieja balando de una forma muy particular.
Cuando muere Amovindo, el millonario estanciero, el toro llegó y reuniendo en un santiamén a los animales del lugar, se alejó llevándoselos hacia el monte.
Anta
Este magnífico animal (tapirus terrestris), llamado Tapir o Gran Bestia, habita en la zona del litoral argentino y de los grandes ríos. Según relata J. B. Ambrosetti, el tapir se alimenta solamente de ramas y frutas, porque cuando el Creador les dio vida a los animales, les preguntó qué les gustaría comer. El Anta, por tener sus orejas muy pequeñas, no oyó; y fue presuroso a preguntarle a Kadjurukré qué debía comer. Entonces éste le dijo de mala gana: “Vayan a comer hojas y ramas de los árboles”.
Nos dice Félix Coluccio que en la zona de Misiones la gente afirma que las correas hechas con el cuero de este animal transmiten su extraordinaria fuerza al que lo posee; además, se usa su pezuña triturada o pulverizada para los males del corazón y para detener las hemorragias del parto. ¤