La lujuria
La lujuria es el vicio vergonzoso de la impureza, prohibido por el sexto y noveno mandamiento de Dios. Este pecado capital nos hace aborrecer los deberes de la religión, ciega el espíritu, endurece el corazón, arruina la salud y las más bellas cualidades del alma y lleva con frecuencia a la impenitencia final. Es por otra parte el pecado capital con más denominaciones. Lujuria proviene del latín Luxuria = dislocación, exceso, vicio. Son sus sinónimos en mayor o menor grado: la lascivia (propensión a los deleites carnales) que deriva del latín lascivus, de laxus = suelto, flojo, amplio; la liviandad = lascivo que surge de leve, del latín levis = que no pesa. La obscenidad = lascivo, que se originó del latín obscenus; el lividinismo= lascivo que continúa al latín libido = antojo, capricho. La impudicia = deshonestidad = sin pudor y que prosigue al latín in = priv y pudicus = vergonzoso, honesto. La concupiscencia (apetito desordenado o desmedido de los bienes terrenos) = lascivo y que procede del latín concupisco = desear. La inmundicia = impureza = deshonestidad y que continúa al latín in = priv y mundus = limpio. La impureza = falta de castidad que sigue al latín in = priv y purus = limpio y por último la deshonestidad y que aparece como continuación del latín in = priv y honestus = de honor.
La virtud opuesta a la lujuria es la castidad. Además la lujuria es contraria al amor, de donde podemos establecer con calidad de refrán, lo siguiente: “Donde reina la lujuria, no puede existir el amor” y “Habiendo amor, no hay sitio para la lujuria”
Dios prohíbe las acciones, las palabras y miradas deshonestas y todo lo que nos induce a la impureza. La impureza es más que otros pecados capitales, porque borra de nuestra alma la imagen de Dios, haciéndonos semejantes a las bestias. Llevan a la lujuria: el ocio, los libros, periódicos, cuadros, fotografías, películas y canciones pornográficas; las malas compañías, el lujo en los vestidos, los espectáculos y bailes obscenos y los excesos en el comer y beber. Es pues el vicio desordenado del apetito carnal.
Miguel de Unamuno en "Sobre la lujuria" nos dice: "Los hombres cuya preocupación es la que llaman gozar de la vida (como si no hubiera otros goces) rara vez son espíritus independientes y elevados. Viven por lo común, esclavos de sus rutinas y supersticiones. Y ello nada tiene de particular. La obsesión sexual en un individuo delata más que una mayor vitalidad, una menor espiritualidad. Los hombres mujeriegos y las vampiresas son, de una mentalidad muy baja y libre de inquietudes espirituales. Su inteligencia suele estar en el orden de la inteligencia del carnero, animal fuertemente sexualizado pero de una estupidez notable "Justamente el animal símbolo de la lujuria es el macho cabrío. Asimismo Unamuno afirma: Desgraciados los pueblos en que florece la lujuria. Serán al cabo subyugados irremisiblemente por aquellos otros que, después de reproducirse normalmente, supieron reservar sus energías corporales y espirituales para fines más altos que el de dar satisfacción a la carne estúpida, para el altísimo fin de educar a sus hijos en libertad, en verdad y en nobleza"
En muchos casos se ha llegado a la destrucción. Dios hizo perecer con el diluvio a todos los hombres excepto a Noé y a su familia. Envió este terrible castigo a los hombres que se entregaban a toda clase de vicios y, particularmente, a la lujuria. Noé -que practicaba la virtud- fue preservado. Mientras todo era tragado por el abismo, él estaba oculto en un arca que Dios le había hecho construir y que flotaba sobre las aguas.
¿Y qué pasó con las ciudades de Sodoma y Gomorra? Fueron destruidas por el fuego del cielo. Dios castigó con esta suerte a ambas ciudades porque sus habitantes cometían el pecado de la impureza. El justo, Lot, sobrino de Abraham, su mujer y sus dos hijas abandonaron Sodoma antes de la destrucción de la ciudad. La mujer de Lot fue convertida en estatua de sal porque contra el mandato del ángel se había vuelto para ver el incendio de Sodoma y Gomorra.
