Dos días antes del cierre de esta presente edición, no podíamos ponernos de acuerdo sobre cuál debería ser el ángulo de la editorial de este mes. Una gran noticia se sobreponía a otra, y ésta última era opacada por una nueva. Sin embargo, el asesinato del activista Mariano Ferreyra durante una marcha gremial parecía tener una magnitud inalcanzable: el uso de barrabravas como fuerza de choque, jefes sindicales manchados con la sangre del joven abatido, Hugo Moyano y la conducción de la CGT intentando despegarse del hecho, el Gobierno silbando bajito, la precarización laboral en el centro de la escena, la Justicia actuando con seriedad y rapidez, y todos teorizando hasta dónde llegará la investigación y si al final, como suele suceder, terminará preso un perejil mientras que los verdaderos pesados seguirán impunes.
La muerte del ex presidente Néstor Kirchner cambió todo. Su vida política y su legado son analizados en nota aparte. Aquí sólo nos limitaremos a expresar nuestra solidaridad con la presidenta argentina, con quien durante su mandato disentimos en mucho y acordamos en poco. Nos impulsa un verdadero temor de que, con la ausencia del siempre omnipresente Néstor Kirchner, los temibles personajes que los rodeaban o aquellos no menos temibles con quienes estaban enfrentados aprovechen ese enorme vacío para ganar un espacio que, hasta que la ciudadanía disponga otra cosa, no les corresponde. Estamos seguros de que a Cristina Kirchner no le faltará valor para continuar con su mandato y seguir trabajando por el país; confiamos también en que los sectores más democráticos de la oposición la apoyarán para que así sea. Pero es indudable que un camino de incertidumbre se abre a partir de aquí: ¿cómo absorberá el golpe anímico la presidenta? ¿Cambiará la hoy inexistente relación con el vicepresidente Julio Cobos? ¿Provocará la muerte de Kirchner el "efecto Raúl Alfonsín", que posibilitó a su hijo Ricardo encumbrarse como principal líder del radicalismo luego de la muerte del caudillo de Chascomús? Y en tal caso ¿tendrá Cristina interés de seguir sola en un camino que en definitiva llevó a su esposo a la muerte?
Lo cierto es que con la muerte de Kirchner acaba una etapa en la vida política argentina, una etapa que quizás hubiese acabado, de todas formas, con el triunfo de algún opositor en las elecciones presidenciales del año próximo.
Vivir en la incertidumbre; todo un estilo para un pueblo acostumbrado a las zozobras. ©