UN GRAN EXPONENTE DEL CINE ARGENTINO: LO PASADO PISADO (BAD MEMORIES)

Destacada ópera prima de Gustavo Santi
Ante la aparición de producciones de la factura y el estilo de Bad Memories (Lo Pasado Pisado) nadie puede dejar de preguntarse dónde quedan todos los años de estudio y el dinero que la mayoría de los directores tienen que invertir en el largo peregrinaje hacia su primer corto o documental para, años más tarde, con una buena cuota de suerte, lograr finalmente concretar un largometraje, que en la mayoría de los casos suele ser el primero y el último. Esta obra del argentino Gustavo Santi restablece una antigua ecuación nunca resuelta: un director ¿nace o se hace?
Gustavo es buzo de profesión y cineasta de vocación. Y como todo en su vida, el sueno de años se convirtió en realidad sorpresiva y abruptamente. Siempre supo del éxito que podrían tener todas esas historias que a diario y por años se vienen proyectando en su cabeza mientras bucea en solitario. Lo afirmaba, lo aseguraba, y los hechos lo confirman. De pronto su primer película se encuentra compitiendo entre los grandes en festivales europeos y americanos, la prensa lo pone como protagonista, y, como la cereza del postre, se presentan grandes posibilidades en su horizonte como director.
Gustavo es argentino, vive en Los Angeles desde hace más de 20 años, y hace unos meses me llamó para avisarme que me enviaba Bad Memories (Lo Pasado Pisado) para que le diera mi opinión, ‘sin anestesia’, aclaró. Conversamos del argumento, de cómo la había producido, y con mi mejor predisposición me senté a ver la película convencida que sería una más de tantas que toman ventaja de un periodo de la historia argentina de por si movilizador, una fórmula con un ingrediente emocional comprobado. Una más. Grande fue mi sorpresa cuando a los pocos minutos sentí que estaba mirando una gran producción. A eso se sumó una sensación rarísima: verlo a él mismo actuando con la excelencia de quien durante años tiene en su mente cada detalle de cada toma, sabiendo que era él mismo, además, el creador del libro, su guionista, director y el autor de la banda sonora. Con mi libreta de notas y con licencia para la crítica despiadada, me encontré apuntando sólo un par de detalles entre una larga lista de elementos positivos.
Bad Memories (Lo Pasado Pisado) muestra las profundas huellas que dejó una etapa de la historia argentina en su sociedad y su gente desde una nueva perspectiva originalmente creada y magistralmente lograda. Sin apelar a la reiteración infinita y a los golpes bajos, nos mete, desde los primeros diez minutos, en una historia en la que no faltan el suspenso, la acción, exteriores y escenas subacuáticas que nada tienen que envidiar al cine hollywoodense.
La ópera prima de Gustavo Santi demuestra que una gran película depende más de los recursos creativos de un director que de presupuestos con múltiples ceros.
"Nunca en mi vida", dice Gustavo, "estuve en un set y jamás tomé un curso de cómo escribir una película. Si yo te muestro el script no lo podés creer, lo escribí intuitivamente, pasando al papel las escenas tal cual como estaban en mi cabeza. Mis scripts son para que los dirija yo y nadie más que yo, porque tengo las películas tan grabadas en mi cabeza que con palabras claves me es suficiente. Pero sí estoy completamente seguro de que el día que una de mis historias caiga en manos de un buen guionista de profesión, el resultado será extraordinario, y entonces competiremos en Cannes o San Sebastián".
Con esa sinceridad natural nos dice que la información que utilizó para el desarrollo de la historia viene de las mismas fuentes periodísticas a las que todos tuvimos acceso, que no se tomó años de investigación exhaustiva y que de ninguna manera pretende que se crea eso.
Siente que tuvo suerte, porque tanto con los actores como con el equipo de producción sus primeros contactos fueron los que le resultaron los definitivos. De algo estaba seguro: si tenía que esperar para obtener lo que quería, esperaría. No estaba dispuesto a resignar ni cambiar nada de lo que tenía en mente por no encontrar los personajes o el equipo adecuado. Para el personaje de Ferreira, por ejemplo, nos cuenta que si hubiese tenido plata lo hubiese contratado a Patricio Contreras, que tenía que ser un tipo con la cara de esas personas sin escrúpulos. "No era fácil", continúa, "y como siempre pasa… alguien me habló de Jorge (Villarino), él se mostró interesado, lo vine a conocer y fundamentalmente a hacer la prueba de la escena en la que Mario lo está tratando de ahogar, y resultó tan creíble que creí que realmente se estaba ahogando… así apareció Ferreira. Lo mismo con Fabiana (Pascali), le mencioné el papel, vino, hizo una prueba y me pareció perfecta".
Y hablando de la postproducción, dice que lo más importante fue la edición. Que tenía todo el material pero no los 15 mil dólares que costaba editarlo, así que buscó y buscó hasta que encontró quien se ajustara a su presupuesto a la vez de asegurarse que entendiera su concepto, lo que él quería como producto final. Y se siente feliz de haber confiado en Lori Weinhouse la edición de imágenes y sonido. Con ella se llevó además tremenda sorpresa un día que editando le comentó que ahí quería ponerle ‘tal’ música. Se la tarareó, ella sacó un piano, un papel, dibujó un pentagrama y por primera vez su música tomó vida.
¿Cómo fue el proceso de la filmación? "Como la tenía tan clara en mi cabeza me fue simple", dice, "elegí escena por escena y las fui conectando ya desde mucho antes, las que había que hacer en interiores, las que había que hacer en la marina, de día, de noche… y salió todo perfecto. Me propuse hacerla en 10 días y me sobró tiempo. Trabajábamos un promedio de 10 horas diarias".
En cuanto a los equipos, Gustavo nos contó que el camarógrafo usó su propia cámara, y que tuvo que alquilar luces un par de días para las escenas nocturnas y la cámara para tomas submarinas por un solo día.
Del 15 al 17 de octubre, Gustavo viajará a Marbella para acompañar la película, que fue una de los únicos 10 largometrajes seleccionados -entre más de 350- para la competencia oficial del Festival de Cine Internacional de Marbella. Unos meses antes recibió el Premio al Mérito Narrativo en el Los Angeles Cinema Festival of Hollywood 2010. Y ya planea su próxima producción, El Último Testigo, que también es política. Quiere encararla de la misma forma, pero con un poquito más de organización, porque siente que involuntariamente se aprovechó de la buena voluntad que todos pusieron para convertir este sueño en una realidad.
"Yo no soy nadie en el ambiente del cine", finaliza el director, "pero creo en las películas que le gustan a la mayoría de la gente común como yo. Y lo único que sé es que, aunque me muera mañana, para mí estar compitiendo en Marbella ya superó todas mis expectativas".