San Agustín dejó sentado: "La fuerza del diablo está en los lomos" Y William Shakespeare en "Sonetos": “La lujuria en acción es abandono del alma en un desierto de vergüenza”.
En el noveno mandamiento, Dios nos prohíbe todo deseo o pensamiento deshonesto. Jesucristo más tarde dijo en el Evangelio: "Habéis oído que se ha dicho a los antiguos: No cometeréis adulterio y yo os digo: cualquiera que mire a una mujer para codiciarla, ha cometido adulterio en su corazón (Mateo 5) El mal deseo es un pecado, aunque no se ejecute, porque no hay derecho para desear lo que no es permitido hacer. Los malos pensamientos en que uno se deleita voluntariamente son pecados capitales, aún cuando no tuvieran un propósito de ejecutarlos. La razón de esto es que se ofende a Dios, pensando voluntariamente y con gusto en cosas que le desagradan soberanamente y que inclinan a obrar mal.
El Rey David fue acusado por el profeta Natán. Este le echó en cara el adulterio que cometió con Betsabé y el asesinato de Urías, su esposo. Natán le dijo: "Había, en una ciudad, dos hombres; uno rico y el otro pobre. El rico tenía ovejas y bueyes en gran número, mientras que el pobre sólo tenía una ovejita que había comprado, alimentado y criado en su casa con sus hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa y durmiendo sobre su seno; así es que la quería como una hija. Ahora bien, habiendo llegado un viajero a casa del rico, éste que no quería tocar a sus ovejas ni a sus bueyes para regalar a su huésped, le robó la oveja al pobre y con ella hizo un banquete en honor del que había ido a visitarlo"
David experimentó la más viva cólera contra aquel hombre y dijo a Natán: "Vive Jehová que el hombre que ha hecho eso, es hijo de la muerte"."Tu eres ese hombre -replicó el profeta - "He aquí lo que dice el Señor. Te he consagrado rey de Israel y te he librado de las manos de Saúl. Te he dado su casa y todos sus bienes y me disponía a hacerte muchos beneficios. ¿Por qué despreciando la palabra del Señor, has cometido la iniquidad, haciendo perecer al filo de la esposada a Urías el hetero y te has desposado con su mujer? En castigo a tu doble crimen, de tu propia familia sacará el Señor los ministros de su venganza. Ella, Betsabé, va a convertirse, para ti, en manantial de desdichas"
En los proverbios de Salomón encontramos: "Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento, corrompe su alma el que tal hace. Heridas hay, vergüenza hallará y su afrenta nunca será borrada"
"El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre, mas el que frecuenta rameras perderá sus bienes" "Porque los labios de la mujer extraña destilan miel y su paladar es más blando que el aceite, mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte, sus pasos conducen al Sol. Sus caminos son inestables; no los conocerás, si no considerases el camino de vida" El refranero popular ha sido mezquino con la lujuria. Estos son los que hemos encontrado: "Tras el vicio viene el fornicio" que enseña que la vida regalona y holgazana suelen conducir a la lujuria.
"La leña cuanto más seca, más arde" y advierte que la lascivia suele ser más vehemente en los ancianos que en los jovenes. "No hay carga más pesada que la de la mujer liviana" que encontramos en Persiles y Segismunda de Cervantes.
"Una vez que pierde la vergüenza la mujer, más diabluras hará de las que puedas creer" (Arcipreste de Hita) Además Salomón agrega a lo anterior: "Porque a causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan, y la mujer caza la preciosa alma del varón."
