El antisemitismo invisible: una perspectiva personal

La solidaridad y la unidad son fundamentales en la lucha contra el racismo y la discriminación

Es imperativo reconocer que el antisemitismo no es un fenómeno del pasado, sino que persiste en formas más sutiles y camufladas en nuestra sociedad contemporánea. Aunque muchos de nosotros nos consideramos libres de prejuicios, es importante examinar nuestras propias actitudes y comportamientos para detectar cualquier indicio de discriminación, por más sutil que sea.

La historia nos ha enseñado las consecuencias devastadoras del odio y la intolerancia. Desde los horrores del Holocausto hasta los numerosos actos de violencia antisemita en la actualidad, debemos recordar que la indiferencia y la complacencia son aliadas peligrosas del odio.
Como individuos, tenemos la responsabilidad de desafiar el statu quo y promover la inclusión y la igualdad en nuestras comunidades. Esto implica cuestionar nuestros propios prejuicios y estar dispuestos a confrontar el antisemitismo en todas sus formas, ya sea visible u oculto.
La educación desempeña un papel fundamental en este proceso. Al fomentar el respeto y la comprensión mutua desde una edad temprana, podemos sentar las bases para una sociedad más justa y tolerante en el futuro. Esto incluye la enseñanza de la historia del Holocausto y la promoción del diálogo interreligioso para fomentar el entendimiento y la empatía.

Además, debemos trabajar en colaboración con las comunidades afectadas por el antisemitismo para apoyarlas y protegerlas contra la discriminación y el odio. La solidaridad y la unidad son fundamentales en la lucha contra el antisemitismo y todas las formas de intolerancia y discriminación.

La discriminación trasciende a las razas

En última instancia, el combate al antisemitismo requiere un esfuerzo concertado y continuo por parte de todos nosotros. Debemos rechazar el silencio cómplice y comprometernos activamente a construir un mundo donde cada individuo sea valorado y respetado, independientemente de su origen étnico, religión o cualquier otra característica identitaria. Juntos, podemos desafiar el odio y construir un futuro más inclusivo y equitativo para todos.
Desde mi posición como descendiente de los primeros británicos que llegaron a Argentina en el buque Symmetry, mi perspectiva sobre el antisemitismo en el mundo contemporáneo está impregnada de la experiencia de mi familia y de mi entorno. Si bien no pertenezco a la comunidad judía, me veo obligado a enfrentar el antisemitismo solapado y persistente que parece arraigado en nuestra sociedad.

“Debemos rechazar el silencio cómplice y comprometernos activamente a construir un mundo donde cada individuo sea valorado y respetado, independientemente de su origen étnico, religión o cualquier otra característica identitaria”

Mi conciencia sobre esta cuestión se agudizó a través de las historias orales transmitidas por mi familia y a documentos que encontré en iglesias y registros civiles.
Mi abuela paterna, Emily Cathcart - Lookup, de ascendencia protestante, tuvo que falsificar su partida de casamiento para unirse en matrimonio con mi abuelo, Luis Compte, católico y descendiente de franceses, y además cambiar “inglesa” por “irlandesa” y “bautista” por “católica” en su acta matrimonial del 26 de febrero de 1902 en la iglesia católica Nuestra Señora de Balvanera. Esa partida de casamiento demuestra las barreras que enfrentaban las parejas de diferentes credos, como mis abuelos, en aquellos tiempos. Y la horrible necesidad de ocultar su verdadera identidad para evitar el rechazo social.

El racismo puede aparecer de manera sutil

Actualmente, el antisemitismo persiste en formas más sutiles en la sociedad actual, como lo he observado en mi vida cotidiana.
Conversaciones triviales entre amigos, familiares y conocidos a menudo revelan prejuicios arraigados en nuestra sociedad cuando, al describir a alguien desconocido para mí, terminan mencionando casualmente que es “judío”.

Esta inclusión discriminatoria aparece irrelevante para el contexto de la conversación, similar a mencionar características como el color de cabello o la preferencia por fumar de la persona mencionada.

“El antisemitismo no se limita a actos violentos o manifestaciones abiertas de odio. También se manifiesta en formas más insidiosas, como los estereotipos y prejuicios arraigados en la conciencia colectiva”

Este antisemitismo oculto me enfurece profundamente. Y casi siempre interpelo a mis interlocutores para preguntarles: ¿Qué tiene que ver la religión de una persona con su carácter, su profesión o su personalidad en general? ¿Por qué considerás necesario destacar la identidad religiosa de esa persona como si fuera un atributo más de su ser?
A veces no lo hago porque ocasionaría discusiones intrafamiliares irreparables o pérdidas de largas amistades. Este tipo de comentarios revela un sesgo arraigado en nuestra sociedad que perpetúa la discriminación, incluso si se presenta de esta forma, de manera sutil y aparentemente inocua.
Es evidente que el antisemitismo no se limita a actos violentos o manifestaciones abiertas de odio. También se manifiesta en formas más insidiosas, como los estereotipos y prejuicios arraigados en la conciencia colectiva. Este fenómeno subterráneo es igualmente dañino, ya que alimenta la división y el desprecio hacia aquellos que son percibidos como diferentes.

Es fundamental que abordemos este problema desde la raíz, comenzando por la educación de nuestros niños y jóvenes. Debemos enseñarles a valorar la diversidad y a rechazar la discriminación por motivos de raza, religión, género u cualquier otra característica.

En última instancia, todos somos susceptibles de convertirnos en víctimas de la intolerancia si permitimos que el odio y la ignorancia persistan en nuestra sociedad. ¤