Poseía la voz más rea del tango;
sus interpretaciones no sobresalían por su entonación melodiosa sino por la incomparable pasión que transmitía. Cuando cantaba, lo hacía con su voz, pero también con la expresividad de sus manos, con las arrugas de su cara, con su sangre que destilaba tango.
Prototipo del porteño bohemio y noctámbulo, Roberto Goyeneche nació en el barrio de Saavedra un 29 de enero de 1926. No había cumplido los 20 cuando tras ganar un concurso se sumó a la orquesta de Raúl Kaplún. Así fue cimentando su fama, hasta que en 1952 fue contratado para cantar en la orquesta de Horacio Salgán, para luego sumarse a la de Aníbal Troilo.
El Polaco fue un maestro del tempo rubato; cuando lo creía necesario, cantaba muchas de sus frases fuera de tiempo en busca de una mayor emotividad artística. Garganta con arena, como lo llamó Cacho Castaña en su famosa canción, se hizo un lugar en el panteón de los héroes del tango con sus interpretaciones de temas clásicos y modernos, acompañando el bandoneón de Pichuco o de Piazzolla, y hasta apareciendo como un espectro tanguero en las memorables películas de Pino Solanas “El exilio de Gardel” y la sublime “Sur”.
Una neumonía lo venció un 27 de agosto de 1994, pero Goyeneche siguió siempre en Buenos Aires, caminando las empedradas calles porteñas hacia el filo de la medianoche, o agazapado en una butaca del estadio de su querido Platense, o fumando un 43/70 en la puerta de una disquería de la Avenida Corrientes. ¤