Bicho raro de la música internacional,
Daniel Barenboim, porteño de nacimiento, es hoy una de las máximas celebridades de la música clásica.
Nacido en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, Barenboim es tan conocido por su virtuosismo musical como por su militancia por la paz y el entendimiento entre las naciones.
Tanto su padre, Enrique Barenboim, como su madre, Aida Schuster, eran pianistas profesionales, por lo que no sorprende que Daniel comenzara a tocar el instrumento desde muy chico. Lo que sí podría sorprender es que debutó en concierto en su Buenos Aires natal a los siete años, mientras que a los 10 ya tocaba en Roma y Viena.
Desde allí, su carrera lo llevaría a los más prestigiosos escenarios del mundo, llegando a ser el conductor de la English Chamber Orchestra, director musical de la Orquesta de París y de la Ópera Estatal de Berlín. En el 2011, fue nombrado director musical de la Scala de Milán.
Ganador de seis premios Grammys y una lista de premios y honores cuya enumeración ocuparía la mitad de esta revista, Barenboim es además un activista por los derechos humanos. De sangre judía, ha sido uno de los grandes críticos de la política de Israel con respecto a los ciudadanos palestinos. “La seguridad del estado de Israel”, declaró una vez al periódico inglés The Guardian, “solo es posible a largo plazo si también se asegura el futuro de los palestinos en su propio estado soberano. Si esto no se logra, las guerras en la región se repetirán constantemente y el insoportable estancamiento continuará por siempre”.
Junto al profesor de Literatura de la Universidad de Columbia, Edward Said, Barenboim fundó en 1999 la West-Eastern Divan Orchestra, una iniciativa que cada verano junta a músicos clásicos de Israel, Palestina y otros estados árabes a tocar, estudiar y promover ideas que lleven a la reflexión y el encuentro.
Barenboim es ciudadano argentino, israelí, palestino y español.¤