“En octubre se votará entre los que aman la Argentina y los que quieren volver atrás”. Esto es lo que el presidente argentino declaró en uno de los tantos discursos que emite como forma de hacer campaña y poner a la gente de un lado o de otro. Por supuesto, de un lado están los patriotas -que son los que deben votar a Kirchner- y del otro los traidores -obviamente los que votan en su contra-.
Muchas tragedias modernas y antiguas comenzaron cuando la enemistad fue tal, que se generó un antagonismo irreconciliable. El presidente argentino lo vive incitando con sus discursos, y lo que logra es que se rompan los lazos mínimos de convivencia.
Esto nos hace recordar a algún gobierno “democrático” argentino que mandó a la cárcel a políticos como Frondizi y Balbín, sólo por oponerse al régimen imperante.
La democracia es fundamentalmente libertad, debate, respeto por los demás, la búsqueda del bienestar para toda la comunidad; es el trabajo mancomunado para lograr el propósito tan ansiado de ser una república con todas las letras. El sectarismo y el individualismo no suman, dividen. Huir al debate, amordazar al periodismo y no permitir el disenso, es propio de regímenes autoritarios. Apoyamos las buenas acciones del gobierno argentino, pero para lograr una nación más justa y equilibrada creemos que es necesario criticar o, al menos, no identificarse con actitudes soberbias y antidemocráticas.
La frase del mes:
“Hay que dejar de hablar de una inflación que no existe”.
Alberto Fernández, Jefe de Gabinete