Un juego de preguntas y respuestas
Cuando un cable y una lamparita nos hacían sentir que habíamos alcanzado el pináculo tecnológico.
Para un chico de hoy se trataría de un ancestral objeto rescatado de la prehistoria; para muchos de nosotros, era la contundente prueba de que la civilización humana había escalado hasta un nivel tecnológico impensado.
El Cerebro Mágico era un juego de preguntas y respuestas que contaba con un circuito eléctrico cerrado; se trataba de una caja con láminas que proponían preguntas, a las que el jugador debía seleccionar tocando con una “lapicera” con punta de metal presionando sobre un pequeño círculo, y con otra la respuesta. Tales lapiceras estaban conectadas a una pila ubicada en la parte de atrás de la caja, y ésta a una lucecita en el frente. Si la respuesta era correcta… ¡voilá! La pequeña lamparita se encendía provocando un estallido de satisfacción. Las preguntas eran sobre diversos temas, como física y matemática, arte, historia, deportes y geografía.
Todo el circuito electrónico solía no durar mucho, pero como estaba compuesto por tan solo una pila, un circuito de metal liviano y un cable con las dos terminales anteriormente mencionadas, era muy fácil de reparar, sobre todo teniendo en cuenta de que por entonces uno se daba maña para todo. Por eso, muchos Cerebros Mágicos terminaban con un cable extraño extraído de algún velador viejo, una lamparita de recambio demasiado grande que cada dos por tres se quemaba, o con un clavo al final del cable, reemplazando a las frágiles lapiceras.
Este juego fue fabricado por la empresa Balba, y se volvió muy popular entre los chicos de la década del 60 y entrados los 70.¤