Frases del Gaucho

Reflejos de sorpresas y diferencias en la vida rural

Alzarse un echado
En los rodeos antiguos, cuando los jinetes corrían por los pajonales, un peligro constante los acechaba: el de que un animal, al que no se veía, por estar echado entre los pastos, se levantara, de golpe, delante de sus caballos.
Si tal ocurría, el encontronazo era violento y menos mal si no tenía consecuencias más graves.
De este percance, el gaucho sacó una frase que utilizaba, en ciertas oportunidades, para significar la aparición de algo sorpresivo, imprevisto, algo que no estaba calculado.
“Se le alzó un echado” se dice en los casos en que un cantor, un guapo u otro cualquiera que alardea de su habilidad, o se cree el mejor, es superado, es vencido por alguien que, estando en contacto frecuente con ellos, jamás manifestó ni dejó entrever su capacidad.

Nunca falta un buey corneta 
En la boyada de las tropas de carretas, no todos los bueyes eran mansos ni fáciles de manejar; los mañeros o resabiados daban trabajo para atarlos al yugo, y como los peones no brillaban por la suavidad de sus modales, solía ocurrir que una “embarrada” un poco brutal, un garrotazo mal calculado, o la furia de una topada hiciera saltar un cuerno al arisco, una de aquellas largas “guampas” características de la hacienda criolla.
El defecto surgía a la vista del más despreocupado; “el buey corneta” —o carente de un cuerno— era como una mancha en el conjunto, era distinto a los otros animales.
En las familias honorables, sobre todo en las muy numerosas, suele suceder que uno de los componentes salga malo en inclinaciones: haragán, jugador, pendenciero, etc., diferenciándose de los demás; ése es el “buey corneta” de la familia, y da lugar a la frase “Nunca falta un buey corneta”, es decir, uno que altere lo que es regular, tradicional. ¤

Compilado por Carlos Avilas del libro “Voces y Costumbres del Campo Argentino” de Pedro Inchauspe, publicado en 1949.