El sindicalismo en Argentina hace rato que dejó de cumplir con los deseos de sus fundadores, cuyas metas eran lograr justicia social y leyes que defendieran a los empleados que representaban a fin de conseguirles un mejor estándar de vida.
Es más, en actas fundacionales de la mayoría de los movimientos obreros de nuestro país quedaba claro que no debían formar parte de ningún partido político, lo que obviamente garantizaba la libertad de pensamientos de sus asociados y que no hubiera preferencia o discriminación para los componentes de esas asociaciones.
Juan Domingo Perón fue quien convierte a la CGT en un brazo político (a veces también brazo armado); a partir de allí el movimiento obrero empieza a perder credibilidad.
Perón hizo uso y abuso de los sindicatos, verdadera organización de masas. Ellos fueron los pilares de la “revolución social” que llevó a cabo con sus medidas populistas y el factor más poderoso a la hora de la reelección. Por consiguiente fueron "una herramienta crucial" para su retorno al poder en 1973. El papel de la CGT fue fundamental, a tal punto que quedó plenamente identificada con el Partido Justicialista (peronista).
El poder de movilización de los sindicatos fue un bien apetecible por todos los gobiernos de la extracción que fuera, pero fue el peronismo el que pudo seducirlos y orientar todo ese caudal cautivo a sus filas. No fue gratis ese “enamoramiento”: los líderes sindicales peronistas han acumulado en la historia del partido fortunas envidiables, que serían deseables por cualquier mortal.
En los últimos años el movimiento obrero no sólo padece rupturas - nunca fue un movimiento muy unido, salvo cuando tuviera que voltear algún gobierno contrario a “sus principios” - sino también una pérdida altísima de credibilidad. Una encuesta, realizada por la empresa Mora y Araujo un tiempo atrás, ubica al sindicalismo entre los grupos más desacreditados del país, con poco o nada de consenso. Consultado sobre el fin que persiguen los referentes sindicales, el 84% de los encuestados contestó que esta gente “sólo defiende sus propios intereses" y sólo un 7% contestó que "defiende los intereses de los trabajadores". El resto quedó en "no sabe o no contesta".
¿A qué se debe esta escasa credibilidad de los líderes sindicales? Hay varias lecturas; por un lado, es lo más palpable y obvio: nadie nunca los ha visto trabajar y se sabe la vida que llevan y las fortunas que ostentan. También se les cuestiona los años que se perpetúan en el poder de los sindicatos y que una vez que dan un paso al costado su sucesor seguramente será un apadrinado por ellos o directamente un familiar del líder sindical. Por otro lado, y muy relacionado con lo anterior, la gente ya sabe que estos sindicalistas tienen precio para todo. La performance de muchos de ellos es bien conocida por la gente; se sabe que cuando lo necesitaron fueron amigos de los militares para voltear gobiernos o para denunciar a algún grupo de “zurditos”, sobre todo en la última dictadura. Fueron parte fundamental para debilitar gobiernos democráticos y de esa manera asegurar la llegada de sus socios al gobierno, por medio de gran cantidad de paros, como los trece que sufrió Alfonsín por parte de Ubaldini o la oposición sufrida por De la Rúa con Moyano. Y la gente también sabe de los llamativos silencios o como hibernan cuando el gobierno de turno los “arregla”, como lo hicieron los gobiernos de Menem y Duhalde. Durante esos gobiernos, a igualdad de crisis económicas para los argentinos, ellos no encontraron motivos para movilizarse y hacer paros.
El pago obtenido por esos menesteres puede ir desde cargos en las listas sábanas, acciones en empresas o simplemente “subsidios” a sus sindicatos.
En los últimos años, en el sindicalismo argentino hubo muchos cambios; Moyano tomó el control de la CGT, lo que muestra poca renovación y nada de autocrítica, porque el líder de los camioneros es más de lo mismo.
Con la llegada de Kirchner y sus promesas de hacer cambios y sobre todo dejar de lado la forma de hacer política de sus antecesores, algún iluso podía suponer que por fin se terminaba la burocracia sindical. Pero no, como todo en el actual gobierno, es más discursivo que ejecutivo.
El sindicalismo con este gobierno está siendo premiado continuamente, y eso a la larga no es bueno ni para el país ni para la gente a la que representan. Primero y principal porque los líderes sindicales que peor reputación moral tienen están embarcados en el proyecto Kirchner 2007. ¿Usted puede creer que algunos líderes sindicales como Barrionuevo, West Ocampo o Moyano, por nombrar algunos, tan disímiles entre si pueden estar del lado del gobierno porque tienen coincidencias ideológicas?
El motivo de las “coincidencias” es poder hacer negocios, obtener concesiones y mantener el poder que en algunos casos habían ido perdiendo.
Si uno analiza caso por caso encontrará cosas vergonzosas.
Barrionuevo: ultra-alcahuete y chupamedias de Menem, enemigo acérrimo de Kirchner en sus dos primeros años de gobierno, apoyó en las elecciones presidenciales a Menem contra el actual presidente. En las últimas elecciones apoyó a Chiche Duhalde, y su esposa Graciela Camaño estaba en la lista de Chiche que enfrentaba en esas elecciones a Cristina Kirchner. Hace unos días acaba de recibir el apoyo de Kirchner, para que sea gobernador en las próximas elecciones en Catamarca.
Moyano: apoyó en las últimas elecciones para presidente a Rodríguez Saa, y se llevaba muy bien con Duhalde. Luego de acercarse a Kirchner su gremio recibió, entre otros beneficios, 6 millones de pesos en concepto de subsidio al gas oil, ubicó a varios hombres de su confianza en el actual gobierno, y participará del futuro directorio del ramal ferroviario Belgrano-cargas.
Otros líderes como Atanasof, Daer y West Ocampo, hasta hace poco enfrentados a Kirchner ya han cambiado de camisetas y aunque todavía oficialmente no hayan recibido ningún beneficio, saben que su alcahuetería redundará en beneficios.
Por último, otro de los que últimamente se han pasado al oficialismo es el líder de los ferroviarios José Pedraza, pero el cambio de éste no se da sólo por motivos monetarios sino por motivos judiciales. ¿Por qué? Recientemente fue procesado por una estafa a sus propios afiliados en el orden de los 34 millones de pesos; el favor que el sindicalista espera del gobierno es que presione ante los jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional para que dejen sin efecto su procesamiento.
Los indeseables están volviendo, ¿coincidencia política o negocios espúreos? Como dijera el creador de la famosa frase “Hay que dejar de robar por dos años”, Luis Barrionuevo, luego de llegar a acuerdos con el gobierno… “La política es el arte de lo posible”. Ø