La pandemia del COVID fue, entre otras cosas, un gran experimento mundial en eso de trabajar desde casa para muchas tareas que hasta entonces se hacían en una oficina.
Ahora que parece que la pandemia se convierte en una endemia, los gerentes de recursos humanos en las distintas organizaciones se ven obligados a tomar una decisión muy difícil: volver a la cultura laboral anterior a la pandemia, o aceptar el teletrabajo o algún sistema híbrido como algo que puede continuar, ya que también le conviene a la organización, más allá de la emergencia sanitaria. Este artículo intenta mencionar algunos de los principales factores que están en juego a la hora de analizar el modelo laboral del futuro.
Que algunos trabajen desde sus casas no es algo nuevo en el mercado laboral norteamericano. Desde que aparece la tecnología para hacerlo hace ya varios años, era una opción permitida para muchos supervisores y ciertos trabajadores que tenían autonomía en las distintas empresas privadas. Siempre la clave fue la confianza, productividad, y los sistemas de monitoreo. Luego llegó el 2020, y la experiencia obtenida producto de la emergencia sanitaria. ¿Qué piensan los que deciden en las organizaciones hoy?
Cuando arranca la pandemia en 2020, existían muy pocos estudios sobre el teletrabajo y los estudios publicados hasta entonces hablaban de un efecto neutro o de solo pequeños aumentos en productividad. Tampoco estaba claro el tema costos, especialmente a largo plazo. Llegamos a 2022 y la verdad es que los últimos años fueron tan inestables y complicados para las organizaciones, que no se pudo avanzar mucho en un estudio profundo del fenómeno. Y para peor, el mundo económico post pandemia está lleno de problemas nuevos, logísticos y de personal, que convierten en difíciles las decisiones permanentes sobre el teletrabajo. En esta nueva situación, las posiciones son las siguientes.
¿En la oficina o desde casa?
Hoy en Estados Unidos, Argentina y el resto del mundo, la tendencia es volver al sistema anterior a la pandemia, pero solo como punto de partida. Si se logra cierta estabilidad y no tenemos una nueva emergencia sanitaria, muchas empresas están pensando en conceder un sistema híbrido. Como ya mencionamos, el problema principal es que en muchas partes las ventajas para la organización no son claras, pero existen otros factores que impulsan esta vuelta al pasado.
Es una realidad que solo algunas posiciones en una organización podrían efectuarse a través del teletrabajo. Permitir que algunos empleados no se presenten a trabajar y otros sí es dividir a la organización. Esto puede generar tensiones, cosa que obviamente no le agrada a ciertos managers, a los que se les complica la supervisión.
El poder de los sindicatos se basa, en parte, en la unidad y solidaridad de los representados. Esta “unidad” tiene que ver con ciertas cosas que los empleados comparten, y que se pierden con el teletrabajo. Los sindicatos saben que hoy una mayoría de los trabajadores prefiere el teletrabajo, pero a largo plazo podrían están actuando en contra de sus intereses. Este es un factor importante en países donde los sindicatos pesan mucho, como en Argentina.
En definitiva, la voluntad política en muchos lugares, por los motivos señalados, hoy es volver al viejo sistema. Pero el teletrabajo ha entrado en la memoria colectiva, y a partir de ahora va a estar presente como opción. Como sucedía antes de la pandemia, lo más probable es que la posibilidad de teletrabajo se va a analizar caso por caso, y solo ciertas personas van a poder calificar. También los empleados, con la experiencia obtenida, ahora van a poder juzgar qué balance les conviene para obtener los mejores resultados.
Algo es seguro. El teletrabajo no va a desaparecer totalmente. ¤