Un viaje a través del sonido y la cultura.
Durante la década del '70 la industria discográfica comenzó a pensar en una alternativa popular al disco de vinilo. La respuesta ya la había dado unos años antes la compañía Philips, cuando en 1962 presentó lo que poco después el mundo conocería como el cassette.
Los primeros cassettes comercializados a nivel masivo durante los primeros años de los '70 presentaban una calidad sonora tan pobre que muchos pensaron que no duraría demasiado; sin embargo, la tecnología mejoró hacia finales de la década y se impuso finalmente en los '80.
De la mano del cassette emergieron los grabadores reproductores, los walkman de Sony, los peinados raros de los artistas new wave... Toda una época. La portabilidad no era la única gran ventaja de los cassettes; la nueva tecnología también nos permitía por fin grabar canciones de la radio, o en conciertos, o incluso de cassette a cassette, si uno contaba con esos “boomboxes” con doble cassettera, toda una revolución por esos años. Pero los días del cassette estaban contados: en el futuro cercano aguardaban los discos compactos, quienes al final terminaron sepultando en los cajones del olvido a un aparato que muy pronto pasó a ser vetusto e impráctico.
La venta de cassettes, que en 1990 había llegado a 442 millones de unidades, cayó a tan solo 34 mil en el 2009. De hecho, para el 2001 la mayoría de las compañías discográficas había ya suspendido la producción de su música en cassette.
Además de los Sony, las marcas más populares habían sido los TDK, Philips, y Maxwell. ¤