Poco tiempo antes de las últimas elecciones presidenciales advertimos desde aquí que la candidatura de Kristina era una patraña orquestada para mantener a Néstor Kirchner gobernando el país más allá de lo que la ley permite. A la luz de lo acontecido en los últimos tiempos, vemos que el que tiene la manija en Argentina es el “Primer Damo”.
Néstor Kirchner, desde que su mujer asumió la presidencia, gobierna el país desde el PJ, a él se le reportan todos los gobernadores, ministros y todos los hombres fuertes de la política. Lo que está pasando en nuestro país es uno de los más serios inconvenientes que tienen los regímenes personalistas y poco afianzados institucionalmente, por la falta de límites suficientemente estrictos en la toma de decisiones entre la voluntad del mandatario y las reglas de juego democrático. La situación se agrava cuando funcionan “poderes hereditarios”, dinastías políticas o políticas de pareja. Este es precisamente el caso de la Argentina, un país donde los ciudadanos hablan de los Kirchner como de una sociedad política en la que casi nunca está claro qué papel desempeña la presidenta Cristina Fernández y cuál su marido y antecesor, Néstor Kirchner.
Fernández llegó triunfalmente hace un año a la jefatura del Estado, catapultada por su esposo, jefe hoy indiscutido del justicialismo gobernante. La popularidad de la presidenta se ha ido desvaneciendo en buena medida en ese tiempo, debido básicamente a decisiones económicas de un Gobierno poco creíble en ese terreno.
Algunos de sus horrores son la larguísima huelga del campo, motivada por la subida de aranceles a la exportación, que acabó en gran humillación para la Presidenta; una inflación oficialmente por debajo del 10%, pero que nadie se cree y que ha hecho aumentar la pobreza por primera vez en seis años o la nacionalización del sistema de jubilaciones privadas, por el que siente una abierta hostilidad la pareja presidencial y que muchos ven como una maniobra para rellenar con 30.000 millones de dólares el creciente agujero fiscal de un Gobierno escaso de liquidez y al que se le vencen en los próximos dos años más de 20.000 millones en deuda.
Tan serio como los problemas que minan el crédito de la Casa Rosada es la convicción general de que el ex presidente -a quien obviamente la Constitución no reconoce papel alguno como tal- es el motor político del país. Kirchner no ha cumplido su promesa de no inmiscuirse en las tareas de gobierno que competen a su esposa, con quien le une una aparentemente inexpugnable afinidad ideológica. El matrimonio gobierna la Argentina como una sociedad en comandita que ni siquiera guarda las apariencias más elementales: el líder justicialista despacha con ministros y hace oír regularmente su voz, con frecuencia airada, sobre los temas más variopintos. Esta concepción del poder “de a dos” resulta obviamente incompatible con una democracia asentada.
Pero -y sobre todo después del estrepitoso final de las retenciones móviles- la estrategia del Gobierno fue mostrar a una Presidenta enérgica y activa para la vista del público, recorriendo todo el país para contrarrestar el cimbronazo del voto “no positivo” de su vice Julio Cobos. Mientras que el que digita todos los pasos del gobierno desde su oficina en Puerto Madero es “El Néstor”, Kristina sólo está para la foto.
En los últimos cuatro meses, Cristina Fernández de Kirchner participó de 103 actos con anuncios fuera de la Casa Rosada. Mucha exposición, mucho acercamiento a las masas, pero de gobernar ni hablemos.
Este interés, sumamente demagógico de querer mostrar a la presidenta y al gobierno como muy activos, lleva a errores y equivocaciones groseras, porque como todos sabemos, no todo lo que brilla es oro. De acuerdo a un seguimiento realizado en 15 obras inauguradas por la Presidenta, en siete de ellas se encontraron distintas irregularidades: desde deficiencias edilicias y falta de servicios esenciales hasta inauguraciones ficticias o por partida doble. Deficiencias producto de los apuros políticos y de la necesidad de mostrar actividad a cualquier costo. Por ejemplo, Cristina Kirchner entregó las llaves a 1058 adjudicatarios del Plan Federal de Viviendas, con planes de pago a 30 años. Pero las viviendas que estaba inaugurando recién serán habitadas a principios del año que viene con suerte y viento a favor. Las viviendas todavía no pasaron pruebas de agua y faltan ajustes de carpintería. Otras de la obras inauguradas no tienen agua, puertas, canillas, cloacas, grifería y mucho menos pisos.
Otro caso es el del Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata en el que se inauguraron las ampliaciones al mismo el pasado 16 de septiembre pero se calcula que en realidad para marzo del 2009 recién podrían ser utilizadas. Lo mismo pasó en la Central Térmica de Pampa Energía en General Güemes, Salta, que sólo se podrá empezar a utilizar tres meses después de la inauguración presidencial.
Pero quizá lo más patético de este rally ‘inaugurantista”, es la de re-inaugurar cosas que ya estaban funcionando. Por ejemplo, el 27 de octubre la Presidenta visitó la Escuela Media número 14 de Castelar Sur, partido de Morón, para abrir sus puertas, pero el establecimiento había sido inaugurado dos meses antes por el intendente Martín Sabbatella. Lo mismo le ocurrió en cuatro escuelas de la provincia de San Juan.
Pero para dejar más claro aún que lo suyo es más ficticio que real, el jueves pasado, cuando la temperatura batía todos los récords de calor en Buenos Aires y varias provincias, la Presidenta decidió tomarse un viernes sabático, sin encuentros en su agenda, y viajó rumbo al El Calafate, Santa Cruz, donde descansará el fin de semana, a salvo del calor infernal que azotó Buenos Aires.
El intenso calor, que agobia no sólo a Buenos Aires sino también a otras localidades del país, obligó a Cristina a suspender sus “importantes” tareas, como su paso por el conurbano para inaugurar más obras y el viaje a Santiago del Estero, donde iba a ir a apoyar al gobernador radical K Gerardo Zamora, quien el domingo fue por su reelección.
El peligro que se le corriera el rouge por el calor hizo que nuestra presidenta viajara a lugares más fríos, mientras el verdadero mandamás monitorea in situ la interna del PJ de la provincia de Buenos Aires y trabaja con sus ministros para darle los últimos toques a “la moratoria impositiva más grande de la historia” anunciada por la Presidenta, que prevé perdonar todo tipo de deuda, de todo tipo de empresas y particulares, incluso a los quebrados y querellados judicialmente.
Todo lo antedicho y muchas señales más que muestran una gran falta de respeto por la inteligencia del pueblo soberano, hace que nuestra Presidenta siga cayendo en popularidad en las encuestas, pero a pesar de todo, en nuestra querida Argentina, podemos decir que cuando peor actúas mejor te va... sólo para la foto. ©