¿Qué nos pasa che?

¿Qué nos pasa che?Durante su gobierno, Bill Clinton nos dejó una excelente frase: “Es la economía…idiota”. Esa frase, llevada a la mayoría de los argentinos, sería: “Lo único que nos importa es la economía… idiota”.
Es por todos sabido, e incluso vastos estudios lo demuestran, que estando más o menos bien la economía, poco importa la realidad de la vida cotidiana: corrupción, violencia, desocupación y otras yerbas son totalmente ignoradas por la mayoría del pueblo, salvo cuando alguna cosa les toca de cerca y ahí y sólo ahí, pasará cualquier tema a ser importante.
Preocuparnos por aquellos males que históricamente hicieron fracasar cualquier tipo de plan económico que en un principio parecía que iba a funcionar es ignorado totalmente, hablar de reformas necesarias en la política para que haya menos corrupción, menos delitos o lo que sea, serán ignorados. Las voces que se levantan serán acalladas con epítetos de todo tenor porque el que lo advierte pasa a ser un contra o un fracasado o vaya a saber qué.
Pero sería importante escuchar opiniones diferentes, más teniendo en cuenta que la bonanza económica actual poco se debe a los aciertos de Kirchner y sus ortibas, ya que más bien se debe a una cuestión coyuntural que tiene dos puntos clave: el efecto producido por casi una década de paridad monetaria dejada de lado por una devaluación que pauperizó salarios y costos haciendo a nuestros productos mucho más competitivos y por otro lado una situación externa favorable, que no sabemos hasta cuando durará, en la que los productos argentinos, por el momento, son una joya preciada y sus valores se incrementaron.
Pero tampoco nos dejemos engañar por esta bonanza, porque por más que crezcan las cifras del superávit fiscal, haya un incremento de los índices industriales y en las cifras de la construcción y la cantidad de horas ocupadas, en Argentina los más ricos son cada vez más ricos, y los más pobres cada vez más pobres.
Teniendo en cuenta lo antedicho y la supuesta tranquilidad económica, es este y no otro el momento de empezar a exigir cambios, los cambios estructurales que toda economía necesita para ser sana y perdurable en el tiempo y no ficticia y sin saber cuando se acaba. Porque fenómenos como estos ya los hemos experimentado. Sin ir más lejos, durante el gobierno de Menem todos se ilusionaban porque finalmente saldríamos del agujero eterno… y ya sabemos como terminamos. Por supuesto que ahora todos te explicarán las grandes diferencias que hay entre el gobierno de Kirchner y el de Menem, cuando la verdad es que no hay grandes diferencias y si no cambiamos a tiempo el camino sin retorno es el mismo.
Hay evidencias cotidianas que muestran a las claras el gobierno que tenemos y el que nos espera si dejamos seguir creciendo el poder del actual, porque si nos basamos sólo en el paraguas protector que da una economía tranquila y no sabemos ver las luces de alarma que nuestros mandatarios nos van dando -lo único que interesa es el poder y la acumulación del mismo-… triste futuro nos espera. Un gobierno real no es aquel que da noticias rimbombantes del estilo “tren bala” -que sabemos que cuando se concrete todos lo vamos a pagar y unos pocos lo van a disfrutar- o del tipo “todos los inquilinos podrán acceder a créditos” pero uno se entera que para acceder a estos deberán ganar alrededor de 4.000 mil pesos mensuales, siempre que hablemos de un cuartito en un barrio de cuarta.
No nos dejemos influenciar por frases hechas y promesas vagas. Un gobierno que hace bien las cosas es aquel que poco habla y mucho hace, que no tiene escondidos fondos provinciales en banco suizos, que no promete cambios en la política y lleva con él toda la basura reciclada de gobiernos anteriores, o llena de familiares y amigos las oficinas públicas.
Y digo….¿ qué nos pasa, che? ¿Nos caemos siempre en el mismo pozo?
Los sondeos de opinión pública muestran que la mayoría de la población es indiferente a varios temas que deberían por lo menos preocuparlos, y uno de ellos es el tema de los superpoderes. La actitud de la gente con la idea que lanza el gobierno es un calco del pensamiento mayoritario en los años del apogeo menemista, oponerse a la acumulación de poder es interpretado como ponerle piedras en el camino al Presidente. Se escuchará por ahí que “hay que dejarlo trabajar; después de todo, la economía viene mejorando”.
