Los sentimientos y la autovaloración de cada individuo comienzan a formarse durante los primeros años de vida; en esta etapa, cada palabra, cada mensaje expresado por los padres y familiares cercanos, representa para los niños una marca que le hará más fácil o difícil su desarrollo psicosocial.
La autoestima se construye desde el nacimiento, es un proceso de asimilación e interiorización continuo; ser aceptados y valorados son pilares básicos para el desarrollo de una buena autoestima.
En los primeros años del niño, la autoestima fluctúa en cada una de sus interacciones personales, de acuerdo a su temperamento, la familiaridad del medio ambiente y sobre todo de las actitudes de las personas que lo rodean. A veces los padres se preguntan: “¿Cómo sabemos si estamos educándolo bien o si es necesario modificar algunas de nuestras actitudes para fortalecer la confianza en sí mismo?” Observar cómo se comportan los niños en su casa, en el colegio o con sus amigos, nos ayudará a determinar si necesitan ayuda y cómo hacerlo. Es importante que los padres, ante las dificultades que se les presenten a sus hijos, los estimulen para que tengan oportunidades de elegir; ayudándoles a aceptar responsabilidades y a asumir las consecuencias.
Cuando se crece en un ambiente de cariño, con límites claros, se desarrollará una aceptable autoestima. El niño sentirá más confianza en sí mismo, tendrá más interés en aprender y se enfrentará más confiado a las diferentes situaciones que se le presentan.
Es necesario que los motivemos para que se superen y no presionarlos para que sean los mejores. Hay que ayudarlos para que sientan que si se esfuerzan podrán superarse, siempre respetando y valorando sus habilidades, debilidades, deseos y su nivel cognitivo; incentivando responsabilidades, acordes a sus edades y a su desarrollo.
Los niños que se sienten aceptados, aprenden a “aceptar sus fracasos”, e intentan nuevamente la experiencia. Nuestro acompañamiento, respetando sus tiempos, su manera de ser, de pensar y sentir, les será de gran ayuda.
Sentirse aceptados y valorados supone “sentirse queridos”, esta condición hace que el niño acepte los límites e incorpore las normas que les son impuestas.
Las críticas y los insultos no favorecen la autoestima del niño; el maltrato verbal, psíquico y físico se inserta en la personalidad, como una herida, convirtiendo al niño en una persona insegura y con dificultades en sus relaciones. Una baja autoestima puede desarrollar en el niño sentimientos de angustia, falta de decisión, vergüenza, miedos, o sentimientos de inferioridad ante los demás, que pueden convertirse en trastornos de conducta, problemas de aprendizaje, alimentarios, crisis de ansiedad, pánico y depresiones.
Es importante ante los primeros síntomas acudir a un psicólogo especialista en niños, para tratar en forma conjunta con la familia, aquellos problemas que dificulten el normal desarrollo del niño, trabajando no sólo lo intelectual, sino también su inteligencia emocional.
Para enseñar a los niños a tener metas y perseverancia, tenemos que despejar los sentimientos negativos y trabajar sobre los pensamientos que más lo estimulen; a través de las emociones positivas podrán controlar su conducta, aprender a comunicar sus sentimientos y comprender los sentimientos de los demás. De esa forma lograremos modificar los pensamientos y actitudes que refuerzan su baja autoestima.
Fortalecer la autoestima en nuestros hijos es una tarea que comienza con la reflexión personal que debemos hacer de nosotros mismos, para descubrir nuestras carencias, insatisfacciones, aquellos problemas no resueltos en nuestra infancia, de manera que podamos hacer una revisión de las actitudes y comportamientos que tenemos hacia nuestros hijos. A partir del conocimiento de nuestro modo de ser, del respeto y la confianza, es posible transmitir valores positivos para fortalecer la autoestima en ellos, para que desarrollen sus capacidades potenciales, no sólo las intelectuales, que afianzarán su aprendizaje escolar y su capacidad para amar.
Fomentar un buen desarrollo psicosocial en nuestros hijos es nuestra responsabilidad como padres y la mejor herramienta para lograrlo será nuestro amor hacia ellos. ©