Un promedio de 21 personas por día mueren en Argentina a causa de accidentes de tránsito. Según la organización Luchemos por la Vida, durante el 2010 las víctimas fatales sumaron 7659, con la provincia de Buenos Aires a la cabeza de este triste ranking.
Los números de este año, si bien ligeramente inferiores a los de los dos años anteriores, parecen mantenerse demasiado altos.
"La gravedad de ciertas conductas temerarias al volante plantea la necesidad de constituirlas en delitos", dicen en la mencionada organización, desde la cual se plantea que las actualmente llamadas infracciones o contravenciones sean catalogadas como "delito". "Algo que el común de los habitantes", dicen en Luchemos por la Vida, "asociamos con graves violaciones a los derechos de cada persona, delincuentes, mafias, acciones represivas de la policía, y penas, sobre todo, de prisión y cárcel. Es que en algunos países muy avanzados en seguridad vial, se ha decidido que ciertos comportamientos que atentan gravemente contra la seguridad vial y la vida de las personas en la vía pública, aunque no hayan causado concretamente accidentes de tránsito con muertos o heridos, constituyen delitos que integran sus respectivos códigos penales y son reprimidos con penas de prisión".
No se necesita estar arriba de un auto para comprobar que el tránsito en ciertas zonas de Argentina es potencialmente peligroso; lo sufren los peatones tanto como los conductores. El problema es que, a pesar de las muchas protestas cada vez que ocurre un accidente grave, la mayoría de los argentinos no acusamos responsabilidad de nuestra conducta detrás del volante. En una encuesta organizada por LPV, el 67% de los conductores se considera mejor conductor que la mayoría, y solamente el 31% considera que conduce más o menos igual que la mayoría.
Falta de infraestructura, temeridad al volante, legislación insuficiente, manejar alcoholizado, peatones irresponsables... la lista de las posibles causas del alto nivel de accidentes de tránsito en nuestro país es sumamente extensa. Pero por algo habrá que empezar.
Luchemos por la Vida ha propuesto al Congreso calificar ciertas conductas relacionadas con el tránsito como delito. "Sin duda," dicen, "que elevar al rango de delito una conducta antisocial y antijurídica, expresa de por sí la máxima calificación de repudio social de una conducta que la sociedad no está dispuesta a tolerar".
Sin embargo, en una acción a contramarcha de todo esto, la Legislatura porteña acaba de modificar la ley en la ciudad para ablandar la reglamentación que rige ciertas conductas. Por ejemplo, a los que pasen con un semáforo en rojo, se les seguirá reteniendo la licencia sólo si además superan la velocidad máxima por 40 km por hora, cosa que antes podía hacerse sin necesidad de sumar ambas cosas. Esto, en la calles. En las avenidas, para que les retengan la licencia a los que cruzan con el semáforo en rojo, deberán además superar el límite de velocidad por 60 km por hora. Algunos legisladores, sin embargo, anunciaron que apelarán la medida.
A pesar de este desliz, la ley suma ahora tres razones para retener las licencias de los infractores: circular por las bicisendas, por los carriles del Metrobús y cruzar las vías del tren cuando las barreras están bajas.
El pasado ha sido un mes marcado por gravísimos accidentes relacionados con el tráfico automotor y de trenes. Lo mínimo que podemos esperar es que la larga lista de muertos nos inspire a todos a aportar, cada uno desde su lugar, una cuota de mayor responsabilidad a la hora de lanzarnos a la calle.©