Mientras los argentinos disfrutan de sus vacaciones de verano -la Costa Atlántica, como de costumbre, es el lugar preferido- muchos compatriotas residentes en el exterior aprovechan para “cortar” el invierno en el Norte y visitar el país. La temporada aún no ha terminado, por lo que no tenemos los datos precisos sobre cuántos argentinos han viajado este año hacia su país desde los Estados Unidos, aunque prometemos publicarlos tan pronto estén disponibles. Pero, más allá de los números, siempre nos resulta interesante recoger las opiniones y experiencias de algunos de ellos, que son en muchos casos compartidas por la gran mayoría de turistas, argentinos o extranjeros. Es que, usted lo sabrá bien, la necesidad de asentarse en otro país, compartir otra cultura y valores, adaptarse a otro ritmo y costumbres, nos transforma un poco en “turistas”. Por lo tanto, la visión que tiene el visitante de la Argentina suele diferir de la que tiene quien vive allí durante todo el año.
“Miramos otras cosas”, nos dice Paula, una joven de 26 años que viajó para pasar sus vacaciones en Pinamar. “En la ciudad”, continúa, “a mí me encanta mirar hacia arriba y ver la opulencia de los edificios, los balcones, los empotrados... y al mirar hacia abajo, uno se encuentra con una ciudad muy sucia y con mucha gente pidiendo limosnas”. La ciudad a la que hace referencia Paula es Buenos Aires, a la que muchos dicen verla en notable decadencia, desordenada... y sucia; ésta última la palabra que más se nombra por quienes la visitan. “Si (Mauricio) Macri había generado expectativas con respecto a cambiar la Ciudad, a hacerla un lugar más habitable... la verdad es que nos engañó a todos”, nos dice Marcelo, un diseñador gráfico que, sin embargo, resalta que “sentarse en un café y ver pasar la gente por la vereda mientras conversás sin apuro con un amigo es impagable”. Y es precisamente eso, la conexión entre amigos y familia lo que más se extraña, valores que siguen presentes en la sociedad argentina más allá de los tiempos y los gobiernos. Una conexión muy difícil de establecer cuando uno se encuentra por estos lados.
Si hay un tema en el que coinciden tanto “el de adentro” como “el de afuera”, es el de la inseguridad. “Uno acá se acostumbra a dejar las puertas abiertas, a usar la computadora en el café o en una plaza, y al llegar allá ves como todos se meten rápido a sus casas y cierran con llave y te empezás a preocupar, como que entrás en otra onda”, agrega Paula. Hay que puntualizar que, como lo habíamos hecho en alguna otra oportunidad en estas páginas, el de la inseguridad es un tema preocupante sólo en los grandes centros urbanos, especialmente en Capital y la provincia de Buenos Aires. No hemos escuchado a nadie quejarse de los delitos en alguna villa sanjuanina o un pueblo puntano, y nosotros mismos hemos podido disfrutar de la paz y belleza de tales paisajes.
Argentina, o buena parte de sus ciudadanos, sigue de vacaciones. Esta temporada se han registrado records de turistas hacia los centros balnearios; la capacidad hotelera de varias ciudades se ha visto colmada, como en los mejores tiempos. En la Capital y otras grandes ciudades del país, los restaurantes, los cines, los cafés y los teatros trabajan a lleno. Datos que podrían indicar una recuperación económica, incipiente pero palpable.
Mientras tanto, millones de turistas de aquí y allá disfrutan del clima y la belleza de los distintos rincones argentinos, y de los abrazos cálidos de amigos y familiares a los que tanto se extraña. Y si hay que cerrar la puerta con doble llave... se cierra nomás. ©