Un “nuevo orden mundial” ha comenzado. Por un lado los intereses económicos de la administración estadounidense de turno, y por otro, los países que quieren un organismo central que haga respetar las leyes internacionales. Por un lado, un poderoso aparato militar que no tiene oposición; por otro, un deseo de gastar menos en armas y más en combatir el hambre, la pobreza y las enfermedades que azotan a cientos de millones de seres humanos. Hemos visto en nuestros televisores, aplastar a un régimen que no era ni el peor ni el único de los que merecen ser removidos. Le costó a Irak miles de muertos y destrozados, y a los contribuyentes americanos, miles de millones de dólares que pasarán a los contratistas del pentágono. Las consecuencias geopolíticas en Medio Oriente están por verse.
Argentina, con Duhalde, se opuso a la guerra. Mientras tanto ya estamos sobre las elecciones más confusas y repartidas de la historia del país. Por lo menos es algo distinto y ya sabemos que “la esperanza es lo último que se pierde” (o así debería ser)
“Hazme un sitio en tu montura,\
caballero derrotado.\
Hazme un sitio en tu montura\
que yo también voy cargado de amargura\
y no puedo batallar”.
Joan Manuel Serrat,
Cantando un poema de León Felipe