Charles Wilson, presidente de la automotriz GM en los años cincuenta del siglo pasado, pronunció una frase que describía cabalmente el rol de la empresa que dirigía. Wilson dijo: "Lo que es bueno para General Motors es bueno para los Estados Unidos y viceversa". De hecho, la relación que unía a GM con Estados Unidos era tan fuerte y coincidente que en 1953 el entonces presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, designó a Wilson como secretario de Defensa. Posteriormente y a comienzos de su presidencia, John Fitzgerald Kennedy nombró a Robert McNamara, por entonces Presidente de la automotriz Ford, como jefe del Pentágono.
Evidentemente, por aquellos años los intereses de las principales automotrices estadounidenses coincidían con los del país del norte. Eso no ocurre ahora en Argentina. A finales de la primera década del siglo XXI nadie puede decir lo mismo de una sola empresa automotriz “argentina”, ya que todas las empresas instaladas en el país tienen proyectos propios, que casi nunca coinciden con los del país, porque todas responden a los intereses de sus accionistas que son, en su totalidad, extranjeros.
Pero el caso de las automotrices no es algo excepcional y aislado, porque casi toda la gran economía argentina está en manos extranjeras. Según datos de una Encuesta Nacional de Grandes Empresas relativamente reciente que elaboró el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), indica que de las 500 compañías que más producen en Argentina y que representan, aproximadamente, un cuarto del PBI (Producto Bruto Interno) nacional, casi el 70 por ciento responden a capitales extranjeros, lo que representa más de 338 compañías. De más esta señalar que dentro de ese grupo, las más grandes e importantes son extranjeras.
Pero como los datos del INDEC carecen de toda credibilidad por sus cifras elaboradas a dedo, seguramente en estos días el nivel de extranjerización de empresas extranjeras radicadas en el país es mucho mayor.Por eso, en noviembre de 2010, podríamos decir, generalizando, todo lo contrario a lo que dijo Charles Wilson sobre GM. Sin temor a equivocarnos demasiado, el nuevo lema de estas tierras sería algo más o menos así: “Lo que es bueno para casi todas las grandes empresas 'argentinas' no es necesariamente bueno para el país. Porque en realidad son extranjeras”.
Obviamente que esta situación no es culpa exclusivamente de las empresas extranjeras. Ellas sólo buscan maximizar sus ganancias donde sea. Y cuando un país, como el nuestro, les concede beneficios que exceden lo razonable, lo aprovechan sin dudar un solo instante.
Durante las presidencias de Carlos Menem comenzó la gran oleada de ventas de empresas de capital nacional. Pero más allá de las críticas que pronunciaron los gobernantes que sucedieron al caudillo riojano sobre este tema, el proceso de extranjerización de la economía continuó a paso firme. De hecho, muchas empresas extranjeras compraron y siguen adquiriendo bienes argentinos. Dentro de este panorama se destaca la avanzada brasileña, apoyada por el Banco Nacional Do Desenvolvimento de Brasil, que permanentemente estimula con créditos baratos a empresas brasileras para que compren empresas argentinas. Por ejemplo, en el rubro energía, Petrobras compró Perez Companc; Camargo Correa adquirió la tradicional cementera argentina Loma Negra de Amalia Fortabat; en el rubro bebidas, AmBeb se quedó con Quilmes; en el rubro textil, Alpargatas pasó a manos de Camargo Correa y en uno de los rubros emblemáticos de nuestras pampas, la carne, Friboi le compró Swift a Carlos Oliva Funes, y en el pasado septiembre Arcor, el gigante de las golosinas, le vendió su línea de productos congelados La Campagnola al frigorífico Quickfood (Paty), controlado por la brasileña Marfrig. El proceso de extranjerización se da en todos los rubros, principalmente los estratégicos como minería, recursos naturales, agua, tierras, etc. Por supuesto, además del oro, cobre, petróleo, gas, estaño, zinc y plata, entre otros, las empresas mineras extranjeras ahora vienen por el litio, ya que Argentina es el tercer productor mundial del tan preciado mineral, que será usado como una de las principales fuentes de energía de los próximos tiempos.
Aquí cabe una aclaración: la actual ley de minería argentina es la más favorable del mundo para empresas extranjeras, que casi no pagan impuestos y se llevan todos los minerales que encuentran con mínima o nula supervisión. Porque tristemente y para agravar aun más las cosas, ni siquiera los funcionarios argentinos velan por los intereses del país. El caso paradigmático es el del transporte ferroviario. En el año 2005 el país compró trenes y equipos ferroviarios usados a España y Portugal, supuestamente para solucionar el problema de hacinamiento que padecen millones de trabajadores argentinos que se trasladan diariamente en tren. En ese momento, esta operación de 1.600 millones de pesos, fue anunciada como la “solución” para mejorar los servicios ferroviarios de Buenos Aires y alrededores. Pero la cruda verdad es que a cinco años de ese lanzamiento, el 70% del material comprado no se usó nunca y no sirve para nada. Mientras tanto, los millones de pasajeros que se ilusionaron con los ampulosos anuncios siguen viajando como ganado. Afortunadamente, algunos de los funcionarios que intervinieron en esa operación nefasta actualmente están siendo investigados por la justicia, ya que hay cifras abultadas en esa compra que no encuentran justificación. Posiblemente, al final se descubra otro caso de corrupción fenomenal, aunque quizás, como sucede a menudo, todo termine en la nada. Lo más exasperante de esa promocionada operación “grandiosa” es que se compraron locomotoras francesas marca Alstom, que iban ser destinadas a la empresa Ferrobaires, que transporta anualmente una promedio de 1.500.000 pasajeros. Cuando los técnicos argentinos de Ferrobaires necesitaron comprar repuestos para esas locomotoras arrumbadas recibieron como respuesta que desde hacia más de 20 años que ya no se fabrican repuestos para esas máquinas, y que si necesitaban repuestos… los buscaran en museos. Otro caso digno de Ripley, el mismo que decía: "Es verdad aunque usted no lo crea".
Para finalizar, cabe recordar que la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) nuclea, obviamente, a los bancos… de origen extranjero. Por eso se puede afirmar que la Argentina es cada vez menos Argentina. ©