El 8 de enero de 1995 nos dejó este gran noqueador argentino, Carlos Monzón, quien nació en la provincia de Santa Fe el 7 de agosto de 1942, llegando al profesionalismo el 6 de febrero de 1963. Desde sus inicios en el boxeo, siempre mantuvo en su esquina a Amilcar Brusa, quien además de ser su entrenador, fue siempre su guía en este difícil oficio de llevar a un peleador a ser campeón mundial.
Carlos Monzón jamás fue noqueado en su carrera, peleador de estilo simple, no muy vistoso pero sí muy efectivo. Peleó con todos los grandes de la época. Primero logró ser Campeón Argentino de los medios derrotando a Jorge Fernández. Esta fue la única categoría en la cual peleó, pues era un peso mediano natural, 72 kilos o las 160 libras. Cuando descansaba un tiempo entre pelea y pelea, subía no más de un par de kilos. Logró la corona mundial ganándole al italiano Nino Benvenuti por nocaut en 12 rounds. En la revancha lo noqueó en 5 asaltos. Hizo 14 defensas. Entre sus vencidos, figuran peleadores de la talla de Emile Graffit, Mantequilla Nápoles y Rodrigo Valdez. Se retiró invicto como campeón, con sus 14 exitosas defensas. Quiere decir que nunca perdió peleando títulos mundiales. Monzón tuvo su reinado desde 1970 al 1977. Su record fue 102 combates profesionales de los cuales ganó 89, perdió 3, 9 fueron empates y 1 sin decisión, con 61 peleas ganadas por la vía corta del nocaut. Y está catalogado entre los mejores pesos medios de todos los tiempos.
De Carlos Monzón nunca podremos decir que fue un peleador deslumbrante, pero sí un peleador que todo lo hacía simple. No tenía una defensa de un Nicolino Locche, ni la espectacularidad de un Sugar Ray Robinson, pero tenía el olfato y el talento necesario para explotar los errores y falencias de sus rivales. Había nacido con el talento innato de ser un buen peleador. Ser un boxeador es aquel que logra amalgamar una defensa eficaz con un buen ataque, que sabe caminar el ring y sabe esperar el momento preciso en que debe de realizar sus movimientos, ofensivos o defensivos, de acuerdo al desarrollo de la pelea. Por eso los entendidos del difícil arte de la fistiana tienen a Monzón entre los mejores pesos medios del boxeo, no solo por su potencia sino también por su inteligencia dentro de los encordados. La que nunca sabemos cuándo y que siempre llega, -la muerte-, fue quién logró lo que nadie en el mundo del boxeo pudo lograr, noquearlo para siempre en un trágico accidente automovilístico el 8 de enero de 1995. Siempre te recordaremos, Carlos Monzón, pues fuiste un grande entre los grandes.
Un gancho y nos vemos en la próxima. Ø