Contamos en la actualidad con solo trece pinturas de Leonardo sin lugar a discusión, entre otras atribuidas, quizás obras de sus discípulos o terminadas por ellos.
Ellas son: La Anunciación (1473/74); Ginebra de Vencí o retrato femenino entre l474 y l478; Madonna del vaso de flores o la Virgen del clavel de la misma época; Madonna Bennois l478/80; La adoración de los reyes magos hacia 1482, inconclusa; La dama de la comadreja de 1483, inconclusa; San Jerónimo del mismo año, inconclusa; un músico de l485, inconclusa; La Virgen de las rocas de l505; La Cena l496/98; La Gioconda de 1503; La Virgen, Santa Ana y el Niño l506/lO y San Juan Bautista l509/l2.
Con esas obras el extraordinario talento de Leonardo introdujo en la pintura el claroscuro o sea el juego de luz y de sombras; la perspectiva aérea, con la que debilitaba el color en función de la distancia y como resultado de la divergencia de los haces luminosos y el sfumato con que fusionaba la luz con la sombra, difuminando los contornos y produciendo el efecto de una bruma crepuscular o como la visión con los ojos entornados.
Con el claroscuro Leonardo puso en o práctica su visión y sus teorías, Parea él la perspectiva era la guía de la pintura, pero en sus obras pocas veces empleó la geométrica, sino en la mayoría la aérea, insertando en sus mágicos paisajes los seres que no existirán para el hombre sin la luz.
Envuelve en los paisajes a las figuras con la atmósfera y el claroscuro, mostrando mejor la realidad y estableciendo una unidad al hacer jugar a la luz un papel en esa sinfonía.
También Leonardo después de Alberti, estudió los reflejos, adivinando la presencia de valores complementarios en las sombras. Pero no se valió de estos descubrimientos impresionistas, porque para él el reflejo, el complementario son solo accidentes, apariencias.
Todas sus pinturas desgraciadamente están muchas ennegrecidas y casi ruinosas como ocurre con la extraordinaria Cena.
Por suerte han quedado sus numerosos dibujos llenos de sugestiones.
Comparando su pintura con sus ancestros, Masaccio o Mantenga, la imaginamos dulce y blanda.
Pero el genial Leonardo se nos aparece admirable y seduce por la sorprendente improvisación o el saber demostrado en sus dibujos.
Es un vasto ciclo que sirve para afianzar y definir a una de las más originales y poderosas figuras delo universo del arte. Ø