La aparición de la escritura nos permitió crear un archivo tangible de la actividad humana
En un mundo marcado por la inestabilidad política, guerras aisladas y la amenaza latente de que esas beligerancias deriven en conflictos nucleares, resulta pertinente reflexionar sobre la importancia de los registros impresos de la actividad humana. Estos documentos no solo son testigos de nuestra historia, sino que también representan un medio vital para la preservación del conocimiento y la cultura en tiempos de crisis.
La historia de la escritura, que se remonta a las primeras formas de protoescritura, revela cómo la humanidad ha buscado comunicar y registrar su experiencia a lo largo de los siglos.
La protoescritura está relacionada con las primeras manifestaciones gráficas que precedieron a los sistemas de escritura más completos y son relativamente desconocidos para la mayoría de nosotros. Algunos ejemplos para destacar son los símbolos de Jiahu (c. 6600 a.C.) y los signos de Vinča (c. 5300 a.C.) que consisten en ilustraciones tempranas de cómo las sociedades comenzaron a intentar usar símbolos para comunicar ideas y dejar su rastro en la historia de nuestro mundo.
“La función de la escritura en la civilización fue vital, porque la importancia de estos sistemas de escritura radica en su capacidad para preservar y transmitir conocimiento a lo largo de las generaciones”
Estos sistemas, aunque rudimentarios, sentaron las bases para el desarrollo de la escritura, permitiendo a los humanos registrar eventos y tradiciones de manera más efectiva que la mera memoria oral.
La prehistoria se vuelve historia
El debate sobre cuándo la prehistoria se convierte en historia es un tema recurrente de discusión, principalmente en la arqueología. Sin embargo, es ampliamente aceptado que la invención de los primeros sistemas de escritura se produjo a finales del Neolítico, coincidiendo con el inicio de la Edad del Bronce. Este período vio el surgimiento de la escritura cuneiforme en Mesopotamia y los jeroglíficos en Egipto, ambos sistemas considerados los primeros ejemplos de "verdadera escritura".
La escritura cuneiforme, que surgió entre 3400 y 3200 a.C., fue utilizada por los sumerios para registrar transacciones comerciales y eventos históricos. Por su parte, los jeroglíficos egipcios, con sus elaborados símbolos, no solo documentaban la vida cotidiana, sino que también tenían un carácter ceremonial y religioso, reflejando la cosmovisión de la sociedad egipcia.
La función de la escritura en la civilización fue vital, porque la importancia de estos sistemas de escritura radica en su capacidad para preservar y transmitir conocimiento a lo largo de las generaciones. Antes de la escritura, la transmisión de información dependía de la memoria oral, que es inherentemente limitada y susceptible a alteraciones. La aparición de la escritura permitió a las civilizaciones registrar de forma permanente sus logros, creencias y eventos significativos, creando un archivo tangible de su actividad.
“Los libros, documentos y archivos físicos se convierten en refugios de sabiduría y aprendizaje, recordándonos quiénes somos y de dónde venimos”
Este registro impreso ha sido fundamental para el desarrollo de la burocracia y la administración de sociedades complejas. La escritura no solo facilitó la organización política y económica, sino que también permitió la codificación de leyes y la institucionalización de la religión. Sin estos registros, la evolución de la civilización tal como la conocemos habría sido imposible.
Los libros, esos refugios de sabiduría y aprendizaje
En un mundo contemporáneo que enfrenta crisis globales, la importancia de los registros impresos se vuelve aún más crítica. La historia ha demostrado que, en tiempos de conflicto, el conocimiento y la cultura pueden verse amenazados. Los libros, documentos y archivos físicos se convierten en refugios de sabiduría y aprendizaje, recordándonos quiénes somos y de dónde venimos.
Los jeroglíficos, por ejemplo, no solo preservaron la historia de Egipto, sino que también fueron fundamentales para la continuidad de su cultura. A través de ellos, los egipcios pudieron transmitir sus creencias, rituales y tradiciones a lo largo de milenios. Esta capacidad de documentación es crucial en tiempos de inestabilidad, donde el futuro puede parecer incierto y amenazante.
Por otra parte, la historia está llena de ejemplos donde la guerra y el conflicto han llevado a la pérdida de conocimiento invaluable. La quema de la Biblioteca de Alejandría es un recordatorio trágico de cómo la destrucción puede borrar siglos de saber. En tiempos de guerra, los registros escritos a menudo se convierten en objetivos, y la pérdida de estos documentos puede tener consecuencias devastadoras para la humanidad. Piénsese en los nazis que durante la WWII quisieron exterminar a todos los judíos e incluso borrar de la historia todo rastro de la cultura judía.
En contraste, las civilizaciones que han valorado y protegido sus registros impresos han logrado preservar su identidad cultural y su legado. Esto se puede observar en la forma en que las culturas indígenas han mantenido vivas sus tradiciones a través de la oralidad y la escritura, enfrentando adversidades y preservando su conocimiento para las futuras generaciones.
La importancia de los libros
La llegada de la era digital ha transformado radicalmente la forma en que accedemos y consumimos información. Sin embargo, esto no disminuye la importancia de los registros impresos. A pesar de la inmediatez y la accesibilidad de la información digital, los libros y documentos impresos ofrecen una experiencia táctil y duradera que es difícil de replicar en el mundo virtual.
Los registros impresos son menos susceptibles a la obsolescencia tecnológica y pueden perdurar a lo largo del tiempo, actuando como guardianes de la historia. En un contexto donde la información digital puede ser efímera y volátil, los registros impresos se convierten en un pilar de la memoria colectiva.
La importancia de los registros impresos de la actividad humana es innegable, especialmente en un mundo que enfrenta crisis y conflictos. Desde la protoescritura hasta los sistemas complejos de escritura, estos registros han permitido la conservación y transmisión del conocimiento a lo largo de la historia. En tiempos de incertidumbre, es vital que valoremos y cuidemos estos tesoros, ya que representan no solo nuestro pasado, sino también nuestra capacidad para enfrentar el futuro.
Al preservar y difundir el conocimiento contenido en estos registros, fortalecemos los lazos que nos unen como especie y nos preparamos para enfrentar los desafíos globales que se avecinan. En un mundo donde la estabilidad puede tambalear, la escritura sigue siendo una herramienta esencial para la comprensión, la reflexión y la construcción de un futuro más consciente y resiliente.
Necesitamos un segundo bunker
En Svalbard, Noruega, se encuentra el famoso Bunker Global de Semillas, una instalación diseñada para preservar la diversidad de las semillas del mundo en caso de catástrofes. Este refugio subterráneo asegura que las variedades de cultivos esenciales permanezcan disponibles para las generaciones futuras. Sin embargo, ante los desafíos actuales, como el cambio climático y los conflictos globales, es igualmente crucial preservar nuestra historia impresa.
“Las civilizaciones que han valorado y protegido sus registros impresos han logrado preservar su identidad cultural y su legado”
La creación de un segundo bunker, dedicado a la conservación de registros impresos y documentos históricos, podría desempeñar un papel vital en la protección de nuestro patrimonio cultural, el de toda la humanidad. Este refugio no solo debería almacenar libros, manuscritos y documentos importantes, sino que también podría incluir copias digitales y protocolos de preservación. Al igual que el Bunker de Semillas, un espacio así ofrecería una salvaguarda contra la pérdida de conocimiento y la cultura en tiempos de crisis, asegurando que las futuras generaciones puedan acceder a la historia y las lecciones del pasado.¤