Muy pocos se dieron cuenta. Y menos aun lo dicen
El tiempo hace que pocos recuerden que Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Argentina en 2003, legítimamente, apoyado por gran parte de la ciudadanía. No solo asumió con el 22% de los votos escrutados, que cuentan muchos. De haberse producido el ballotage, es más que probable que lo hubieran votado entre el 50% y 60% del padrón electoral. Una mayoría absoluta.
unque eso nunca podrá confirmarse, existen fuertes indicios que lo respaldan, porque casi el 55% de los encuestados después de la primera vuelta electoral afirmaba que “jamás” votarían al ex presidente Carlos Menem en la segunda vuelta que estipula la Constitución Nacional de 1994.
En las reglas del ajedrez quizás se puedan encontrar pistas de lo que sucedió: que Néstor Kirchner le dio “jaque mate” a Carlos Menem, y éste, sabiéndose perdedor, dejó caer a su rey, dando por finalizada la partida el 14 de mayo de 2003 por televisión, cuando anunció que no se presentaría al ballotage previsto para pocos días después, el 18 de mayo.
Al parecer, pocos se dieron cuenta de esto y son demasiados los que jamás lo mencionan.
Lamentablemente, a diez años de este hecho histórico trascendental, casi todas las noticias que se difunden sobre esas elecciones presidenciales se detienen en el fotograma de la primera vuelta y casi nunca muestran la película completa. Por lo tanto, se confunde a la población con informaciones sesgadas, parciales, que omiten una parte trascendental de la realidad. Algunos lo hacen por falta de reflexión, desconocimiento y desidia, aunque muchos otros lo omiten intencionalmente.
Como si se tratara de una partida de ajedrez, la mayoría de los comunicadores e historiadores se detienen en el momento preciso cuando Kirchner le dijo a Menem “jaque mate” y se dio por terminado el juego, sin un posterior movimiento. Tal cual sucede en el ajedrez.
Esto viene al caso porque hace pocos días se difundió la noticia de que el diario Clarín había censurado una nota del colega Martín Sivak, nada más ni nada menos que para la edición internacional de The New York Times, correspondiente al sábado 20 de julio pasado. Según declaraciones del propio Sivak, las autoridades de Clarín no observaron errores u omisiones en su nota, ni reclamaron “mayor inteligencia”. Cabe aclarar que esa columna, casualmente, se denomina “Inteligencia”. Se trata de una sección fija de la edición internacional del diario estadounidense que tanto Clarín como decenas de diarios internacionales, en distintos idiomas, publican semanalmente desde hace años.
La breve explicación que el grupo Clarín le brindó a The New York Times fue que no publicaría ese artículo porque “es un tema muy sensible”. De acuerdo a Sivak, esa “fue una salida elegante para no explicitar que sobre ese tema sólo se publica el relato de la empresa. The New York Times evaluó que mi columna es equilibrada y respetuosa. En un hecho inusual, decidió subir a su sitio la versión en español para que los lectores pudieran leerla”. (http://nytweekly.com/columns/)
El desacuerdo finalizó cuando Clarín publicó, finalmente, la nota completa de Sivak en su edición impresa del lunes 22 de julio, con la aclaración de que “El contrato con NYT establece que Clarín puede seleccionar los textos que edita, en base a una oferta que recibe del diario neoyorquino”.
¿Cómo es que se puede relacionar el “jaque mate” de Kirchner a Menem con esta noticia de Sivak? El colega escribió en su nota: “Durante la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007), el gobierno procuró una relación armoniosa con el Grupo Clarín por su debilidad de origen (sólo obtuvo el 22% de los votos)”.
Aquí sin dudas hace falta un poco de ajedrez… y de Ortega y Gasset, el filósofo y ensayista español fallecido en 1955 que vivió un tiempo en la Argentina. Este brillante pensador ibérico durante algunos años fue partidario del “perspectivismo” o “doctrina del punto de vista”, una corriente filosófica que sostiene que todas las percepciones son subjetivas y afirma que siempre observamos la realidad desde un punto de vista concreto: el nuestro.
Afirmar que la presidencia de Néstor Kirchner tuvo debilidad de origen porque solo obtuvo el
22 % de los votos parece ser una información subjetiva, parcial e incomplete.
Desde otro de punto de vista (obviamente también subjetivo), sería más justo informar a los lectores de todo el mundo que el presidente Néstor Kirchner obtuvo el 22% de los votos emitidos en la primera vuelta electoral y que no fue electo por una mayoría abrumadora de ciudadanos porque Carlos Menem decidió no presentarse en el ballotage previsto para el 18 de mayo de 2003.
Enfurecido por esta situación, al otro día de la defección de Menem, el declarado presidente Néstor Kirchner pronunció estas palabras: “El día de ayer hemos vivido una de las jornada más bochornosas de las que se tenga memoria. Un país en vilo, sus instituciones democráticas jaqueadas, no es la primera vez que esto ocurre en nuestro país. Mi generación y la historia recuerdan otros golpes a la democracia, pero lo inédito e insólito por su gravedad y profundidad es que en esta oportunidad el intento proviene de un ex presidente constitucional que, al no poder lograr ser reelecto por tercera vez, tira del mantel sin importarle los daños, dispara sobre las instituciones de la República con la misma violencia de su discurso y con la misma impunidad que su gestión”.
A diez años de estos acontecimientos, es necesario aclarar estos hechos, porque de lo contrario se cuenta otra historia. Parcializada. Similar al famoso “relato” que le adjudican a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Es necesario explicitar lo que realmente sucedió en esas elecciones, fundamentalmente, por razones éticas.
Y además porque, nos guste o no nos guste, es la historia de todos nosotros. ¤