El mes pasado nos despedíamos desde esta página editorial diciendo que en nuestro próximo número ya estaríamos hablando del nuevo presidente argentino. Decíamos también que ninguno de los dos candidatos nos generaba la esperanza que nos gustaría tener en estos momentos. Y así estamos hoy. Si bien celebramos el cambio, que las elecciones se hayan realizado con normalidad, que el traspaso del poder se esté realizando de una manera ordenada (al menos para los standards de nuestro país), no derrochamos optimismo. Quizás la experiencia de haber vivido tantos otros momentos similares nos invite al pesimismo, o al menos a la cautela; luego de tantas frustraciones uno se pone escéptico y prefiere esperar hechos concretos. De todas formas, el presidente electo comienza con una página en blanco en la que esperamos escriba buenas noticias para el pueblo argentino.
Se van Cristina, Amado, Aníbal, Máximo y Axel; entran Mauricio, Gabriela, María Eugenia y Horacio. Porque en la política argentina es así, a los dirigentes de alta línea se los conoce por el nombre de pila. Los que se van se definen como progresistas y dicen combatir al capitalismo; sin embargo, se ponen nerviosos cuando se les recuerda que la familia presidencial y muchos de sus funcionarios son millonarios, terratenientes, y viven en lujosas residencias en el Calafate o Puerto Madero, o en ambas localidades. Los que vienen se definen como de centro, ya que nadie se anima en Argentina a decir que es de derecha. Dicen que se sumaron a la política para solucionar los problemas de la gente, especialmente de los más necesitados. Se los juzgará, entonces, a partir de los próximos días, cuando Mauricio se siente por primera vez en el Sillón de Rivadavia y los demás comiencen a trabajar en sus respectivos puestos.
Cristina, Daniel, Mauricio… ¿el cambio de nombres significará también un cambio positivo para la Argentina? Ciertamente, hay otros aspectos que deberían preocuparnos a todos mucho más: corrupción, miseria, narcotráfico, crimen, trabajo, educación…
La campaña presidencial del presidente electo puso el énfasis en encarar una nueva forma de hacer política, dialogando con la oposición, evitando enfrentamientos, y bajando los decibeles en todos los niveles. Si bien esa es una noble propuesta, y celebraremos si así se hace, eso por sí solo no va a garantizar un mejor gobierno que el saliente, ni le asegurará un puesto de trabajo digno al desempleado, no frenará la inflación, ni combatirá el narcotráfico y el crimen cotidiano. Mauricio dice haber demostrado su capacidad para conducir una empresa o un club de fútbol, o incluso la ciudad de Buenos Aires, y que esa capacidad la volcará en la conducción del país. Sinceramente creemos que una cosa no se traduce necesariamente en la otra, especialmente con el peronismo herido en la oposición.
Mauricio: deseamos (exigimos) que trabaje para terminar con la corrupción oficial, para acabar con el hambre, para generar oportunidades de crecimiento para todos los argentinos decentes, recuperar el nivel educativo y la salud pública, disminuir el delito, terminar con el narcotráfico en el país… y si no es mucho pedir, comprometerse a ser el primer presidente “verde” que se ocupe de proteger nuestros recursos naturales y el medio ambiente. Y esto solo para empezar.
Queremos, finalmente, desearles Felices Fiestas a todos nuestros lectores, anunciantes y amigos. Aquí seguiremos, junto a ustedes, en el 2016. ¤