Cuando El Suplemento me pidió que escribiera un artículo sobre el legendario entrenador de boxeo Amilcar Brusa, realmente me sentí dichoso y feliz de poder hacerlo, ya que siempre es un placer poder escribir sobre una persona a quien uno admira y respeta tanto, como profesional y como amigo.
Trece boxeadores llegaron a campeones mundiales de la mano del maestro, y digo maestro porque es un entrenador que no se quedó en el tiempo. Siempre está al día con los nuevos sistemas de entrenamiento y, desde ya, siempre tiene algo nuevo para enseñar a sus peleadores. Busca cuáles son los mejores atributos que cada peleador tiene y les enseña cómo explotarlos.
Siempre hice hincapié en el sistema defensivo, con sólo enseñarles a atacar no hacemos a un buen boxeador. Amilcar busca el balance: buena defensa y ataque sostenido. “El que no tira, no gana,” dice, pero, también afirma que “golpe que entra no sale.” Y se debe aprender cómo pasar o cómo amortiguar los golpes.
A diferencia de otros entrenadores, el maestro no es partidario de las pesas en los entrenamientos y tampoco cree que sea conveniente que, en las sesiones de entrenamiento a la hora de hacer guantes, se pasen de los cuatro o cinco rounds. Me comentaba: “mirá Carlitos, si pensamos que el peleador está en plena etapa de preparación para una pelea y guantea cinco rounds diarios y trabaja seis días a la semana, la cuenta da treinta rounds por semana. Si la preparación fue de seis semanas, quiere decir que estuvo dando y recibiendo golpes durante 180 rounds, más los del combate. Son muchos golpes que debe de soportar el boxeador. Si éste corre bien por la mañana y hace todos los días el entrenamiento adecuado en el gimnasio, y sabe cómo cuidarse en su vida privada, llegará en muy buena condición física a la hora del combate.” Amilcar Brusa, a quien la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) le concedió el galardón del Mejor Entrenador de la Década, premio más que merecido, al recibirlo tuvo la humildad de decir que todo se lo debía a sus pupilos y que gracias a ellos ha logrado transitar -con éxito- dentro del ámbito del boxeo mundial.
Cuando se nombra a Don Amilcar Brusa, enseguida sale el nombre del inolvidable Carlos Monzón, su diamante más preciado. Creo que no hay día en la vida de Don Amilcar en el cual alguien no le pregunte por Monzón. Hasta yo mismo le pregunté días pasados por qué Monzón siempre entraba medio lento y frío a sus combates. El maestro me contestó: “mirá, Monzón pasó hambre de niño y tuvo siempre una descompensación en los glóbulos rojos y blancos. Si empezaba muy fuerte, se descompensaba su metabolismo. Así que debíamos ir regulando su esfuerzo en los primeros rounds, algo que casi nadie sabía. Me acuerdo que cuando lo traje al Luna Park para pelear con Jorge Fernández, quien venía de hacer una muy buena campaña en Estados Unidos, nadie daba un centavo por él y muchos dijeron, “Pobre negrito, Fernández lo va a pasar por arriba.”
Pero no sólo no lo pasó por arriba sino que además, visitó la lona varias veces. Dijeron “Tuvo suerte” y en la revancha Fernández corrió la misma suerte. Allí la gente se dio cuenta de que el binomio santafecino Monzón/Brusa era cosa seria.
Pero hubo que salir a buscar la corona en el patio del campeón, el italiano Nino Benvenutti, y allí el dueto la hizo grande ganando por nocaut en el onceavo round -en el primer combate, el 7 de noviembre de 1970- y noqueándolo en el quinto cuando llegaron a la revancha. Fueron catorce exitosas defensas en las cuales el boxeo argentino se cubrió de gloria.
Pero llegaron más campeones bajo la batuta del hombre de Santa Fe. El último, el número trece, fue hace muy poquito, el 1º de febrero, el salvadoreño Carlos “El Famoso” Hernández, logró ser el primer campeón de boxeo del pulgarcito de América.
Trece campeones. ¡Qué orgullo sentimos por ti, Don Amilcar! Creo que todas las gracias del mundo no alcanzarían para demostrarte la gratitud que te mereces y que Dios te tenga por muchos años con nosotros.
Los que queremos el boxeo, te necesitamos, como un estandarte de honestidad y respeto que te has sabido ganar. Grande Amilcar. Ø