Existen otras máximas que pueden considerarse refranes: "Después del libertinaje uno se siente más solo, más abandonadó (Baudalaire) En contrario tenemos: "Los gustos hay que dárselos en vida" "La mujer injusta difícilmente es casta, y viceversa" (Juvenal)
Otro refrán encontramos en la "Verdad sospechosa" de Ruíz de Alarcón: "El deleite natural tiene a los lascivos presos"
Existe la lujuria mayor que es la anormal y que consiste en la inclinación a satisfacer el apetito carnal con actos ajenos a la vida sexual ordinaria. Estas anormalidades tienen a veces origen en una vida culpable y costumbre de pecar contra natura, pero de ordinario esta inclinación anormal radica en la herencia y va acompañada de una afección morbosa en el sistema nervioso. Estas perversiones sexuales pueden reducirse a cuatro: Sadismo, Masoquismo, fetichismo y sexualidad contraria. Se llama sadismo (nombre tomado del marqués de Sade, viciado por estas perversidades) si la delectación se excita con la imaginación o acciones crueles como estrangulamiento del otro, azotándolo, hiriéndolondo, etc. Es una perversidad rara en la mujer y más frecuente en el hombre y tiene su fundamento en el carácter activo o agresivo.
El masoquismo (así llamado por ser Sacher Masoch quien describe esta perversión en sus fingidas narraciones) busca el deleite en la representación o acciones en que sufre algún dolor o tormento, como en ser azotado, golpeado o punzado hasta derramar sangre. Aunque experimente el lujurioso dolor, compensa éste con el deleite carnal. Esta perversidad se halla principalmente en la mujer y es una degeneración del papel pasivo.
El fetichismo excita el deleite con la imaginación o acciones que de suyo no son objetos venéreos, como imaginar la mano, el pie, el cabello, etc. Con frecuencia estos objetos se relacionan con personas desordenadamente amadas, pero puede suceder que sin esta relación también produzcan el deleite apetecido. Finalmente la sexualidad contraria tiene lugar cuando el deleite se produce por la representación, miradas o acciones con personas del mismo sexo. Esta perversidad tiene lugar lo mismo en el hombre que en la mujer.
El mismo Dios en las sagradas escrituras prohíbe toda clase de lujuria, pues pone este vicio entre aquellos que excluyen el reino de los cielos.
San Pablo (ad Galatas V19 y sig.) dice claramente: "Mas las obras de la carne están patentes como son fornicación (acto sexual fuera del matrimonio), impureza, deshonestidad y lujuria sobre las cuales os denuncio. Que los que tales cosas hacen, no alcanzarán el reino de Dios. Semejante doctrina establece en su carta a los corintios (I ad corintios VI 9) y a los efesios (V.5) Donde se debe notar que si bien no enumera todas las especies de lujuria, se infiere que toda clase de lujuria es grave, así porque pone la frase general" “Las obras de la carne" porque excluye "del reino de Dios" no sólo a los que cometen actos perfectos de lujuria, como la fornicación (adulterio) sodomía y polución, sino también a los que cometen las imperfectas, como la impureza y la deshonestidad y la general lujuria. La delectación venérea directamente buscada o consentida con plena deliberación fuera del matrimonio, no admite parvedad de materia, es decir, aunque sea de breve duración y sea pequeña, es pecado capital.
Los efectos de la lujuria en el alma es un vicio capital como enseña Santo Tomás, porque el fin de la lujuria es tan apetecible, que su consecución mueve al lujurioso a cometer otros pecados nuevos, le arrastra a otros vicios hijos de la soberbia y se condensan en estos versos: "Ciego y precipitado, sin consideración e inconstante, amante de su cuerpo, y de este siglo, huye de Dios y de la gloria”.
Efectos en el cuerpo: mayormente en los jóvenes produce graves irritaciones del sistema nervioso, la debilidad y fatiga de todo el organismo, perturbaciones en la circulación de la sangre y aún palpitaciones en el corazón, de donde se origina la hipocondría y la melancolía, que degeneran a veces en la locura.
Efectos en la familia: desastroso. Socava por su base a la familia violando las leyes fundamentales de la fidelidad conyugal.
Efectos en la sociedad: gravísimos, porque al fin la sociedad es constituida por las familias y sus individuos y la disolución de la familia se reflejan luego en la sociedad.
De todos modos mientras salen a vender por treinta monedas de oro al amor, recuerden: "Per quae peccat quis per haec et torquetur." Ø