Leyenda de Santiago del Estero
La gente del pueblo de donde nació la leyenda, le dio por nombre "La Telesita" y hay quien le dio nombre y apellido: Telésfora Castillo, como para hacerla real.
Según dicen en el pueblo, esta muchacha vivía en el medio del monte, y sólo salía de él al oír melodiosos acordes musicales. Su solitaria figura la mostraba descalza, revuelto su pelo, rota su ropita, dejándose enredar por los sones de la rítmica música, despertando la admiración de su gente, que la veneraba.
Así pasaba las horas, envuelta en el delirio que le producía este rito, que duraba hasta la aparición de los primeros rayos de luz del amanecer, y que la hacían volver a la espesura del monte.
Cierta vez, en una fiesta en donde el pueblo cantaba, bailaba y esperaba la presencia de esta admirada y mimada figura, ella no se sumó a la fiesta. Los paisanos, extrañados, fueron en su búsqueda. Sus penas no tuvieron consuelo cuando en el monte encontraron el cuerpecito de La Telesita calcinado por el fuego.
Desde ese día, su pueblo, en todas las fiestas la evoca como a ella le gustaba: cantando y bailando, disfrutando la vida al compás de la música que amó y que la transportaba quién sabe a qué cielos.
Nadie puede precisar como nació el culto a "La Telesita". Pero lo cierto es que el pueblo le profesó fe a esta santa laica y la gente comenzó a pedirle por la lluvia, por encontrar algún animalito perdido, por algún problema de salud, etc. Todo esto lo hacen en el fragor del baile, del baile mágico y cabalístico, pues el promesante debe bailar siete chacareras y junto a su compañera, beber después de cada una, una copa de vino o del licor que gusten.
Al finalizar el baile se realiza un rito; se quema un muñeco de paja que la representa y que estuvo presente durante todo el desarrollo de la fiesta, colgado en el alero del rancho con un paño blanco por detrás, simbolizando la pureza y la virginidad. El fuego recordará su martirio y su purificación y a la vez, el elemento que la deificó en la creencia. ©