Realmente y por mas que nos pese, a los argentinos nunca nos preocupó demasiado el funcionamiento de las instituciones. Históricamente los argentinos preferimos tener líderes fuertes antes que instituciones sólidas; siempre y cuando la economía no nos cause terribles temblores. Kirchner esto lo sabe y en eso basa su plan y su estrategia, él hace lo que ve que mucha gente pretende. Y eso no quiere decir que hace lo que es bueno para una nación que debe crecer sana económica e institucionalmente.
Ese estado de ánimo del país le permite al titular del Poder Ejecutivo avanzar sobre el Congreso con la sensación de que los procedimientos republicanos son molestos y burocráticos formalismos que impiden gobernar. Al gobierno no le gusta el disenso y las opiniones diferentes, sea que esas voces provengan de la política o de la prensa. A la prensa argentina la tiene casi toda comprada con la caja que maneja. De otra forma sería increíble ver diarios tan disímiles como Página 12 e Infobae coincidir en lo bueno de este gobierno, cuando por mucho menos en otras épocas hubieran matado a críticas al gobierno, pero la pauta oficial es muy importante en sus economías y todos tienen precio. Pero el gobierno también pone su cuña en la oposición y la resquebraja. En el cisma actual de los radicales mucho tiene de protagonista el gobierno. Gobernadores e intendentes radicales son comprados ya sea porque son corruptos o bien porque saben que sin los dineros que reparte el gobierno “a piacere” nada podrían hacer en sus territorios.
Pero el quid de la cuestión es “el nosotros”… ¿Qué nos pasa che?...En Argentina ningún hecho de corrupción desencadena un proceso tipo dominó, en donde el primero que cae acusado hace caer a todos los demás.
Cuando un senador justicialista declara que le han llegado rumores que el gobierno radical-frepasista está pagando suculentos sobornos para que se sancione la ley de reforma laboral. Los principales dirigentes gremiales afirmaban que el ministro de Trabajo sostuvo que "Para los senadores tengo la Banelco". El vicepresidente de la Nación renuncia a su cargo, un secretario parlamentario se arrepiente y confiesa que él en persona transportó las valijas con el dinero para los sobornos, y ahora una secretaria de un senador afirma que efectivamente los senadores recibieron la coima. El caso parece no tener fin, nunca se resolverá, ya que “no hay pruebas”, dicen. Los argentinos no creemos más en la justicia, pero no hacemos nada, no hay cacerolazos, no hay gritos de que se vayan todos.
Pero les tocan sus ahorros y ahí si. ¿Por qué el corralito generó un movimiento de cacerolazos y la corrupción no? ¿La sociedad argentina tiene los jueces y políticos que se le parecen?
¿No tiene acaso la sociedad responsabilidad alguna por el funcionamiento de la justicia y sobre la corrupción del sistema político?
Volvemos a lo de antes: el discurso de la no corrupción y el respeto a la institucionalidad sólo prende en momentos de crisis económicas.
Este discurso tiene patas cortas; en cuanto pasa la crisis económica, la gran masa de los argentinos se olvidan de todo.
Y no nos podemos olvidar; a cada instante nos dejan mensajes cifrados de que nada cambió, que están los mismos de antes y pretenden hacer las mismas cosas, reelecciones eternas con trampa o sin ella. En la provincia de Buenos Aires, el gobernador Felipe Solá pretende otra reelección. Para nada se acuerdan de la Constitución y parece que habría un artilugio que le permitiría un tercer mandato, una trampita legal, no es ético... pero ¡que importa! En la política argentina todo se puede. Por si falta aclararlo, Solá es el candidato bonaerense apoyado por Kirchner. Por supuesto, el pueblo tiene la llave para lograr que esa trampita no se lleve a cabo, ¿esta vez la usará?
Engaños a los votantes, puestos sucesorios para familiares, y nosotros lo vemos pasar. Alicia Kirchner, la hermana mayor del Presidente, un año atrás era ministra de Desarrollo Social, manejó los fondos de campaña, se candidateó y ganó el cargo de senadora por Santa Cruz. A ocho meses y medio de haber renunciado al ministerio para asumir como senadora, pidió licencia en la cámara alta. La hermana Alicia volverá al manejo de un presupuesto de 3.550 millones de pesos del Ministerio de Desarrollo Social. Se vienen elecciones y re-elecciones, ¿quién mejor que ella para saber dónde gastar cada uno de esos pesos en demagogia con vistas a la campaña electoral.
¿Qué nos pasa che?... ¿Dejaremos que sigan jugando con nosotros o intentaremos el cambio? Por que realmente sería triste confirmar lo que muchos en Argentina y en el mundo sostienen: “si los milicos hubieran hecho una economía sustentable en el tiempo aún serían gobierno con la única oposición de los familiares y amigos de los desaparecidos y algunos pocos más”. Ø

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